La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Miguel A. Chiarpenello
Algo para recordar A mi esposa. A mis hijos. A mis nietos. Prologo La historia no se inventa: se narra. Esta frase antigua indica no sólo el camino correcto sino también la forma de recorrerlo. Los hechos que expondré no son fruto de un designio premeditado, ni se escribieron conforme a un plan de antemano concebido: son el resultado de circunstancias sucesivas, casi independientes a mi voluntad. Siempre sentí pasión por la historia argentina y dentro de ella por la de mi región y mi ciudad, donde La primera imagen, la original, pasó al olvido con destino incierto. Mi trabajo posiblemente la rescate de ese lamentable hecho, dado que indicaré un lugar donde, los que creen en ella, la veneran con profunda fe y devoción. Reconozco en mí una excesiva curiosidad sobre la suerte de esa primera imagen, sencilla, humilde pero atractiva, tallada en madera por manos de los originales habitantes de estas tierras orientados por sus evangelizadores. Esta curiosidad no es banal ni material sino sencillamente espiritual. Busqué todas las publicaciones e investigaciones sobre el tema sin encontrar nada significativo. Recurrí a varias personalidades de alto nivel intelectual y a aquellos que por alguna razón podrían estar al tanto de mi inquietud sin obtener ningún resultado. En general las respuestas fueron: “se perdió en la historia”; “vaya uno a saber”; “no hay constancias”; “el pasado se llevó muchas cosas”; “no es relevante investigar” y otras similares. Reconozco también que cada escollo fue aumentando mi interés y mis fuerzas. La necesidad de que se conociese bien y se divulgara todo lo relativo a la primera Imagen de Muchos historiadores sienten la tentación de acantonarse en la erudición, siguiendo, en el mejor de los casos, la filiación de las doctrinas. Se aferran a sus investigaciones, descubrimientos e interpretación de los hechos con una pasión desbordante. Hacen de su “verdad” toda la verdad enfrentando, en determinados casos, ríspidamente a otros que también exponen “su verdad”. Como no utilizo, por mi parte, el ilustre título de historiador, no deseo negar la verdad de nadie ni provocar polémica alguna. El propósito es relatar una serie de acontecimientos que emergen de una fuente dignísima de confianza y de acuerdo a investigaciones imparciales. En “ Opiniones emitidas de buena fe me indicaban la inconveniencia de hacer pública esta historia, pero eso sería traicionar mis ideales y a tantos que me alientan en la empresa. Expondré lo que me brota con sincera convicción y el deseo de honrar los hechos ocurridos y de valorar el esfuerzo de una familia honesta y patriótica, que con enorme fortaleza cristiana, conservó, cuidó y protegió la imagen que su fe le señalaba: la imagen original de Impacta y alienta el genial José Hernández. En su olvidable Martín Fierro nos dice: Es la memoria un gran don, Calidá muy meritoria Y aquellos que en esta historia Sospechen que les doy palo, Sepan que olvidar lo malo También es tener memoria. Más naides se crea ofendido, Pues a ninguno incomodo Y si canto de este modo Por encontrarlo oportuno. No es para mal de ninguno Rosario, febrero de 2010 |
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