Viaje al estrecho de Magallanes
Posesion del rio de San Juan y del estrecho
En el nombre de la Sanctísima Trenidad Padre, Hijo y Espíritu Sancto, Tres Personas y un solo Dios verdadero Todopoderoso, que de nada crió el Cielo y la Tierra y todos las demas cosas, en el cual yo creo y todo fiel cristiano debe creer firmemente, y de la sacratísima siempre Virgen María Madre de Dios, abogada nuestra y particularmente de esta Armada &c. Sea notorio á todas las vivientes, gentes y naciones de todo el Mundo, así fieles como infieles, como hay juéves doce días del mes de febrero de mil y quinientos y ochenta años, habiendo llegado a esta ensenada, agora de nuevo llamada De la Gente, estando surta en esta aguada y Río de San Juan de la Posesion la nao nombrada Nuestra Señora de Esperanza, que es Capitana de la Armada, que el Muy Excelente Señor Don Francisco de Toledo, Virréy, Gobernador y Capítan General de los Reínos y províncias del Pirú despachó desde la Ciudad de los Reyes del Pirú al descubrimiento del estrecho á once de octubre de 1579. años. Y habiéndose apartado la nao Almiranta, nombrada San Francisco, de la Capitana ántes de la Boca del Estrecho, esta dicha Capitana, con el favor de Dios, sola entró por él y lo descubrió, en la cual Nao Capitana vino por Capitán Superior y General de la Armada por el Cristianísimo Señor Rey Don Felipe, Nuestro-Señor y Rey natural, á quien Dios guarde por muchos años con acrecentamiento de mayores Estados y Reinos, para amparo y defensa de la Sancta Iglesia Católica Romana nuestra Madre, Pedro Sarmiento, el cual habiendo tomado la Posesíon en muchas y diferentes partes del arcipiélago y deste Estrecho, la tomó en este Rio llamado San Juan de la Posesion, questá en cincuenta y dos grados y dos tercios; hoy sábado trece de bebrero. Y ayer doce del dicho, tomó la Posesion en la punta de Sanctana, arriba nombrada, que está en cincuenta y tres grados y medio: lo cual avisa en este escrípto e instrumentopara que sea notorio á todos, y ninguna persona de ninguna nacion bárbara, ni política, católico ó no católico, fiel ó infiel pueda pretender, ni pretenda tener escusa por ignorancia, ahora, ni en algun tiempo, ni se atreva temerariamente, sin particular y espresa licencia del Muy Poderoso Señor Rey de Castilla y Leon, y sus Herederos y Subcesores á entrar, asentar, ni poblar en estas regiones y tierras deste Estrecho, vulgarmente llamado de Magallánes, por causa de comercio, ni por otra causa, creyendo que son tierras vacas que no tienen Señor, ni Rey propio á quien pertenecen; por que, como es dicho, son del Muy Poderoso y Muy Católico Señor Don Felipe Segundo, Rey meritísimo de las Españas con sus anejos, y de las Indias, y de la Navegación y Descubrimiento de la mitad del Mundo, que son ciento y ochenta grados de longitud, conforme a la donacion y concesion del Beatísimo Sumo Pontífice Romano Alexandro Sexto, conforme á la cual concesion, donacion y Bula proprio motu despachada, estas dichas tierras caen y se incluyen dentro de la demarcación y límites contenidos en la dicha Bula, en la cual Su Santidad prohibe á todos generalmente, que ninguno se entremeta por ninguna vía á venir por ninguna ocasion á estas partes sin expresa licencia de los Señores Reyes de Castilla por estas palabras formales: Y del todo inhibimos á cualesquier personas de cualquier dignidad, aunqué sea Real ó Imperial, estado, grado, órden, condicion, sopena de Excomunion latae sententiae, en la cual eo ipso incurram, si lo contrario hicieren, que no presuman ir por haber mercaderías, ó por otra qualquier causa sin especial licencia vuestra y de los díebos vuestros Herederos y Subcesores á las islas y tierras-firmes halladas y que se hallaron, descubiertas, y que se descubrieron hacia el occidente y medio día, fabricando y compuniendo, una línea desde el Polo Artico al Polo Antártico, ora las tierras-Firmes é islas sean halladas y se hayan de hallar acia la India, o hacia otra cualquiera parte, la qual Línea diste de cualquiera de las islas, que vulgarmente llaman de las Azores y Cabo Verde, cien leguas hacia el occidente y mediodía, como queda dicho, no obstante Constituciones y Ordenaciones Apostólicas y otras qualesquiera. Y dice al cabo de la Bula plomada así: Que á ningún hombre sea lícito quebrantar, ó con atrevimiento temerarío ir contra esta carta de nuestra encomíenda, amonestacion y requerimiento, donacion, asignacion, constitucion, deputacion, decreto, mandado é inhibicion y voluntad... y si algunos presumiere intentarlo, sepa que incurrirá en la indignacion del Omnipotente Dios y de los bienaventurados San Pedro y San Pablo. Dada en Roma en San Pedro á cuatro de Mayo de la Encarnación de mil é cuatrocientos y noventa y tres años, en el primer año de nuestro Pontificado. La Posesion tomada es tomada aquí en todo el Estrecho y arcipiélago por ambos mares de Sur y Norte por el dicho Rey mi Señor, de Castilla y Leon, y descubierto á su costa y por su mandado y órden. Yo el dicho Pedro Sarmiento Capitan Superior desta dicha armanda, de parte de la Magestad del Rey mi Señor, mando al Almirante Juan de Villalobos y Hernando Lamero, Piloto Mayor, y á Pascual Juarez, sargento mayor, y á todos los oficiales, soldados y marineros de la dicha nao Almiranta, llamada San Francisco, que si por aquí aportaren ó llegaren y víeren esta Cruz y carta, luego incontinente se apresten y, se vuelvan al Pírú á la ciudad de los Reyes á dar cuenta y razón al Excelentísimo Señor Don Francisco de Toledo, Vísorréi del Pirú, y á los Señores Oidores de la Real Audicencia de la dicha Ciudad de los Reyes, llevando esta Carta juntamente con las relaciones de las cosas subcedidas hasta este lugar y río de San Juan de la Posesion; y dirán como esta nao Capitana, Nuestra Señora de Esperanza, llegó á este dicho río, con el favor de Dios, y habiendo descubierto la canal adelante desembocó el Estrecho, y pasó á la Mar del Norte, y va la vuelta de España á dar cuenta á Su Magestad, como Su Excelencia manda por su instruccion, y que toda la gente que salió de Lima en este navío van vivos, gloria á Dios, y mas otros cuatro que eran de la Almiranta que tomamos en el Bergantín. Los nombres de los que van son: Pedro Sarmiento, Capitan-Superior; el Padre Fray Antonio Guadramiro, Vicario desta Armada; Juan Gutierrez de Guevara, Alférez; Antón Pablos, Piloto-Mayor; Hernando Alonso, Piloto, su compañero; Juan de Esquibel, Escribano Real desta Armada; Juan de Sagasti, Tenedor de Bastimentos; Pedro de Hojeda, Contramaestre; Baltasar Rodríguez, Lombardero; Pedro López, Calafate; Gaspar Antonio, Guardian; Maese Agustín, Carpintero. Los soldados son: álvaro de Torres, Francisco Garés de Espinosa, Pedro de Aranda, Gerónimo del Arroyo, Grabiel de Solís, Antonio del Castillo, Cristobal de Bonilla, Andrés de Orduña, Pedro de la Rosa, Pedro de Bahamonde, Francisco de Mazuelas, Pedro Martín. Los Marineros, fuera de los Oficiales arriba puestos, son: Pero Pablo, ángel Baltolo, Despensero; Domingo Baljaneta, Juan Antonio Corzo, Sancho de Larrea, Diego Pérez, portugués; otro Diego Pérez, Francisco Hernández, Pero Márquez, Simón de Abreu, Luis González, Gaspar Gómez, Francisco Pérez Rocha, Francisco de Urbea, Mateo Andrés, Jacome Ricalde, Manuel Pérez, Pedro de Villalustre, Perálvarez, Pero González. Falta uno llamado Pedro Jorge, que se ahogó en la tormenta que tuvimos un día despues de haber salido salido de Puerto Bermejo. Los demas gente del servicio, mulatos, negros é indios van buenos, y la nao aderezada. Lo cual mandó al dicho Almirante, y á la demas gente de la Almiranta cumplan y guarden de la manera arriba dicha, porque así conviene al servicio de su Magestad, y á la ejecución de lo mandado por el dicho Excelentísimo Señor Virréy; y llevaran la Relacion del viage y descubrimiento que hubieren hecho; con las tres relaciones que yo les dí de los tres descubrimientos que hice en tres viages con los bateles por los arcipiélagos con esta mesma carta, dejando en este mesmo lugar un treslado autorizado (porque será de mucha importancia para el Derecho del Rey Nuestro Señor en los tiempos de adelante) para que Su Excelencia sepa como se cumplen sus mandamientos, y provea lo que fuere servido que mas convenga al servicio de Su Magestad, lo cual así cumpla y cumplan el dicho Almirante Juan de Villalobos y los demas de la dicha Almiranta, so pena de caer en mal caso, y de las penas en que incurren los desobedientes á los mandatos de sus capitanes, que en nombre de su Señor y Rey natural les mandan cosas tocantes á su servicto. Iten, hago saber á todos, que para hacer este viage y descubrimiento tomé por Abogada y Patrona á la serenisima Señora Nuestra Reina de los Angeles Sancta María madre de Dios siempre Virgen, conforme á la Instruccion de Su Excelencia. Por lo cual, y por los milagros que Dios Nuestro Señor por su intercesion ha usado con nosotros en este viage y descubrimiento, y en los peligros que en él hemos tenido, puse por nombre á este Estrecho de la Madre de Dios, puesto que ántes se llamaba Estrrecho de Magallanes; y espero en Su Magestad, siendo, como es, tan devoto de la Madre de Dios, le confirmará este mesmo Nombre en sus escríptos y provisiones, pues yo en su Real Nombre se le puse, para que siendo Patrona y Abogada destas regiones y partes, interceda con su preciosísimo Hijo Jesu-Christo Nuestro Señor por ellas alcance de su benditísima Magestad haya misericordia de las gentes dellas, y les embíe su Sancto Evangelio, para que sus ánimas se salven; de lo que resultará suma honra y gloria á los Reyes de España que lo bícieren y fueren Ministros dello, en este Mundo y en el otro; y á la Nacíon Española que lo executare no ménos honra y provecho y acrecentamiento. Púsose esta Cruz á doce deste dicho mes, y esta carta á trece, habiendose dicho Misa este dicho día en este dicho Puerto y Rio de San Juan de la Posesion; y firmélo de mi nombre y mano. Pedro Sarmiento, Capitan-Superior y general de Su Magestad. En fe lo qual Yo el Escribano Real desta Armada escrebí esta Carta, y pasó ante mí, y fice aquí mío signo. A tal. En testimonio de verdad. Juan de Esquível, Escribano Real. Los dias que estuvimos en este rio de la Posesion hizo calor y ventó sur fresco desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, y á esta hora calmaba, y toda la noche era calma: las noches hizo muy serenas, cielo claro, las estrellas claras de muy buen color, el aire sin sereno dañoso. Aquí se vieron papagayos y catalinas, que es otra especie de papagayos menores, que tienen medias cabezas coloradas. Oyéronse cantar sirgueritos, y otros pájaros suave canto, que es indicio de tierra templada. Vídose rastro de tigres y leones. Este día embarcamos la herreria y la leña y agua que nos faltaba, que fué sábado trece deste mes. Domingo catorce de febrero partimos deste rio de San Juan de la Posesion con bonanza, y fuimos la vuelta de la isla de San Pablo, y cabo de San Valentin; y ántes de llegar en el parage de la punta de Santana calmó el viento, y así anduvimos al rebalage de las corrientes, una vez descayendo, y otra ganando; y desta manera estuvimos sin surgir, porque no pudimos tomar tierra por nos temar la calma a media canal, y por no descaer mucho fuimos cuasi toda la noche al remolque. Lunes por la mañana amaneció calma y como á las siete vino un vahajuelo del oeste y con él llegamos á ponernos este oeste con la punta de San (blanco) de la isla de San Pablo. Este día tomamos la altura en cincuenta y tres grados y medio, que la dicha punta desta dicha isla está en esta altura, que está leste-oeste con la punta de Santana: y de medio día arriba calmó el viento, é hizo este dia y el dia ántes tanto calor como en Lima por Cuaresma, y como en España por julio. Mártes dies y seis de febrero como á las nueve del día comenzó á ventar sur, y mientras mas entró el dia mas fué frescando el viento; y fuimos á popa la vuelta del nordeste llegándonos á una tierra baja de barrancas y pelada en la costa del sur: y á media legua de tierra sondamos en diez brazas; y con recelo de que no diésemos en algun banco íbamos la vuelta de la mar (digo del medio de la canal): y como á las dos de la tarde cazamos a popa siguiendo la costa al nornordeste y al nordeste hasta una punta que estará seis leguas de la isla de San Pablo a nornordeste, y en medio hace ensenada en arco de unas barrancas y tierra baja y pelada de hierba blanca, porque á este tiempo estaba agostada. En medio de esta ensenada se tomó la altura en cincuenta y tres grados y un sesmo. Pasada la punta dicha, que llamamos punta de Gente Grande, parece otra punta como cinco leguas al nornordeste, y pasada la punta de Gente Grande hace la tierra una ensenada, ó brazo la vuelta del leste: y porque ya era tarde surgimos en medio de la boca de esta canal del leste en doce brazas buen fondo. Aquí corren las aguas mas que en todo lo que hasta aquí habemos andado de este estrecho de la Madre de Dios. Y, en surgiendo, pareció gente en la costa y nos dió voces: y para ver qué era y para tomar alguno de esta provincia para lengua, Pedro Sarmiento envió allá al Alférez y á Hernando Alonso con algunos arcabuceros en el batel; y llegados á tierra, los naturales de aquella provincia, que era gente grande comenzaron á dar voces y saltar acia arriba las manos altas y aleando y sin armas, porque las habían dejado allí junto; y el alférez hizo las mesmas señas de paz, y los gigantes se llegaron á la playa cerca del batel, y el alférez saltó a tierra con cuatro hombres, y los naturales les hicieron señas que dejase el alférez la gineta, y se fueron retirando hacia donde habían dejado sus arcos y flechas. Y visto esto el alférez dejó la gineta y les mostró rescate que llevaba para darles: lo cual visto, los gigantes se detuvieron y volvieron, aunque rezelándose. Y como los nuestros vieron que se iban, apercibiéronse para que arremetiesen, y así arremetieron diez hombres que habían salido del batel con uno de los Indios, y asiéndole, apénas le podían tener; y entre tanto los demas arremetieron donde habían dejado los arcos y flechas, y volvieron con tanta presteza contra los nuestros flechándolos, que no se habían podido meter en el batel, y al fin los nuestros se embarcaron con el preso, y cargaron con muchos flechazos sobre ellos, y los hicieron echarse á la mar; y ayudándole á subir entró en el batel, y los naturales desta tierra disparaban muchas flechas, y con una hirieron por un ojo al tenedor de bastimentos: y al embarcarse se cayeron dos arcabuces á la mar. Y trahendo al preso se volvieron á la Nao, y el preso aunque lo regalamos (que él recibía de buena gana) no se podía asegurar, ni quiso comer ese día, ni noche. Es crecido de miembros. Esta tierra es llana y sin monte: barrial muy poblado de esta gente, que á lo que entónces vimos; desde aquí hallamos la gente grande. Vieron los nuestros en tierra madrigueras de conejos como los de Castilla, y los naturales traían unas mantas de pellejos de vicuñas, que son de las del Pirú que se llama en lengua natural neuxo, y calzados abarcas: y pareció aquí tierra de buen temple para poderse poblar. Es gente temida de la gente que está mas hacia la Mar del Sur, y como gente valiente tiene la mejor tierra de la que hasta aquí vimos. Tiene gesto y apariencia de la tierra del Calláo: parece muy buena para ganado, hay lomas y, entre ellas, valles donde vimos muchos humos por estar allí la poblazon, y debe allí ser lo mas templado. Miércoles de Ceniza, 17 de Febrero, embió Pedro Sarmiento á Hernando Alonso, piloto, á descubrir si había abrigo detras de una isleta que está en medio de la bahía de la Gente Grande, porque nos temimos del norte; y, no hallando buen surgidero, se volvió á la nao y, en comenzando la maréa á vaciar, hicimos vela para proseguir nuestro viage, y miéntras duró esta maréa fuimos algo adelante, porque el viento era poco y calmaba muchas veces, y el que había era nornoroeste y norte y nos hacía ir bordeando: y en medio de la Canal nos calmó el viento, y comenzó la creciente y fuenos forzoso ir el batel remolcando la Nao; pero, como la corriente era grande y cabeza de aguas, no nos podíamos sustentar, y así descaímos buen pedazo de camino y, por no estar ep parte que convenía, ni podíamos surgir, nos estuvimos ansí hasta que vino la maréa y un fresco del noroeste: y siendo ya noche, nos fue forzoso ir á buscar fondo donde surgimos en quince brazas, obra de una legua mas adelante de donde habíamos salido este dia por la mañana. Este dia no pudimos descubrir canal clara, ántes parecía ensenada cerrada á muchos del navío, por lo cual hubo variedades: unos que habíamos de volver atrás á otra abra, otros que aquellas corrientes, siendo de la jusente, no podía ser que fuesen para ancon ó ensenada sin salida, y toda la noche estuvimos experimentando con la sonda si crecía la maréa o menguaba, y hallóse que menguaba cuando iba la corriente acia lo que nos parecía ser ensenada, lo cual nos dió esperanza que por allí había salida, porque realmente parecía cerrado todo; pero la experiencia del reflujo, y ver por encima de la tierra baja otra cordillera mas alta que hacía como valle entre una y otra, que iba de lesnordeste-oessudueste, nos dió cudicia de irlo á ver por no dejar cosa sin tener de que nos pudiésemos quejar ni arrepentir despues. El juéves siguiente 18 de febrero salió Pedro Sarmiento, y llevó consigo á Anton Páblos, Piloto Mayor en el batel con ocho marineros soldados, y fueron á la vela con la corriente la vuelta del norte hasta un morro de barranca, barrial alto, como dos leguas y media del navío y tres y media de la bahía, y llegados allí descubrimos la canal que va al lesnordeste. A este morro y barranca nombró Pedro Sarmiento cabo de San-Vicente, hasta el cual hace ensenada la bahía de la Gente Grande. Desde este cabo de San-Vicente demora en la otra costa de la tierra del norte otro morro y cabo de barranca alta y barrial pardo una legua noroestesueste, y toma de la cuarta del leste-oeste. Esta es la mayor angostura que hallamos desde que llegamos á la tierra baja. Llamóse esta punta Nuestra Señora de Gracia. Aquí en estos dos cabos se pueden hacer fortalezas para defender esta entrada de ambas partes. Desde este cabo de San Vicente pasamos con el batel adelante como una legua por la costa, que se corre lesnordeste-oessudueste que por toda ella hay playales de calláo. Aquí dejando guarda en el batel saltamos en tierra con nuestras armas: subimos á lo alto de la barranca; subimos hasta un morro de barranca la mas alta que allí hay donde muda derrota la costa. Allí marcamos la canal, cabos, puntas y costa cuanto pudimos juzgar con la vista y con dos agujas de marear; y así marcaron Pedro Sarmiento y Anton Páblos lo que allí se vido. A este morro y barranca donde nos pusimos á marcar llamamos barranca de San Simon, y desde esta barranca de San Simon parece una punta de barranca algo alta en la costa de la otra parte de la tierra del norte-nordestesudueste cuarta de norte-sur cuatro leguas. Llamóse ésta punta de San Gregorio, y en la mesma costa del norte sale otra punta delgada, que demora con la barranca de San Simon nordeste-sudueste; toma de la cuarta del leste. A esta se llamó Nuestra Señora del Valle. Desde aquí vimos muy gran boca de mar la vuelta del lesnordeste. Sobre la costa de la tierra del Sur vimos una gran vista una tierra larga y delgada: y hecha esta demarcacion, y vista esta tierra, que es como dehesas de Castilla de unas matas de hierbas de buen color como tomillos salseros de Castilla, y con muchos agujeros y bocas como ratoneras; y esta tierra es de lomas. Y notado, nos volvimos al batel: y por ambas Costas nos hicieron los naturales muchas y grandes ahumadas; y sin mas detenernos dimos vela en el batel, y con maréa creciente venimos al navío, porque comenzaba á ventar norte. Y tomamos aquí el altura en cincuenta y tres grados y tres minutos. Este dia á las tres de la tarde la maréa estuvo estóa y sin correr al estrecho ni á la mar; y en comenzando á menguar nos hicimos á la vela con la nao por probar á desembocar la angostura del Cabo de Nuestra Señora de Gracia, y el viento comenzó a variar del oeste al noroeste, y las corrientes y reservas á impedirnos, de manera que ganábamos poco: é yendo por esta bahía bordeando por salir della y meternos en la canal, los remolinos y reversas que hace por cima destos placeles nos fueron grivando de manera que nos echaron sobre unos bajos, que aunqué reventaban los mares, creían ser remolinos de corrientes, porque había muchos y por esto no se recelaban; pero en llegándonos cerca echaron la sonda y halláronse en seis brazas, y volviéndola á lanzar otra vez dió en cinco, y luego en cuatro y media, y cada vez que se echaba iba haciendo ménos fondo; y aunque arribamos á la banda para salir dellos, calmó el viento de manera que la corriente nos iba echando sobre los bajos, que aunque reventaban no parecían. Y viéndonos en tan gran peligro, encomendámonos a Nuestra Señora del Valle, y Pedro Sarmiento se ofreció de ser su romero, y se sacó ofrenda para su santa Casa en Sevilla, suplicándole nos librase de aquel peligro: y súbitamente la Reina de los Angeles Madre de Dios y de misericordia nos embió en vientecito fresco, conque la nao fue saliendo y cortando la corriente, aunque fuimos prolongando las restingas destos bajos que tienen una legua, y prolongan leste oeste, tres leguas del cabo de San Vicente. La mitad dellos está nortesur del cabo de San-Vicente, y el remate dellos del leste demora norte-sur cuarta de noroeste-sueste con el dicho cabo de San-Vicente, y el otro remate de estos bajos de parte de loeste demora con el Cabo de San-Vicente norte-sur cuarta de Nordeste-sudueste. El que por aquí viniere tenga aviso que no se llegue á las bahías de tierra baja sinó con la sonda en la mano, porque como hay bonanza no revientan los placeles, que es todo aplacelado, y en muchas partes es tan alta y mas la mar que la tierra, que sinó es estando muy cerca de tierra no se ve, y piensa el que lo mira que es todo mar hasta que se halla zabordado. Hase de navegar con tiempo concertado y con maréa, y llevar las anclas prestas, que en toda esta tierra, desde el rio de San Juan de La Posesion, en toda parte hallarán fondo, aunqué sea á media canal, que la mayor hondura no sube de cincuenta brazas. No se lleguen mucho á tierra sin sondar por aquí, y el batel por delante. Salidos que fuimos deste peligro de los bajos, fuimos con viento oeste fresco amurados destribor: y porque la noche vino y la maréa comenzaba á estoar, surgimos á media canal en quince brazas entre dos islas pequeñas, que la una por la otra están nodeste-sudueste una legua la una de la otra. A la del sudueste llamamos la Madalena, y á la del nordeste Santa-Marta. La Madalena es redonda; tendrá media legua de box y Santa-Marta prolonga de noruestesueste media legua, y á la parte del sueste tiene una punta baja con la mar que sale mucho como restinga. Entre estas dos islas sale una punta de tierra-firme de barranca algo alta que llamé punta de San Silvestre, entre la cual y las islas hay gran Canal de mar. La tierra-firme que está entre el cabo de San Antonio de Padua y punta de San-Silvestre, hace gran ensenada de tierra baja, y nombramos ensenada de Santa-Catalina, y entre la punta de San-Silvestre y la de Nuestra Señora de Gracia hace la tierra-firme otra ensenada muy grande la vuelta del oesudueste. Llamámosla bahía de San-Bartholomé: y en la boca desta bahía hay un placel que revienta la mar en él. Guárdense dél. Después que esta noche surgimos, en anocheciendo calmó el oeste, que había frescado, y toda la noche hizo calma. Otro dia viérnes por la mañana diez y nueve de febrero en comenzando la maréa nos hicimos á la vela con un vahage de viento leste llevando el batel delante á la vela, y en él el piloto Hernando Alonso con marineros sondando: y siempre fuimos por veinte y cinco y treinta brazas, algunas veces poco más, y otras algo ménos: y á las nueve del día, llegando cérca de la angostura, nos calmó el viento, y llamamos al batel para que remolcase la nao, y así la llevó buen rato hasta entrar por la angostura, por que aquí son los peligros grandes por las corrientes cuando calma el viento. E yendo por el embocamiento, comenzó á frescar el leste, y dejamos el remolque: y porque la maréa acababa de vaciar nos arrimamos hacia la costa de la tierra del norte sobre un ancon que hace á aquella parte, que nombró Sarmiento ancon de Sancta-Susana; y allí surgimos en ocho brazas de baja mar, buen fondo, media legua de tierra. Toda la canal de esta angostura tiene fondo de treinta y cuarenta brazas. Es piedra, aunque las costas y barrancas y las playas, callao. Con la maréa de montante frescó el viento leste templado y caliente, y con él llovió poco. Este viento vienta pocas veces. En la otra costa del mar del sur por donde anduvimos desde que entramos en la bahía de la Trenidad, lo que hace el norte es ser caliente y humido, y llueve con él. Eso hace aquí el leste, aunque allí siempre fué tormentoso, y estotro bonancible. Desde la barranca de San-Simon arriba, nombrada en la tierra del sur, vuelve la costa al leste quarta al sueste. Está una punta baja y delgada que llamamos punta de San-Isidro. La punta de Nuestra Señora de Gracia con la punta de San Gregorio demoran la una por la otra lesnordeste-oessudueste. Sábado veinte del mes de febrero nos levamos por llegarnos más en tierra de la banda del norte, porque aquí estábamos en medio de las fuerzas de las corrientes de las maréas; y dende á una hora surgimos en ocho brazas como una legua al oeste de la punta de San-Gregorio; y creyendo que estábamos bien surtos estábamos alegres, y en un instante que se echó la sonda nos hallamos en tres brazas de agua, y la maréa iba menguando, que nos dio pena; pero con la buena diligencia pilotos y marineros y soldados se echó una toa hacia la canal, por la cual nos fuimos halando hasta que nos pusimos en quince brazas, y allí dimos fondo á dos anclas, y allí nos pareció que estábamos seguros, aunque peligrosa por las corrientes. Y por esta causa, por huir del ímpetu y furia de las corrientes del medio desta canal, Pedro Sarmiento fué en el batel á descubrir si había Puerto detrás de la punta de San Gregorio, y llevó consigo al Padre Vicario y á Hernando Alonso y siete soldados arcabuceros y ocho hombres de mar, buenos hombres de mar y tierra. Fueron á tierra y saltaron en ella; y puestos en órden fueron por lo alto de la barranca hasta lo más alto de la punta donde se descubrió la mar de la otra mar detrás de la punta de San Gregorio y Pedro Sarmiento marcó la tierra, puntas y bahías que desde allí parecían de la manera que abajo se dirá: y en lo mas alto pusimos una cruz pequeña, porque no hubo madera para más, por ser tierra pelada y sin selvas ni arboleda; y Sarmiento tomo la posesión por V. M. de toda aquella tierra, y ratificó las posesiones. Este cabo de San-Gregorio es poblado de naturales; y porque vimos que comenzaba á entrar viento fresco poniente, que suele ser furioso no se quiso detener Sarmiento mas, sinó volverse al navío, porque no corriese riesgo: y cuando nos volvimos vimos una loma larga que corre noruestesueste, entre la cual y esta punta de San-Gregorio hay unas llanadas bajas y llanas como valles y á manera de sementeras, unas verdes y otras agostadas, y una laguna de agua dulce, por donde y por la apariencia de la tierra, entendimos no haber por aquí rios, sinó lagunas y manantiales de que beben estos naturales. Esto pudimos juzgar, porque pisando la tierra podrá ser hallarse aguas corrientes. Embarcados en el batel, fuimos al navío sondando; y sea aviso que toda la bahía que está como dije desde la bahía de San-Gregorio, y punta de Nuestra-Señora-de-Gracia para tierra, es placel de dos hasta cuatro brazas. No se arrime a esta costa el navío que por aquí embocare, porque correrá riesgo; ántes surja á media canal, ó á lo menos no surja de doce brazas abajo, porque en siendo en ocho, á un cumplidor de dos bateles dará en tres y en ménos, y de baja mar quedará en seco. Y apenas hubimos llegado al navío con el batel cuando se levantó un viento oeste furioso, y como la maréa crecía contra el viento había mucha mar como teníamos experiencia de la furia de este viento, deseábamos levarnos y no podíamos, por que la furia de la corriente y viento que traía el navío dando guinadas de una parte á otra: y por esto esperamos á que la corriente fuese estoando, y en comenzando á ser ménos, viramos al cabrestante las amarras, y virábase con tanta facilidad, que todos creían que habían reventado las amarras y perdido las anclas, que nos fué causa de grandísima pena y temor de peligrar; pero perseverando con buen ánimo unos á una labor y otros á otra, y Pedro Sarmiento marcando la tierra para ver si íbamos á fuera ó á dentro, conoció estar sobre las anclas, y mirando las amarras conoció que navío hacía por ellas, y que la corriente que daba en la popa al navío le hacía virar el cabrestante tan fácilmente, y estar los cables en banda: y diciéndolo á voces altas la gente se consoló y animó mucho sabiendo que estábamos amarrados; y al fin, aunque con mucho trabajo de brazos, con grandes golpes de mar, que nos hizo quitar el masteléo de gabia, fué Dios servido que zarpásemos las anclas sin reventar los cables; y al virar, con las corrientes se atravesó el navío, y lo llevaba sobre los bajos, hasta que un papo de vela tomó viento y encaminó: y así con poca vela fuimos á descubrir la punta de San-Gregorio, detras de la cual descubrimos una buena bahía la cual habíamos visto cuando venimos á descubrir por tierra, como arriba se dijo; é yendo á orza nos fuimos metiendo en la bahía ó ensenada, hasta que cerramos la punta y cabo de San-Vicente con la de San-Gregorio, y dimos fondo en veinte brazas, cascajal y calláo menudo. El domingo veinte y uno de febrero amaneció claro y bonancible más en apuntando el sol á salir comenzó el viento leste a ventar, y miéntras más el sol fué subiendo, tanto más el viento fué tomando fuerza. Y luego por la mañana parecieron naturales sobre la costa, y nos dieron voces é hicieron fuegos. Respondimoles con bandera blanca en señal de paz; y estando apercibido Pedro Sarmiento para ir en tierra á dalles algunas cosas y hablalles, creció tanto el viento que no convino ir en tierra entónces. Este dia tomamos todos tres el altura en cincuenta y tres grados, en los cuales está esta bahía y punta de San-Gregorio. Desde el cabo de S.-Gregorio se ve otro cabo la vuelta del nordeste cuarta al leste, cinco leguas, que es la que arriba se nombró Nuestra- Señora-del -Valle en la costa del norte, y entre una punta y otra se hace una grande ensenada en arco, que se nombró ensenada de las Once mil Virgenes. Y desde la punta de San-Gregorio parece otra punta en la otra costa del sur, que llamamos punta de San-Isidro, noroeste-sueste (toma de la cuarta del sur) cuatro leguas. Hoy hasta mediodía hizo frio miéntras el cielo estaba sereno y claro, y de mediodía adelante se turbó el cielo y hizo ménos frio. En esta ensenada no corren tanto las aguas de creciente, ni menguante. Así como sigue esta ensenada de punta á punta, y aun desde la punta de Nuestra-Señora-de-Gracia hasta el cabo, ó punta de Nuestra-Señora-del-Valle, una legua la tierra adentro se tiende una cordillera como loma, no muy alta, ni tampoco muy baja, igual, pelada, que tendrá más de ocho leguas, y va adelgazando y aguzando sobre la punta de Nuestra-Señora-del-Valle, que hace esta figura. Este mesmo dia domingo ya tarde abonanzó algo el viento y se asentó la mar, y luego parecieron otra vez naturales en tierra dando voces y capeando; y por ver qué querian, y saber algo de aquella tierra, Pedro Sarmiento fue en el batel y otros diez y ocho hombres. Y llegados á tierra, se mostraron solos cuatro indios con arcos y flechas en las manos, y hechas señas de paz, alzando las manos, y diciendo Axijtote, que quiere decir hermanos, saltamos en tierra; y los naturales tomaron un alto, y por señas entendíamos que decían embíasemos uno, y así se embió uno solo sin armas, con algunos dones de cuentas cristalinas y cascabeles y peines, y les dió; y luego dijeron que aquel bajase, y así lo hizo, y subió otra vez el alférez solo, y con él les embió el general mas dádivas, y lo recibieron; y con todo no se quisieron asegurar. Y visto esto, Pedro Sarmiento mandó al Alférez que se bajase, y así lo hizo. Y como ni por dádivas, ni halagos los indios no se querían asegurar, determinó Sarmiento dejallos y subir á lo alto de la barranca por diferente parte de donde estaban los indios, por no escandalizallos, para sólo explorar la loma y llanos y canales: y puesta la gente en órden subió la barranca por una ladera arriba, y ántes que llegásemos á la cumbre de la barranca vinieron los cuatro flecheros, y sin dalles ocasión alguna y habiendo recibido los dones, comenzaron á despender muchos flechazos en el General, que iba delante, y en el Piloto-Mayor y Alférez, que iban á su lado, y diéronles á cada cinco ó seis flechazos fuertemente dados y con gran presteza; y al General dieron una en la frente entre los ojos que fué á soslayo, y le hizo poca sangre, y otra en el lado derecho, que le defendió una cuera de anta, y las demás en la rodela, y al Alférez le pasaron la ropa y capelete, y le metieron otras en la rodela, y al piloto le dieron por el cuerpo y brazos y rodela, y fué herido un soldado en el ojo. Nombrábase el soldado Pedro de Aranda, el cual como fué herido, dijo: muerto me han; y el Alférez como lo oyó dijo que se volviesen abajo; y el General de tropel, diciendo: adelante, arremetió á los cuatro indios, los cuales huyeron con tanta velocidad que por presto que fuimos en lo alto, que estaba muy cerca, ya los indios parecían tan lejos que ningun arcabuz los alcanzara: y puesta la gente en órden seguimos la loma adelante por la tierra adentro por ver la tierra y su dispusición. Descubrimos unos grandes llanos entre dos lomas muy apacibles á la vista y de muy linda verdura como sementeras, donde vimos mucha cuantidad de vultos como casas, que creímos ser casas y pueblos de aquella gente. No llegamos allá por quedar el navío en condición, por quedar con poca gente y ser menester mucha para valer un navío cuando viene la furia de la tempestad, que aquí siempre se ha de esperar, aunque esta es tierra mas templada que las demás pasadas: y con ver esto, nos volvimos por esta causa, y á la vuelta hallamos dos capas de pellejos de ovejas, con su lana, como las de la tierra del Pirú, y unas abarcas, que como se les dió priesa y huyeron desatinados, no tuvieron lugar de podellas llevar, y nos volvimos al navío, y el herido fue curado. Esta noche hizo á ratos bonanza, y de cuando en cuando viento fresco. Lúnes 22. de febrero al amanecer comenzó á ventar nornordeste con mucha fuerza, y dende á poco saltó el norte, y luego al noroeste, que ventó bramando hasta las once del día. A esta hora saltó al oeste, y luego al sudueste, y dende á poco abonanzó algo: por lo cual nos levanmos de allí á la una del dia prosiguiendo nuestro descubrimiento; y porque el oeste venía cargando, y para correr á popa no teníamos lugar, por estar cercados de tierra, y no teníamos certidumbre de la derrota que corría la canal para osar arrojarnos á lo de adelante, y porque es necesario aquí surgir cada noche temprano, atravesamos á la otra costa de la tierra del sur cinco leguas á una ensenada nornoroeste-susueste con la punta de S.-Gregorio; y llegando temprano surgimos detrás de una punta que ántes se dijo, nombrada Sant-Isidro, en una ensenadilla de tierra muy baja de playales de arena en diez brazas, un cuarto de legua de tierra: y en acabando de dar fondo se tornó á lanzar la sonda, y ya estábamos en siete brazas, y el agua vaciaba y no sabíamos lo que allí descarna la mar, y nos temimos de lo que es ordinario, que en tierra baja ordinariamente descarna mucho y desplaya el mar en las menguantes: por lo cual, temiendo quedar en seco, nos levamos; y rehusando el navío para afuera con el viento sudueste que venía de sobre-tierra, volvimos á surgir en quince brazas, y luego cargó el viento mucho y garraba la áncora por ser el fondo acantilado, y volvimos á coger el áncora, y surgimos tercera vez en nueve brazas de fondo parejo arena; y de baja-mar venimos á estar en seis brazas. Esta noche abonanzó algo, aunque de rato en rato ventaba mucho el sudueste y oessudueste con algún frio, porque estos vientos son aquí los más frios; pero esta region es más templada, y hace mejor tiempo que en las pasadas, y bien se echa de ver, pues sufre tanta población de gente muy bien dispuesta, y ganado manso y bravo y caza; y según Felipe el indio grande dice hay algodón, que es la mayor prueba de tierra templada, y canela, á que llaman cabca. Aquí el Cielo es muy sereno y las estrellas se muestran muy claras, y se dejan bien juzgar, marcar, arrumbar. Aquí es cosa muy provechosa el crucero que está treinta grados sobre el Polo-Antártico, del cual nos aprovechamos para tomar las alturas del Polo, como se hace de la estrella norte al septentrión, aunque con diferente cuenta: y porque este crucero no sirve para todo el año sinó solamente ciertos meses dél; trabajó mucho Pedro Sarmiento de buscar otra estrella Polar, mas propinqüa al Polo, de más breve cuenta, y mas general y perpetua. Y como la diligencia hace que la investigación sea fructuosa, fué Dios servido que la descubriese y verificase; y así en muchas noches claras, con muchas experiencias, ajustó las estrellas del crucero y sus guardias, y de otros dos cruceros y de dos polares de muy poca circunferencia, con el favor de Dios, que serán de grande utilidad á los Navegantes curiosos que se quisiesen valer y aprovechar de ellas; y serles ha forzoso el tiempo que no pudieron aprovecharse del crucero, que es la mayor parte del año. Desta observacion que á gloria y honra de Dios se hizo, y otras deste género para ciertas verificaciones de alturas de latitud y longitud, se dirá adelante parte, y lo demas en otra parte que será su propio lugar, que agora no parece buen proceso mezclar astrologías con itinerario y derrotero. Mártes veinte y tres de febrero, en saliendo el sol comenzó á ventar el oeste furioso y muy frio; y como esta tierra es baja no nos reparaba ni abrigaba nada, y por que no reventase este cable solo bueno que teníamos; aunque hecho por muchas partes pedazos (pero era todo nuestro socorro y salvación despues de Dios), á los pilotos mayor, y Hernando Alonso les pareció bien que nos hiciesemos á la vela por poder correr todo el día con la maréa y contra ella, y así nos levamos y fuimos siguiendo nuestro estrecho, dejando á la mano derecha una ensenada que entra por la tierra del sur más de seis leguas. Nombróse ensenada de San Felipe adelante de la punta de Sant-Isidro, y fuimos corriendo la vuelta del nornordeste, atravesando la canal así por descubrir una angostura que adelante parecía: é yendo al nornordeste fuimos entrando en una ensenada en la costa del norte, que fué nombrada ensenada- de -Santiago, que está norte-sur con la de San-Felipe: y estando tan adelante que descubríamos la angostura, íbamos sondando por vein te brazas. De repente dimos en ocho brazas; y apenas se hubo sacado la sonda del agua y vuéltola á echar con grandisima presteza, cuando nos hallamos en ménos de tres brazas; y un marinero que iba en el batel que llevabamos por popa, entendiendo que la nao había tocado (según él dijo) metió en el agua un palo de dos brazas y media de largo y sin acaballo de lanzar todo llegó al fondo con las dos brazas, y este navío demanda las tres brazas de agua, ó muy poco menos. Estábamos todos en confusión mortal, como suelen estar los que esperan ser ahogados y perdidos en tierras ó mares donde no hay otro remedio sinó del cielo: y acordándonos de éste, encomendámonos á Nuestra Señora la Madre de Dios de Esperanza, nuestra abogada, cuyo nombre esta nao tiene, y milagrosamente nos libró su precioso Hijo por su intercesión. Infinitas gracias le doy á mi Dios y Señor y á su preciosima Madre la Virgen María que tantas mercedes nos ha hecho en este descubrimiento, librándonos por momentos de la muerte y de otros infinitos peligros. Y luego dio la nao en ocho y diez y más brazas, y el viento oeste vino cargando furiosamente, y con un papo de vela del trinquete embocamos por la angostura que tiene de ancho ménos de media legua, barranca por la una parte y por la otra, y de largo tres leguas. Córrese lesnordeste-oessudueste. Aquí corre mucho el agua y hay mas de cincuenta brazas de fondo arena y calláo, y por la barranca de la tierra del norte hace playa de calláo. Esta estrechura fue nombrada por Pedro Sarmiento angostura de Nuestra- Señora-de -Esperanza, á quien nos encomendamos en el peligro. A la boca y al cabo destas tres leguas en la costa de la tierra del norte hace una punta delgada, que se nombró punta-Delgada, y al sueste echa una restinga de herbazal, bajío, larga á la punta que está en la entrada de la angostura de Nuestra- Señora-de-Esperanza á la banda del norte. Nombróse barranca, y á la otra que está enfrente de ella al sur media legua escasa de travesía fué nombrada punta-Baja. De esta punta-Baja sigue la costa por esta parte del sur derecha al leste cuarta al nordeste cinco leguas y media hasta una punta muy baja, que llamé punta-Anegada. Esta punta-Anegada, con la Punta Delgada demoran la una por la otra nordeste-sudueste cuarta de leste-oeste tres leguas. Al norte desta punta-Anegada, juncto á ella, está un bajío de hierbas que sale á la mar de un tiro de arcabuz de largo (prolonga norte-sur). En llegando á la punta-Delgada donde ya la angostura tiene mas de una legua de ancho, cargó tanto el tiempo del oeste, que procurábamos abrigarnos, así por el peligro de la nao, como por no perder el batel y un marinero que iba en él gobernándole con mucho peligro. Y así como pasamos de la Puncta Delgada, descubrimos una gran ensenada á la parte del norte, que llamé Nuestra- Señora-del- Remedio; y quiriendo entrar en ella vimos un isléo y una restinga de bajos, y herbazales muchos; por lo cual no osamos llegarnos á ella, y pasamos de largo hasta otra punta que está lesnordeste-oessudueste con la Punta-Baxa diez leguas. Llamó el Capitan á esta punta punta de Consolacion, y todo lo que hay entre una punta y otra es bahía y ensenada en arco, y por cima della va una loma baja. Y ántes de llegar á la punta de la Consolacion, yendo por veinte brazas, dimos en cuatro brazas, media legua de tierra, que tambien nos vimos en harta fatiga, y tambien la Madre de Dios nos consoló con sacarnos della: y por esto llamé á esta punta de la Consolacion. Esta punta de la Consolacion demora con la puntaAnegada nornordeste -susudueste tres leguas de canal en medio. Cuando llegamos á esta punta de la Consolacion tomamos el altura en cincuenta y dos grados y medio largos. Desde esta punta de la Consolacion descubrimos otra punta baja en la costa del norte que demora al leste cuarta al nordeste cuatro leguas. Llamé á esta punta el cabo de la Virgen María; y en medio de este cabo y el de la Consolacion hace la tierra costa derecha algo cercada de barranca alta; y desde la punta- Anegada es costa la costa del sur, y va la vuelta del sur, y hace una gran ensenada, que se extiende y ensancha por aquí la boca del estrecho mas de diez leguas, y todo lo que pudimos determinar fué una tierra norte-sur, con el cabo de la Virgen-María diez leguas. Llamé al cabo de aquella tierra cabo del nombre de Jesus, y á la ensenada que hace entre este cabo y la punta Anegada llamamos ensenada de Lomas, porque por toda esta ensenada prolonga una loma, tierra mas alta que la de la banda del norte; y porque no víamos tierra adelante la vuelta del leste, y nos temímos que podríamos topar en alguna tierra baja, como cada rato la topábamos, y sin vella nos hallábamos en muchos peligros: por lo cual el Piloto-Mayor mandó tomar los penoles del trinquete, y amainado con solo un papo de vela, fuimos, para solo gobernar, navegando, por andar poco, sinó solo de parte de aquello que veíamos y se había determinado desde los topes de los másteles. A prima noche fué servido Dios que abonanzó el viento y mar. Metimos el batel y marinero en la nao de noche con el favor de la Madre de Dios, y como á las nueve de la noche comenzamos á gobernar al lesnordeste, y íbamos por veinte y veinte y dos brazas; y al cabo de una, ó dos horas dimos en siete brazas y media, tres leguas del cabo de la Virgen-María, teniéndolo al nordeste: y amuramos la banda de la diestra, y fueron á la orza la vuelta del sur y del susudueste buscando mas fondo, y fué creciendo el fondo hasta cuarenta brazas y más, y de allí volvieron á gobernar al sueste, y luego tornamos á dar en trece brazas, y volvimos al susueste y al sur, y llegamos á veinte y dos brazas; y así fuimos con grandísima zozobra toda la noche. Los pilotos Anton Páblos y Hernando Alonso en toda la noche no hicieron sinó sondar, que cuando amaneció tenían las manos pasmadas ellos y los marineros que, los ayudaban, de echar y halar la sonda del agua y frio. Toda esta noche hubo bonanza de mar, y viento oeste y oessudueste. |
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