Camperadas
El retorno del Criollo
En la década del 50 se introdujeron en el campo las primeras yeguas criollas Puras de Pedigree. Fue un lote de diez animales provenientes de la Cabaña San Pedro de Don Manuel Solanet, partido de Ayacucho. A ese lote se agregó después otro del mismo origen y luego unas yeguas adquiridas a la Cabaña La Choza de Rodríguez Corti, en Villa María, Provincia de Córdoba. En pocos años se llenó de criollos el campo, no sólo por la gran producción de la manada de pedigree, sino también por los cruzamientos con yeguas mestizas; de ellos se obtenían caballos sobresalientes para el trabajo. Hoy, gracias a la difusión de la sangre criolla en la zona, se vuelve a ver el sello racial que había desaparecido casi totalmente del pago. Este año, justamente, se cumplen tres décadas que iniciamos con mi amigo Jorge la cría de criollos. Hemos procurado por encima de todo mantener la rusticidad característica y original de la raza, criando nuestros criollos totalmente a campo, en potreros naturales propios de la región, con alturas, montes y esteros. Sólo los ejemplares que se destinan a exposición o venta, reciben trato especial unos pocos meses antes, consistente en ración suplementaria a campo o galpón, según el caso. El servicio se hace totalmente a campo de Agosto a Marzo. Se obtiene así una parición estacionada, predominantemente en los meses de Agosto, Septiembre y Octubre. Esta forma de crianza en campos naturales hasta los tres años y medio, sin conocer praderas artificiales ni ración de grano, tiene la desventaja que difícilmente se logra un producto de dos años con desarrollo suficiente para competir en la categoría de potrillos o potrancas, pero ello se ve compensado por una extraordinaria evolución a partir de dos años y medio, logrando un hueso y un esqueleto excelentes y, por sobre todo, una rusticidad superior, que ha sido puesta a prueba en forma repetida en campos tan exigentes como los del Chaco, Formosa y aún del Paraguay, con muy buen resultado. Soy un convencido de que no hay raza yeguariza que tenga la rusticidad del Criollo; quizás sólo los asnos y sus híbridos puedan competir con ellos. Pero también creo que a esa rusticidad hay que seguirla cultivando. No basta con aferrarse a la genética y las leyes de la herencia; otras razas equinas también fueron sobrias y resistentes a las peores condiciones ambientales y luego las perdieron con el tiempo por excesivos cuidados y atenciones artificiales. Los potrillos en el período de la lactancia, no reciben más atención que la vigilancia del puestero, dando el número o nombre de la madre y el sexo de la cría. Conviene en regiones subtropicales, desinfectar con iodo el ombligo del recién nacido para evitar la poliartritis, enfermedad de pronóstico sombrío, que comienza con una infección en el ombligo y tiene un alto porcentaje de mortandad, o bien la secuela de lesiones en miembros y articulaciones. Como medida preventiva durante el período de servicio, se aconseja la vacunación contra la encefalitis equina, antes de la llegada del verano. |
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