Alvear
Alvear, todo un paraÃso sobre ruedas Desde que se instaló la fábrica de autos General Motors el pueblo vive un fuerte crecimiento Alvear.— A sólo diez minutos de Rosario, a nada más que un paso de la gran ciudad, un oasis de tranquilidad es posible. Y si no, que lo digan los habitantes de Alvear, que además de respirar una paz que por estos dÃas es inapreciable en otros lugares, casi han hecho realidad el pleno empleo, la falta de desocupados, y reducido al mÃnimo la sensación de inseguridad que otros padecen. Desde el par de kilómetros del acceso que la conecta con la ruta 21, el pueblo adelanta la prolijidad que el visitante encontrará en cada una de sus calles interiores. Al arribo, un Cristo con sus brazos abiertos preanunciará la paz y tranquilidad que se advierten a poco de comenzar la recorrida. Casi sin historia oficial ni fecha de fundación, hace sólo medio siglo que sus autoridades decidieron consagrar el pueblo a Con El perfil industrial. Pero el verdadero cambio de perfil pueblerino llegó acompañado por la industrialización, fomentada desde la década del 70 y que alcanzó su máximo esplendor desde 1994, con la radicación de la automotriz General Motors (GM). La instalación del puerto de Cargill, hace un par de años, fue la frutilla del postre. “Y sÃ; antes de eso se podrÃa decir que éramos un pueblo más, pero la llegada de Un censo propio. En Alvear ya no saben cuántos son. El último censo indicó que vivÃan allà 3.000 personas, pero “Estamos censando a la población. Cada dÃa son más los que eligen vivir aquÃâ€, adelanta Mirta. Las casas de fin de semana son ahora residencias permanentes, y en los baldÃos hay nuevas viviendas, asi que necesitamos saber cuántos somosâ€, se enorgullece Mirta. El viejo boliche de barrio Las Ranas Aunque se desconocen mayores datos sobre su fundación, se sabe que el pueblo comenzó su vida desde el barrio Las Ranas, cuatro manzanas ubicadas al este de Alvear, habitadas por trabajadores. “Aquà estaban las casas más antiguas, con más de cien años de antigüedad; la última fue demolida hace unos añosâ€, coinciden los vecinos de Las Ranas. Justamente, es una antiquÃsima edificación del barrio la que alberga a uno de los boliches tradicionales del pueblo y conocido por todos como “lo de Chanchitaâ€. Chanchita es Ramón Oroná, un cordobés llegado hace 43 años a Alvear y que en una casa que “debe tener cien años†abrió su comedor y bar. Mientras unos vacÃos humean en la parrilla —“hoy tengo 20 personas a almorzarâ€, dice—, Ramón cuenta que allà “se juega a las cartas, a las bochas, y cada dos por tres hay alguna guitarreadaâ€. Un cartel llama la atención del visitante: “En este lugar están prohibidas las conversaciones polÃticasâ€, advierte. “Usted vio como es; se empieza charlando sobre polÃtica y casi siempre se termina en peleaâ€, dice Oroná al borde de la cancha de bochas, mientras el cronista piensa que allà se gestó una parte importante de la historia de un pueblo. Osvaldo Flores l La propuesta de cultura y deportes. Con una oferta educativa adecuada, Alvear cuenta con dos escuelas primarias (la Nº 153 del paraje rural Monteflores data de 1850 y es una de las más antiguas de la provincia), un secundario, un bachillerato para adultos, un centro de alfabetización y dos jardines de infantes. A ello se suma que en el Centro Cultural comunal se dictarán próximamente clases de computación, no bien se concrete la donación de General Motors de 60 computadoras. El Club Social y Deportivo Alvear satisface las necesidades deportivas. Como todo pueblo que se precie de tal, en el plano futbolístico no falta la mención de los archirrivales, de la vecina Pueblo Esther. “Cada clásico fue, y todavía es, picante y de dientes apretados”, ilustra don José, un jubilado “con todo el tiempo del mundo para disfrutar las bondades de este pueblo querido”. |
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