Camperadas
Conclusión
 
 
Costumbres camperas que se van yendo con el tiempo. En algunos pagos y estancias se conservan todavía, pero son cada vez menos.

Es ley de vida que los hombres y las cosas pasan y no retornan, y las costumbres cambian y se transforman. Nos guste o no nos guste hay que adaptarse a estas circunstancias.

Sea como sea, es bueno recordar y revivir lo que uno ha conocido en tiempos que fueron andando por esos campos de Dios. Gente campera, trabajos camperos, jornadas a lomo de yeguarizo por detrás del vacaje. Arreos, viajes, noches al raso. También fiestas y bailongos de regresar con las luces del día, mientras el sufrido pingo aguardaba atado al guardapatio del rancho.

En fin, toda una era del caballo y del jinete, propia de nuestro bendito suelo americano, que va tocando retirada.