Historia Constitucional Argentina
CAPITULO 2 | 1. La Revolución de Mayo
Sumario: Consecuencias de las invasiones inglesas. Causas principales. Sucesos de España (1808-1810). Sucesos en el Río de La aventura inglesa en el Río de La revolución industrial, que ya se había operado en Inglaterra a partir de la aplicación del vapor a las máquinas que hilaban y tejían, había provocado una superproducción que tenía saturado el mercado interno; de allí la necesidad de exportar, y ante las dificultades de hacerlo a Estados Unidos y Europa, Gran Bretaña se encontró frente a la urgencia de abrir a cañonazos otros escenarios para la colocación de sus excedentes y poder seguir subsistiendo como potencia industrial, comercial y naviera. La presencia inglesa en el Río de El piélago manso que había sido el Río de 1°) Una transferencia del poder militar de los españoles peninsulares a los criollos. Entre la primera y la segunda invasión, ante la inminencia de esta última, sabedor de que la metrópoli no podía socorrernos en absoluto, el virrey interino Liniers organizó las milicias criollas; patricios, húsares, arribeños, granaderos, cazadores correntinos, migueletes, etc. Como era costumbre española, estos improvisados cuerpos eligieron a sus jefes, que en gran mayoría resultaron criollos: Cornelio Saavedra, Martín Rodríguez, Florencio Torrada, Juan Martín de Pueyrredón, Francisco Ortiz de Ocampo, Juan José Viamonte, etc. Es verdad que los españoles peninsulares también organizaron sus milicias: vizcaínos, catalanes, andaluces, gallegos. Pero contrastaba el alto número de criollos movilizados en relación con la menor cantidad de peninsulares convocados. Comenzó a destacarse como líder de los cuerpos criollos, el jefe de patricios Cornelio Saavedra. Cuando luego de las invasiones, Liniers fue relevado como virrey por Cisneros, éste traía entre sus instrucciones disminuir en todo lo posible el poderío criollo manifestado en el número de milicianos activos, pero se cuidó mucho en hacerlo, porque hombre prudente como era, advirtió el peligro de una reacción popular. 2°) Entre la primera y la segunda invasión se reunieron dos cabildos abiertos, el 14 de agosto de 1806 y el 10 de febrero de 1807, que depusieron sucesivamente el poder militar y el poder político del virrey Sobremonte, acusado de ineptitud, asumiendo ambas facultades Santiago de Liniers en forma interina. Estos hechos fueron verdaderamente revolucionarios; jamás estuvo en las atribuciones normales de un cabildo abierto deponer a un virrey. Fueron como el preanuncio de lo que sucedería en mayo de 1810. 3º) El triunfo sobre los ejércitos de una de las primeras potencias del mundo, Inglaterra, despertó en la comunidad rioplatense el sentimiento de su propia suficiencia y valer, y la convicción de que seríamos capaces de afrontar por nuestra cuenta el reto de la historia que nos llamaba, quizás prematuramente, a asumir la responsabilidad de conducir nuestra propia empresa nacional, ante la falencia de la decadente España, satélite de Inglaterra en lucha con Francia, o satélite de Francia en guerra con Inglaterra, como había sucedido a lo largo del reinado de Carlos IV. Causas principales. Sucesos de España (1808-1810) A renglón seguido de las invasiones inglesas, se producen en Un 1807, después del triunfo sobre los rusos en Friedland, Napoleón se siente amo de Europa. Está molesto con España, su aliada, porque recela del encumbrado ministro Godoy, a quien considera un traidor en potencia, y quizás consumado, por sus manejos dudosos con los rusos. También lo está con Portugal, sempiterno aliado de la odiada Inglaterra, que no se ha adherido al bloqueo continental. Decide terminar con la independencia de ambas; pero como tanto una como la otra, le merecen su desprecio, decide anexarlas a sus proyectos hegemónicos con poco dispendio bélico. Pacta fingidamente con Godoy el tratado de Fontainebleau, por el cual España permitiría el paso de las tropas francesas para atacar a Portugal. Conquistada ésta, se la dividiría en tres reinos: uno para coronar en él a Godoy, otro para los borbones de Etruria y el tercero para España, en tanto que Francia se quedaría con las colonias lusitanas. Mientras tropas franco-españolas invaden Portugal, la familia real de esta nación, constituida por la reina madre María, el regente del reino, su hijo Juan, y la esposa de éste, Carlota Joaquina, que era hija de Carlos IV, abandonan Lisboa, y en la flota de guerra inglesa se exilian en Río de Janeiro. Entre fines de 1807 y principios de 1808, las tropas francesas, en buen número, ocupan todo el norte español. Posteriormente, Napoleón comunicó a Godoy su decisión de no cumplir con lo pactado en Fontainebleau, Portugal quedaría bajo control francés, y exige que una sobrina suya contraiga matrimonio con Fernando. El pueblo español, que intuye los propósitos del corso de quedarse con sus tropas ocupando territorio peninsular, rumorea que Godoy quiere sacar la familia real española y llevarla a América, como lo había hecho Inglaterra con la portuguesa. El 17 de marzo de 1808, Carlos IV, María Luisa, Fernando y Godoy, se hallaban en el palacio de Aranjuez, cuando la población de esta localidad y de los alrededores, invade el palacio real buscando al odiado Godoy a quien responsabiliza de la situación existente. Este salva la vida escondiéndose, pero descubierto al día siguiente, sólo Fernando, en un rapto de piedad, consigue salvarlo del linchamiento, aunque Carlos debe destituirlo y detenerlo. No fue suficiente: la tremenda impopularidad del Rey lo obliga a abdicar el día 19 en favor de su hijo, que inicia su reinado como Fernando VII. Su ingreso a Madrid fue triunfal. No coincidía esto en los planes de Napoleón, quien se entrevista en Bayona, en territorio francés que hace frontera del español, con Carlos y Fernando. éste último acepta que la abdicación de su padre le había sido arrancada por la fuerza. En tanto Carlos, a cambio de una pensión vitalicia y una dorada residencia en Francia, abdica en favor de Napoleón, quien decide que España sería gobernada por su hermano José Bonaparte con el nombre de José I. Este episodio, conocido como la farsa de Bayona, provoca que en Madrid, el 2 de mayo de 1808, se produzca un rapto de ira popular, duramente reprimido por las tropas napoleónicas. El arrebato se irradia por todo el territorio hispánico. La resistencia a la invasión francesa se hace con las armas en la mano, pero lo más organizada y jurídicamente posible. Ante la ausencia de los reyes y de la propia familia real, se ponen en funcionamiento las viejas convicciones jurídico-políticas del pueblo español: la soberanía retrovierte a la comunidad que forma juntas en Extrema-dura, Galicia, Sevilla, Asturias, Valencia, Granada, Mallorca, álava, Cosas curiosas de la historia: dos años antes de desencadenarse Ante el cariz de los acontecimientos, Napoleón debe trasponer los Pirineos con un contingente militar nutrido y conspicuo para someter a ese pueblo de labriegos que despreciaba 35. Le llevó dos años lograrlo, y a duras penas, iniciándose el proceso de su desgaste y decadencia, es lo sucede cuando la soberbia lleva a desdeñar el rival. Con la caída de la resistencia andaluza entre fines de 1809 y principios de 1810, el Río de Sucesos en el Río de Las invasiones inglesas, por un lado, pero por sobre todo la situación planteada a España por la agresión napoleónica, son causas fundamentales de la revolución de Mayo: la primera causal más remota, la segunda inmediata. Difícilmente se hubiese producido este movimiento, al menos en la época en que se produjo, si no lo hubiesen precedido esos acontecimientos. Las consecuencias de las invasiones inglesas se han puntualizado en el capítulo anterior. Corresponde que analicemos ahora la repercusión que en el Río de Se ha dicho que la familia real portuguesa se estableció en Río de Janeiro a principios de 1808. El príncipe regente, Juan, que gobernaba en nombre de su madre, la reina María, dada su incapacidad, por intermedio del ministro de gobierno Rodrigo de Souza Coutinho, intimó al Cabildo de Buenos Aires la sumisión a Portugal, descontando la pérdida de España a manos de Napoleón. Enterado de esta conminación, el Virrey interino Liniers, decidió el envío de un comisionado a Río de Janeiro, que aclarara la situación con el gobierno portugués. Su tesitura fue objetada por el Cabildo, cuyo líder era el Alcalde de primer voto Martín de Alzaga, por considerar que no se debía entrar en tratos con una Corte que había tomado semejante actitud, por más esposo de Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, que fuera el regente Juan. Este episodio crea la primera gran dificultad a Liniers, se distancia del Cabildo, especialmente del hosco y probo vasco álzaga. La situación que sigue se vincula con el hecho de que la invasión napoleónica a España lo encuentra a Liniers, francés de origen, gobernando el Virreynato del Río de Puestos en contacto y en inteligencia Elío con álzaga, éste propone un motín contra el Virrey, que estalla el 1 de enero de 1809, con el apoyo de los cuerpos de vizcaínos, catalanes y gallegos, constituidos por españoles peninsulares. El movimiento tuvo, pues, un carácter abiertamente españolista, pidiéndose en la plaza histórica la formación de una junta como en España y la deposición del francés Liniers. Los cuerpos de patricios, húsares, arribeños y montañeses, integrados por criollos, aliados a los andaluces, que sostenían a Liniers, sofocaron la revuelta. álzaga y sus secuaces fueron confinados a Carmen de Patagones. Aparentemente, con este episodio, salía fortalecido Liniers, mas en realidad, el fiel de la balanza se iba inclinando a favor de esa fuerza nueva que iba surgiendo, la del partido criollo con Saavedra a la cabeza. Concomitantemente, Juan José Castelli, Antonio Luis Beruti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña y Manuel Belgrano, en septiembre de 1808, habían escrito a la esposa del regente de Portugal, Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, una nota de adhesión a su persona y a la de su primo Pedro Carlos, que pernoctaba en Río de Janeiro con ella. Fue lo que se conoció como carlotismo, es decir, una corriente que pensaba que Carlota Joaquina o Pedro Carlos, podían ser la solución en el Río de En enero de 1809, Pese a lo que puede suponerse, Cisneros fue recibido entusiastamente en Buenos Aires. Sus actitudes fueron prudentes: lo primero que advirtió fue que las milicias criollas no debían ser disueltas, pues se corría el riesgo de perderlo todo. Se limita a reducir en algo su número, so pretexto de economías. Ante la grave situación financiera del erario, provocada por los gastos militares excesivos de la última etapa, se sintió inclinado a admitir la entrada de mercaderías de procedencia británica, aprovechando los pedidos de comerciantes de esa nacionalidad, con el objeto de incrementar las entradas aduaneras. Pero antes quiso saber la opinión del Consulado a través de su Síndico Manuel Gregorio Yáñiz, quien advirtió: «Sería temeridad equilibrar la industria americana con la inglesa: estos audaces maquinistas nos han traído ya ponchos que es un principal ramo de la industria cordobesa y santiagueña, estribos de palo dados vuelta a uso del país, sus lanas y algodones que a más de ser superiores a nuestros pañetes, zapallangos, bayetones y lienzos de Cochabamba, los pueden dar mas baratos, y por consiguiente arruinar enteramente nuestras fabricas y reducir a la indigencia a una multitud innumerable de hombres y mujeres que se mantienen con sus hilados y tejidos». Y agrega: «Es un error creer que la baratura sea benéfica a En forma parecida se expidió el apoderado del Consulado de Cádiz, Miguel Fernández de Agüero, quien proféticamente advirtió: la admisión del librecambio provocaría que «las artes, la industria, y aun la agricultura misma en estos dominios llegarían al último grado de desprecio y abandono; muchas de nuestras provincias se arruinarían necesariamente, resultando acaso de aquí desunión y rivalidad entre ellas». Reparó que los ingleses practicarían el dumping, vendiendo sus mercaderías a la cuarta parte del precio que ellas tienen «que nos darán después al precio que quieran, cuando no tengamos nosotros donde vestirnos». También vaticinó la formación de un cartel de compradores: «Así ha sucedido no ha muchos días con respecto al sebo, que habiendo subido con la saca que ellos mismos hacían de contrabando, se vinieron todos Juntos en En cambio, Mariano Moreno, en su famosa «Representación de los Hacendados» elevada al Virrey, argumenta con Quesnay, Adam Smith, Filangieri y Jovellanos, y se pronuncia a favor de la apertura, que en su singular razonamiento, inclusive entiende mejorará la industria: «¡Artesanos de Buenos Aires! ...si insisten en que traerán muebles hechos, decid que lo deseáis para que os sirvan de regla, y adquirir por imitación la perfección en el arte». Exhibe su presunción libresca y arguye con la baratura: «Los que creen la abundancia de efectos extranjeros como un mal para el país, ignoran seguramente los primeros principios de la economía de los estados. Nada es más ventajoso para una provincia que la suma abundancia de los efectos que ella no produce, pues envilecidos entonces bajan de precio, resultando una baratura útil al consumidor, y que solamente puede perjudicar a los introductores». Lo cierto es que los ingleses trajeron en esos días géneros, zapatos, estribos, muebles de madera, todos productos que en el Río de En contraposición, ya en 1791, uno de los fundadores del Estado norteamericano, Hamilton, había producido un afamado «Informe sobre las manufacturas», en el cual exponía la necesidad para Estados Unidos de favorecer mediante barreras aduaneras el desarrollo de su joven industria. Y seguidamente fundó una «Sociedad de Filadelfia para la promoción de la industria nacional», que en 1827 presidía Matthew Carey, padre de Charles Henry Carey, gran promotor de la industrialización estadounidense 38. Como se ve, en la época en que en el Río de Cisneros no llegó a producir una apertura tajante: entreabrió la puerta; se permitía la entrada de la mercadería inglesa, pero los consignatarios debían ser comerciantes españoles; habrían de tener un recargo del 12% en los derechos a pagar los artículos bastos que se producían en el país; se prohibía la entrada de aceites, vinos, vinagres y aguardientes; y se prohibía asimismo pagar las introducciones de mercaderías con oro y plata, debiendo hacérselo, en cambio, con otras mercaderías. Volviendo a la situación internacional, luego de Bailén, Napoleón hizo trasponer los Pirineos a un ejército de 200.000 hombres para aplastar la heroica rebelión española, accediendo en octubre de Cabildo Abierto del 22 de mayo. Los primeros reglamentos Dos buques ingleses, uno llegado a Buenos Aires el 14 de mayo de 1810, y el otro el día anterior a Montevideo, fueron portadores de noticias sobrecogedoras: había caído Andalucía, y por ende toda España, en poder de Napoleón, a sola excepción de Cádiz, que estaba defendida por la escuadra inglesa. Se conoce la huída de Cisneros decidió dar a conocer estas novedades, con la excepción de la actitud de Ya el 18 de mayo hubo una reunión de los que habían sido carlotistas: Nicolás Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes, Francisco Passo, Agustín Donado, que incitaron a Juan José Viamonte a que entrevistara a Cisneros y le pidiera su cese, atento a que El 19 este mantuvo un nuevo cónclave con los reunidos el día anterior, a los que se agregaron, entre otros, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Feliciano Chiclana, Juan José Paso, Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, Juan José Viamonte, Martín Rodríguez, Florencio Terrada, Antonio Luis Beruti. Se observa que han confluido dos sectores de opinión: los intelectuales que habían creído en la solución de Carlota Joaquina, y los jefes de las milicias criollas. Se decidió que Saavedra y Belgrano entrevistaran al Alcalde de primer voto, Juan José Lezica, y que Castelli lo hiciera con el Síndico Procurador General del Cabildo, Julián de Leiva. En estas reuniones, según Sierra 40, se planteó el inmediato cese de Cisneros. Citó éste, entonces, a los comandantes de los cuerpos para saber sí podía apoyarse en ellos, pero éstos le habrían planteado la misma requisitoria. La idea de llamar a un cabildo abierto, parece haber sido de Leiva, a fin de echar a rodar un expediente que podría haber demorado y hasta obstaculizado la deposición del Virrey. Idea a la que Cisneros agregó el requisito dilatorio de que cualquier resolución, debía tomarla todo el Virreinato a través de cabildos abiertos en todas las ciudades. El 21 de mayo Durante En el Cabildo Abierto del 22 de mayo estuvieron presentes 251 personas, a pesar de haberse distribuido 450 invitaciones; funcionarios de alto rango, el obispo y un conjunto de eclesiásticos de jerarquía, jefes militares, abogados y comerciantes importantes, vecinos respetables; la parte sana y principal de la población, como se decía en la época. La magna sesión comenzó con la lectura de una proclama leída por el Escribano del Cabildo, en la que lo más importante fue la repetición del concepto que remarcaron Cisneros y su entorno en esos días: se sugería no producir cambios hasta obtener el consentimiento de los pueblos de las ciudades del interior. Las exposiciones pronunciadas han sido reconstruidas con dificultad. Fueron muchas pero se recuerdan las más trascendentes. El obispo Benito de Lué y Riega, partiendo del supuesto erróneo de que los reinos americanos pertenecían al Estado español y no a El Fiscal de Otro abogado de destacable habilidad, Juan José Paso, expuso conforme a la doctrina de la gestión de negocios ajenos, que el vecindario de Buenos Aires, que era capital del Virreinato, podía en ese Cabildo Abierto adoptar una resolución provisoria que luego confirmarían o no los vecindarios de los demás pueblos. Hacía una analogía con el derecho común, en el que se autoriza a presumir la voluntad de un ausente, o incapaz que no puede formularla, y se acepta que un tercero tome una decisión en su nombre aunque no posea mandato al efecto. El golpe fue contundente, y agotada la discusión, se decidió pasar a la votación respecto de esta proposición: «Si se ha de subrogar otra autoridad a la superior que obtiene el Excmo. Señor Virrey, dependiente de la soberana que se ejerza legítimamente a nombre del Sr. D. Fernando VII, y en quién». El voto triunfante fue el siguiente: 1°) Cesación del Virrey, decisión tomada por 160 votos contra 64; 2°) El poder retrovertiría al Cabildo de Buenos Aires, con voto decisivo del Síndico Procurador General; 3°) Esta retroversión duraría hasta que el propio Cabildo, eligiera una Junta de la manera que estimara conveniente; en esta Junta recaería el poder provisionalmente; 4°) No debía quedar duda de que el pueblo era el que confería la autoridad y mando. Salvo el voto decisivo para el Síndico Procurador General, éste fue el sufragio de Saavedra, el que obtuvo la mayor cantidad de adherentes. El día 23 se hizo el escrutinio de esta votación, y el Cabildo, que pasó brevísima-mente a detentar el poder, se dispuso a elegir A primera hora de la mañana del 25 de mayo, el Cabildo decidió rechazar la renuncia de Entonces, la multitud de gente expresó que ante la renuncia de Leiva se permitió, a pesar de la presentación del escrito, asomarse al balcón y preguntar: «¿Dónde está el pueblo?», aludiendo a la poca gente en El Cabildo hizo el último intento obstruccionista, para dificultar la acción de Repercusión en el interior Como lo había previsto Leiva el 23 de mayo, el cambio operado en Buenos Aires fue resistido en los puntos neurálgicos del interior: Montevideo, Paraguay, Córdoba, Potosí, Charcas, La resistencia de Montevideo generó un largo conflicto que permaneció indeciso largamente. La expedición de Belgrano para vencer la oposición paraguaya fue un fracaso, y esto fue el comienzo del aislamiento de esa Intendencia, que como se verá, terminó perdiéndose para la argentinidad. El pronunciamiento adverso de Córdoba concluyó con el fusilamiento del gobernador-intendente Juan Gutiérrez de Concomitantemente, en Buenos Aires eran desterrados a Europa Cisneros y los oidores de El propio Bernardo de Monteagudo, hombre de la escuela de Moreno, supo reconocer, él que había sido de los duros, que No fue sólo la violencia: el Ejercito del Norte, liberado el Alto Perú, se detuvo en la frontera con el Virreinato del Perú; algunos de sus integrantes, por inspiración del volteriano Monteagudo, se entregaron a una propaganda antirreligiosa: en la iglesia de Laja se celebran misas sacrílegas, Monteagudo predica revestido con ropas sacerdotales sermones heterodoxos, se profanan la iglesia de Biacha y una cruz en Charcas, etc. Esto permitió al jefe enemigo, Goyeneche, tildar a los porteños de herejes, y crear en la población altoperuana un sentimiento antirrevolucionario profundo, que fue el clima que produjo una grave deserción en nuestra fuerza armada, situación aprovechada por la tropa fiel a Abascal, para infligirle a la patriota un descalabro prácticamente total, en lo que precisamente se llamó «desastre de Huaqui». Lo más grave es que se perdió el Alto Perú para siempre. Los desafueros de las ideologías desarraigadas contra las realidades culturales de los pueblos, suelen pagarse a precios muy caros. Influencias ideológicas en No cabe duda que las ideas que proliferaron durante el gobierno de la dinastía de los borbones, y los hechos que ellos protagonizaron, tales como el Tratado de Permuta de 1750, la expulsión de los jesuitas, el Tratado de San Ildefonso de 1777, la centralización de la administración con detrimento de los cabildos, la liberalización del comercio con perjuicio de las economías regionales, la política internacional claudicante con Portugal, Francia e Inglaterra, la fuerte presión impositiva, la mediocridad y hasta la corrupción de En materia ideológica, el iluminismo, merece estas consideraciones de Zorraquín Becú: «El predominio absoluto de (los) problemas espirituales desaparece gradualmente durante el siglo XVIII. Las preocupaciones humanas ya no están centradas en la salvación eterna, sino en el adelanto material y cultural de los pueblos, encerrados cada vez más en sus respectivas nacionalidades... Se busca sobre todo la felicidad puramente humana. El derecho se desliga de todo vínculo con la religión y la moral, para convertirse en un producto exclusivo de la razón. Las luces de esta última apagan las que antes provenían de la revelación divina. Y así surge el iluminismo, que es la filosofía de la razón apoyada en la experiencia, la que se rebela contra las concepciones tradicionales para buscar en el hombre, y sólo en el hombre, el principio y el fin de todos los problemas... Se descubre así que el hombre tiene derechos innatos, propios de su condición humana, y anteriores a todo vínculo comunitario. Y se advierte por lo tanto que la primera función del gobierno es respetarlos y protegerlos. La igualdad y la libertad son los dos pilares de ese nuevo edificio jurídico-político. Y como a ellas se oponen los privilegios y el despotismo, será preciso eliminarlos a ambos... De esta necesidad derivan tres direcciones políticas distintas, que van a inspirar la evolución y las revoluciones de fines del siglo XVIII. La primera, trata de proteger la libertad y los derechos naturales mediante la separación de los poderes (Montesquieu); la segunda confía esa protección y el fomento de la cultura y la economía a los mismos gobernantes, imbuidos del espíritu del siglo, creando el despotismo ilustrado (Voltaire); y la tercera, llega a las últimas consecuencias de la doctrina, adoptando un criterio democrático que reemplaza el absolutismo de los reyes por el de los representantes del pueblo, y confía a estas asambleas la salvaguardia de aquellos derechos naturales (Rousseau)»32. Hemos trascripto esta larga cita porque nos parece esclarecedora. Después de ella se comprende que al destruirse las bases ético-religiosas del Imperio, no quedaron conformes ni los criollos liberales, que querían llevar hasta sus últimas consecuencias la lucha contra el despotismo por más ilustrado que él fuese. Y por su parte, los criollos apegados a la tradición conceptual, sintieron tambalear su fidelidad a una monarquía que, si en la etapa de los Austrias había fundado el consenso a ella en principios de índole superior a la propia sociedad y al hombre, ahora intentaba imponer un orden por la vía de la fuerza detentada por una burocracia advenediza formada por escépticos. Hacemos referencia a los burócratas. El propio Zorraquín Becú, nos habla del equilibrio entre las fuerzas sociales que existe en los reinos americanos mientras gobiernan los Austrias: los funcionarios del rey (virreyes, oidores, gobernadores, etc.), los miembros del clero regular y secular; y los vecinos, cuya caja de resonancia fueron los cabildos. Los funcionarios, recíprocamente controlados, y vigilados desde España, contrapesaban su influencia con el clero, ocupados en evangelizar, educar, cuidar a los enfermos o hacer ciencia; y con los vecinos, que completaban un panorama armónico, con su gravitación ejercida a través de los oficios concejiles. Sobre este trípode se condensó una comunidad estabilizada, lograda por el prestigio y la influencia de los tres sectores sociales. En la etapa borbónica se observa, que como consecuencia de la implantación del despotismo ilustrado, se permite, con la expulsión de los jesuitas y la implantación de un regalismo de raíz absolutista, que A la hora de darle fundamento filosófico a El despotismo ilustrado, es precisamente un movimiento cuya expresión es contraria al autoritarismo progresista de los funcionarios españoles con Cisneros a la cabeza. La división de los poderes de Montesquieu, no sabemos que haya sido mencionada en la semana de Mayo. En cuanto al contrato social de Rousseau, véase lo que escribe sesudamente Guillermo Furlong; «El contrato social de Rousseau es, pues, aquel contrato por el que un pueblo es pueblo, y es pueblo por una deliberación pública y por una convención. Hay que reconocer, que los hombres de 1810 ni soñaron en este contrato, y hay que reconocer, además que ningún partido habrían podido sacar del mismo, para los fines que se proponían. Ellos se fundaron en el pacto existente entre los Reyes de España y los pueblos de América, pacto o contrato bilateral, cuyos cargos los Reyes dejaron de cumplir, a raíz de la invasión napoleónica. Es precisamente este contrato el que Rousseau considera «monstruoso»33. Y frente a la disolución del pacto entre los Reyes y los pueblos de América ¿qué tienen que ver la fisiocracia y el librecambismo con ello? Castelli, que por su formación conocía a Rousseau y a Suárez, en su alocución en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 sostuvo: que desde la salida del infante Don Antonio, a quien Fernando VII confió la regencia, el gobierno soberano de España había caducado; «que ahora con mucha razón debía considerar haber expirado con la disolución de ¿A qué contrato o pacto alude Castelli implícitamente? ¿Al que da origen a la sociedad voluntariamente constituida por decisión de los individuos, según la versión de Rousseau? ¿O al que en la interpretación de Suárez existe, tácito o expreso, entre el pueblo y su monarca o gobernante, por el cual aquel confiere a éste el poder de gobernarlo bajo condición de búsqueda permanente del bien común? Cuando Castelli habla de la reversión de la soberanía al pueblo de Buenos Aires, ¿se está refiriendo a la fundación de la sociedad porteña nuevamente, por decisión voluntaria de sus habitantes, habida cuenta de la acefalía política existente, que sería la aplicación del pensamiento de Rousseau al caso? ¿O hace alusión a la ruptura del pacto social tácito existente entre el pueblo de Buenos Aires, parte de la comunidad imperial española, y el rey que ya no puede gobernarlo, que sería apelar a la doctrina de Suárez? Claro que Castelli no lo menciona a éste. Como lo demuestra palmariamente Furlong en la obra que hemos citado, la teoría de Suárez sistematizó convicciones españolas que venían desde la época de Isidoro de Sevilla, pasando por las Partidas de Alfonso X, El Sabio, en el siglo XIII, hasta llegar al propio siglo XVIII en que por imperio del despotismo ilustrado pretendió ser suplantada. Las fuentes ideológicas que le dieron fundamento filosófico a |
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