Malvinas
La flota punitiva, desproporcionada y contra la ley internacional
Esta Tercera Parte del ensayo pretende dejar demostrado que Comenzaremos por memorar que conforme el texto de Cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones adoptó Ponderable, por el contrario, resulta En el punto 2do. dispuso: “Urgir al Gobierno de El otro error de no menor entidad, giraba en torno a marginar que nuestro país jamás se negó a sentarse diplomáticamente a la mesa de negociaciones para obtener, pacíficamente, la restitución de la soberanía de las Islas Malvinas, sin lograr jamás la correspondiente actitud británica que una y otra vez desatendió las conminaciones de Así lo había advertido nuestro Representante Permanente ante las Naciones Unidas, el señor Juan Carlos Beltramino cuando en 29 de julio de 1981, en Carta Dirigida al Secretario General de Naciones Unidas, después de recordar que nuestro Gobierno ha invitado al Gobierno del Reino Unido a impulsar resueltamente el proceso formal de negociaciones destinado a resolver de manera definitiva la reivindicación de nuestros país sobre las Islas Malvinas”, expresó que “La situación de Malvinas constituye en 1981 un anacronismo tanto inaceptable cuanto insostenible”, por todo lo cual Argentina “no cree que pueda seguirse esperando indefinidamente una solución mientras no se negocie con la debida profundidad y con la firme voluntad de llegar a un acuerdo, advirtiendo que no es posible diferir esta cuestión que afecta la integridad territorial y la dignidad nacional” 18. Cabe cuestionarse: ¿Por qué el Consejo de Seguridad postergó en su Resolución n° 502 la aplicación de ¿Y por qué la señora Thatcher en un Mensaje en el año 1984 sostuvo la inmoral y antijurídica tesis de que: “Gran Bretaña no podía ceder en negociaciones lo que sus soldados habían ganado en la batalla”, ratificando de tal guisa que al Reino Unido no le interesa quién posea la fuerza de la razón sino únicamente quién invoque la “razón de la fuerza”? El Dr. Pedro David, Juez ad litem del Tribunal Penal de “Es un tema importante. Es la asimetría del poder en el mundo, un desequilibrio de poder que está presente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde un número de países que cabe en los dedos de una mano tiene el control de las grandes decisiones mundiales. Por eso se habla constantemente de una reforma al sistema del Consejo, para ampliarlo de forma tal que haya una participación más efectiva de los países con menos poder”. 19 Esta conducta del Consejo de Seguridad se reiteró cuando una moción de “alto el fuego” madurada tiempo después, fue vetada nada menos que por la representante de Estados Unidos de Norteamérica, Jeane Kirkpatrick, considerada como integrante del denominado “grupo latino”, no obstante haber sostenido en alguna ocasión durante el conflicto que “si las Islas pertenecían efectivamente a ¿Qué misteriosos poderes e influencias obligaron a la citada representante de EE.UU. a abortar con su veto una moción de “alto el fuego” que hubiera salvado cientos y cientos de vida y puesto las cosas en su quicio?. Pero resta todavía inventariar muchos más hechos, desgraciados, y que patentizan a qué extremo de perfidia y maldad, se extendió y se prosigue manteniendo el accionar opresor de la potencia colonialista en el caso “Malvinas”. Brevemente: 1) Documentos desaparecidos: “Los documentos retirados del Archivo Público (en Gran Bretaña) cuando comenzó la guerra no han sido restituidos al firmarse la paz. Las noticias estuvieron rigurosamente dirigidas durante la lucha; ahora parece que uno de los principios por los cuales se hizo la guerra podría ser tan incierto como para que se considere necesario censurarlo”. 2) El Informe de Lord Franks: “El Presidente de 3) La perversa traición a las Reglas comprometidas, a fin de “hundir el Belgrano” de modo cruel e inhumano, acto que ha sido denunciado como práctica de un genuino “genocidio”. La mayoría de los relatos británicos respecto de las causas del hundimiento del “Belgrano” no coinciden con la versión oficial. Dice el Almirante Woodward:”A primera hora de la mañana del 2 de mayo todos los indicios señalaban que el portaaviones argentino Veinticinco de Mayo y un grupo de escoltas se habían deslizado por entre mi barrera de vanguardia de submarinos nucleares hacia el norte, mientras el Crucero “Belgrano” y sus escoltas intentaban completar el movimiento de pinzas desde el sur, todavía fuera de 4) Más confirmaciones de la violación a las “reglas establecidas por la propia potencia colonialista”.Aunque parezca inverosímil, ha sido el propio y mismísimo Sandy Woodward, Comandante de Los datos fácticos-históricos que se han reseñado en párrafos precedentes han sido confirmados recientemente por el Almirante Harry D. Train, de Lamentablemente, se han deslizado alrededor de este tema –a veces con escalofriante ligereza– algunos comentarios tendientes a sentar la tesis (gravemente errónea) de que el hundimiento del Belgrano no fue un “crimen de guerra”. Así lo expresó, por ejemplo, nada menos que el Comandante del Crucero General Belgrano Capitán Héctor Bonzo, aseverando que: “Crimen de guerra nunca. Fue un hecho de guerra. Los actos de quiénes están en la guerra, como el ataque del submarino, no son un crimen. Fue un hecho desgraciada y lamentablemente lícito. El crimen es la guerra. Nosotros estuvimos en el frente de combate y sufrimos las consecuencias. Yo, desde el día 30 tenía orden de disparar y si delante de mí hubiese estado el submarino que había salido a la superficie por una avería, yo le tiraba con los quince cañones hasta hundirlo. Llamarlo “crimen” fue una acción psicológica de guerra” 24. Estas manifestaciones como las del señor Richard Hask quién concomitantemente sostuvo que: “Para nosotros la zona de exclusión significaba poco. En ese momento estábamos en guerra”, implican sumergirse en un terreno cenagoso muy próximo a la región o zona de la “inmoralidad”. En efecto: Tratadistas profundamente estudiosos de la “manera de hacer la guerra” nos han legado enseñanzas teñidas de hondo humanismo, que no podemos marginar quiénes pretendemos la defensa de valores éticos de trascendencia destinados a alumbrar un nuevo mundo donde no se repitan hechos trágicos como los perpetrados por la alienación nazi (en ciertas oportunidades, también por los “aliados” que luchaban contra “el eje” alemán-japonés-italiano durante la segunda guerra mundial (1939-1945)), por más esfuerzo que se desplieguen con pseudo argumentos o argucias tratando de justificar ciertos crímenes de “lesa humanidad” so pretexto de haber sido cometidos en medio (durante) de la “guerra”. Muy por el contrario, cabe predicar, con todo énfasis, que la guerra no implica un paréntesis para la moral. Simplemente plantea a ésta unos problemas particulares. Una de las “Normas esenciales” de esta doctrina humanista se trasunta en la “prohibición de los actos intrínsecamente malos”, “incluso en tiempos de guerra (y ello se debe) a la malicia intrínseca de los mismos”. Admitir que el fin justifica los medios, cualesquiera que éstos sean es la negación de la moral. Si unos actos son intrínsecamente malos (asesinato, violación, tortura, calumnia, bombardeo de ciudades o establecimientos de salud como hospitales, v. gr., etc.), lo siguen siendo cualesquiera que sea el objetivo que se persiga 25. El Reglamento de Un caso de auténtica “falsedad” y “deslealtad” “en el comportamiento con el enemigo”, ha sido, precisamente, el trazado por el Reino Unido de Gran Bretaña de una zona de exclusión a la cual se había prohibido el ingreso de nuestra flota so pena de ser abatida por las fuerzas británicas (interesadas en mantener el “Estatuto de Coloniaje” sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur), geometría circular seguida de una sorpresiva, imprevista y sigilosa “solicitud de cambio de las reglas adoptadas originariamente”, requiriendo “autorización” para atacar a las naves argentinas (en este caso el Crucero General Belgrano) fuera de la zona de exclusión y sin ningún previo aviso de la mutación de la tales “reglas” delimitativas del “teatro de operaciones”. Esto es una claridad meridiana. Veamos las siguientes alternativas relativas a dicha zona de exclusión, con vinculación a la posible “disimulación fraudulenta y desleal comportamiento” del Reino Unido: 1) Si la zona de exclusión se diagramó originariamente y comunicó a nuestro país con la predeterminada intención de ser respetada, y supuestamente hubiera sido mantenida incólume (es decir, respetada, sin cambio alguno, a rajatabla por el invasor británico) el Crucero General Belgrano no debería haber sido atacado y la atroz agresión seguida de muertes por centenares no figuraría en las páginas horrendas de la historia; (pero esa situación no es la que se produjo); 2) Si la zona de exclusión fue concebida primitivamente con la predeterminada intención oculta, maliciosa y abusiva de cambiarla en cualquier momento, a traición, violando la palabra empeñada y el compromiso asumido públicamente, ni siquiera era menester que el Comandante del “Conqueror” o el Comandante de 3) Si, por el contrario, habiéndose decidido en origen trazar reglas de conducta destinadas a ser respetadas conforme la “buena fe”, posteriormente tales reglas de conducta fueron mudadas en secreto, sin información al adversario, para poder agredir “alevosamente” (de seguro y a traición) ello equivalió a actuar (“durante el conflicto”, “en medio de la guerra”, “en acto y a través de hechos de guerra”) con mendacidad, con engaño, con disimulo fraudulento y con deslealtad en el comportamiento”, es decir, con perfidia. (Pruebas incontestable de esta conclusión se halla en la imposibilidad de responder coherentemente a la siguiente pregunta: si la zona de exclusión hubiera trazado con la voluntad e intención de ser respetada desde un principio, ¿cuál habría sido el motivo hipotéticamente “justificante” en cuya virtud el comandante británico debió pedir “permiso o autorización” antes de atacar al Belgrano?. El señor Richard Hask ha tratado, fallidamente, de aportar una inaceptable contestación al cuestionamiento recién planteado, aseverando: “Para nosotros la zona de exclusión significaba poco. En ese momento estábamos en guerra”; pero este razonamiento se inválida a sí mismo, cuando se lo contrapone a la necesidad de “pedir autorización para cambiar las reglas de juego”, pues si dicha zona de exclusión significaba “poco” es evidente que no resultaba necesario “pedir ningún permiso y/o autorización”. ¿Para qué molestar nada menos que a También el Almte. Sandy Woodward ensayó hilvanar una respuesta algo diferente (pero teñida de la misma incongruencia e inmoralidad que la del señor Richard Hask), expresando: La zona de exclusión no fue bien entendida. Lo que quisimos decir es que si alguien entraba desde Argentina iba a ser atacado, pero igualmente si estaba a Las aseveraciones transcriptas no resisten el menor análisis. El Almte. Woodward se contradice agudamente, pues no puede predicar al mismo tiempo con dos afirmaciones que se contraponen entre ellas. En efecto, no puede sostener, por un lado que “lo que quisimos decir es que si alguien entraba desde Argentina iba a ser atacado”, y por otro lado pregonar: “igualmente si estaba a Considerar que “basta estar en guerra” (“Los actos de quiénes están en la guerra... no son un crimen”, pregona el Capitán Bonzo, coincidiendo, muy lamentablemente con el Alte Woodward) para que todo valga, es sentar premisas que el día de mañana podrían sustentar la licitud de la tortura, del asesinato, de la guerra bactereológica, o química o nuclear, de las cámaras de gas, o la guerra con terrorismo o la destrucción de ciudades o el trato a los soldados heridos como si siguieran siendo combatientes. El Comandante del Belgrano tenía conocimiento (supongo) de la existencia de la zona de exclusión y si hubiera ingresado en dicha porción del teatro de operaciones, habría carecido de argumentos para sostener que en caso de haberse agredido su nave se hubiera cometido un “crimen de guerra”. Pero es el caso que el ataque de un submarino nuclear perpetrado sobre la base de una deslealtad en el comportamiento y disimulo fraudulento del agresor británico; es algo muy diferente y habida cuenta de las enormes pérdidas humanas en plano Atlántico Sur y en aguas heladas en las cuales es imposibles sobrevivir más de algunos minutos, no cabe duda alguna que se ha incurrido en un “crimen de guerra”. 5) El Banco Burdwood: amén de lo dicho, cabe advertir que el Banco Burdwood, tiene en sus capas más superficiales profundidad sobrada para los movimientos de un submarino nuclear, especialmente al perseguir un objetivo desde profundidad de periscopio, como hubiera debido hacerlo el “Conqueror” en todo caso, si el “Belgrano” viraba hacia el Norte. 6) Acusación de Tom Daylyel: Además, también cuadra subrayar que la diversidad de relatos tan cambiantes y contradictorios de fuente británica, sobre el rumbo y las intenciones del “Belgrano”, facultaron al dirigente parlamentario laborista Tam Daylyel a acusar a 7) El “ocultamiento” por Haig del Plan de Belaunde Terry: “Una carta de Francis Pym, Ex Secretario del Foreign Office, publicada en el Daily Mirror el 20 mayo 1983, declara que: “Si los peruanos habían preparado un tratado listo para firmarse la tarde del 2 de mayo, ciertamente no nos indicaron nada al respecto...”. Esta frase, se emparenta con la atinada y severa conclusión de los periodistas británicos que escribieron la obra “El Hundimiento del Belgrano”, para quiénes Haig había “llevado a nuestro Gobierno a un callejón sin salida”28. Pero los datos de Pym son contradichos por las narraciones del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú doctor Javier Arias Stella, mediante las cuales se ha sabido que entre las 8 y las 12 de la mañana del 2 de mayo Haig conoció en Washington todas las reacciones de Galtieri y Costa Méndez respecto de las propuesta peruana de paz juzgada por el Ministro recién mencionado, como absolutamente “practicable”, confirmado igualmente por boca del Presidente Belaunde Terry puesto que éste mantenía permanente contacto telefónico con Haig a quién tenía plenamente informado. Cabe añadir que en 3 países americanos existen pruebas grabadas de que 8) Las pruebas de la deslealtad de Haig en su función de Mediador: Basados los autores del “Hundimiento del Belgrano” en un serio artículo de investigación periodística publicado en nuestro país,30 se puede afirmar que “Haig nunca mencionó las cinco propuestas argentinas de paz manteniéndolas ocultas, manifestando el Senador Helm que uno de sus contactos en el Pentágono había dicho que Haig nunca mencionó allí las propuestas citadas, y los asesores del Presidente Reagan añadieron que él también fue mantenido en ignorancia de ellas. Según Helms, Reagan pidió entonces las propuestas argentinas a Haig, que no tuvo otra opción que presentárselas. Reagan comentó: “esto es mucho más razonable que lo que Haig nos refirió”.“Haig perdió su oportunidad”.31 Una corroboración incontestable de la doblez de conducta del señor Haig se halla en sus declaraciones vergonzantes (pero nada avergonzadas) en el sentido de que “nunca fue imparcial en el conflicto de Malvinas” y “que desde un principio consideró que el desembarco argentino en las islas había sido ilegal y que en caso de guerra EE.UU. debía apoyar a su aliado tradicional, Gran Bretaña”32. Cabe cuestionarse: ¿Cómo pudo proponerse y constituirse en mediador una persona que confiesa no haber sido imparcial desde el comienzo?. ¿Con qué equilibrio y ecuanimidad iba a cumplir su trascendente papel de mediador entre ambas partes si evaluaba como “condenable” la conducta de Argentina?. ¿Fue por esa causa que, innoblemente, ocultó a las autoridades de EE.UU y de Gran Bretaña las equilibradas propuestas de nuestro país, conduciendo de tal modo a nuestro Gobierno a “un callejón sin salida”?. 9) Las tramposas y sibilinas propuestas del “Mediador” Alexander Haig: Conviene, antes de adentrarnos en las oscuras y tramposas sugerencias o propuestas del Secretario de Estado Alexader Haig, recordar que el memo (mejor dicho el Acuerdo de Paz), elaborado por Argentina junto con el Presidente de Perú Fernando Belaunde Terry había aceptado en su punto 3 que “Tres partes gobernarán las Islas interinamente”, resultando por tanto insidiosa la publicidad que se dio a una supuesta negativa cerril de nuestro país a la “tesis de las 3 banderas en las Islas”. (Y si alguien no pudo desconocer este Acuerdo era Haig, que mantuvo permanente contacto con Belaunde Terry). La “Propuesta Argentina de Paz (19.IV.82), por demás equitativa y equilibrada, además de proponer el “cese inmediato de hostilidades” y el retiro de ambas fuerzas armadas así como el cese de la zona de exclusión, aceptaba constituir una Autoridad Especial Interina integrada con representantes argentinos y la integración a la denominada Administración Tradicional de representantes argentinos, y también admitía que, “Las banderas de cada uno de los miembros constitutivos de El Memorándum de Acuerdo de Haig del 27.IV.82, aun conteniendo algunas cláusulas que se podrían analogar a la de La respuesta argentina del 29.IV.1982: En escasamente 48 horas la representación argentina debió rechazar (aunque sin cerrar herméticamente la puerta a la continuación de las negociaciones) esta tramoya urdida por el supuesto Mediador, exponiendo que “Sobre estas dos cuestiones –reconocimiento de soberanía y régimen de administración provisoria– se han basado fundamentalmente las conversaciones que hemos mantenido. Los restantes problemas tienen más sencilla solución si hay acuerdo sobre los puntos que se acaban de mencionar”... En materia de administración de las Islas se ha disminuído el número de representantes argentinos... Nos encontramos así ante la posibilidad cierta de que se establezca una administración predominantemente británica sin término fijo de expiración. “En lo que toca a la cuestión de soberanía se ha quitado toda precisión al concepto de integridad territorial y se ha introducido el elemento nuevo de un virtual referendum para consultar “los deseos” de los habitantes en abierta oposición a la resolución 2065 de las Naciones Unidas y a la posición invariablemente sostenida por 10) Declaración de Haig, del 30 de abril de 1982: Sostuvo el “Mediador” que: “Desde el comienzo los Estados Unidos fueron guiados por el principio básico del imperio de la ley y la resolución pacífica de las disputas”. Estas aserciones del Secretario Haig son falaces y no pueden ser ni compartidas ni, mucho menos, aceptadas. Si los Estados Unidos hubieran sido guiados por el “principio básico del imperio de la ley” habrían debido exigir a los invasores británicos que se retiraran de las Islas usurpadas con la violencia y la fuerza con que se aposentaron desde hace 173 años. Y si hubieran estado guiados por la resolución pacífica de las disputas no deberían haber vetado la orden de “alto el fuego” votada por unanimidad en el Consejo de Seguridad después de las Resolución 502 y deberían haber conminado a Gran Bretaña a sentarse a la mesa de negociaciones como permanentemente ha determinado Cabe cuestionarse: ¿Por qué motivo, entonces, no aconsejó el Mediador propuestas tendientes a la restitución en tiempo y forma de la soberanía usurpada por Gran Bretaña, aprovechando la buena disposición de nuestro país? ¿Y por que no transfirió al Presidente Reagan, en momento oportuno, todas las 5 propuestas de acuerdos de paz elaboradas por nuestro país?. Conclusiones 1) “Pax opus Justitiae est”. Y si 2) En el caso “Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur”, las Normas Jurídicas de 3) También se ha determinado que este coloniaje debe finalizar mediante negociaciones entre Gran Bretaña y Argentina, para restituir la soberanía en tiempo y modo a establecer, con respeto a los intereses, mas no a los deseos de los isleños. 4) También se ha señalado por Naciones Unidas que mientras tanto debe mantenerse un “status quo”, que ha sido y es patentemente vulnerado por las Fuerzas de Ocupación Británicas: a) Se ha creado 5) Deben difundirse en toda la población y en todas sus instituciones educativas, políticas y sociales, los derechos intachables e irrenunciables de nuestro país así como la absoluta falta de derechos de Gran Bretaña a continuar oprimiendo a las Islas Malvinas con actos de coloniaje apoyados sólo y únicamente en la ley de la fuerza, antidemocráticos y antirepublicanos. 6) Malvinas como Gran Causa Nacional: Las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur, con espacios marítimos e insulares correspondientes, como parte integrante del territorio nacional, cuya legítima e imprescriptible soberanía ratifica 7) Se ha perdido una batalla, pero las sienes de los soldados muertos heroicamente en abril y mayo de 1982 y de los veteranos sobrevivientes de la misma contienda, refulgen orladas con el laurel de la razón, la ley y Nadie tiene derecho a desertar de esta Causa Nacional. Podrán “desmalvinizar” algunos titulares ligeros de cierta prensa o de ciertos espíritus débiles y mal informados, pero nunca se desmalvinizarán los corazones y las almas de los hombres bienpensantes, que, por el contrario, ineluctable e indoblegamente perseverarán siempre en pos de la restitución de la “hermanita secuestrada” por el imperio colonialista. Nuestros derechos a la posesión anejos a nuestra soberanía son imprescriptibles y de una legitimidad absoluta e inatacable. Los vientos del Cielo Argentino siempre harán ondear nuestras banderas y latir nuestros corazones hacia las Islas irredentas. El Buen Dios, que providentemente conduce Todo lo hasta aquí dicho y fundado, al cumplirse un cuarto de siglo de |
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