Colonia Belgrano, un gran jardÃn
Un pueblo que
recrea prolijas
costumbres de la
antigua inmigración
suizo-alemana
Colonia Belgrano. — El pueblo, de poco más de 1.300 habitantes, reluce por la prolijidad de sus calles y los espacios verdes muy cuidados, pero principalmente por la atención de los fronteros en la ornamentación de sus viviendas y jardines. Según cuentan, es el resultado de una buena costumbre de los inmigrantes suizos y alemanes, que perduró a través de los años; sin importar el valor o el tamaño, la vivienda debe estar bien cuidada.
Esa atención se pone de manifiesto además en los espacios verdes comunales y en la plaza central, cuyo diagrama inicial fue de cuatro manzanas, pero posteriormente se ocuparon dos con edificaciones institucionales como la comisarÃa, el correo, el juzgado de paz y la biblioteca popular.
La planta urbana es un damero de ocho cuadras por nueve ubicado en el centro transversal de la bota santafesina, a la altura de la ruta provincial 64. Dista de Rosario 180 kilómetros y 170 de la capital provincial. Fue fundado el 8 de marzo de 1883 por Froilán Ortiz y su economÃa se fundamenta en establecimientos agropecuarios.
Sin embargo, cuando el foráneo se interioriza sobre la vida y costumbres del lugar, advierte que la dedicación no sólo se aplica a cuestiones estéticas sino que también se percibe en el empeño puesto en la vida institucional.
Las cuatro escuelas primarias —dos de ellas son rurales—, la secundaria, el hogar de ancianos, la biblioteca, el club y las dos iglesias, son testigos del empuje y el tesón de una población empeñada en el buen desarrollo de sus instituciones.
Dos iglesias. Un párrafo aparte merece la actividad de las dos iglesias. Además de la católica apostólica romana, funciona enla localidad la Iglesia Apostólica Valdense, cuyos practicantes construyeron allà el primer templo de ese culto en toda Sudamérica.
La vida de ambas feligresÃas es motivo de admiración para quienes visitan la localidad. Permanentemente comparten actividades, cruzan invitaciones para sus ceremonias y apoyo para el funcionamiento de sus centros religiosos. “En los actos oficiales siempre se invita al pastor y al sacerdote para que ambos realicen sus respectivas bendicionesâ€, explicó el presidente comunal, Walter Falchini.
Emprendimientos. Los belgranenses tienen una prolÃfica historia de emprendimientos metalmecánicos y de deportes tuerca, cuyo nivel alcanzado sorprendió siempre a la región. En relación a la cantidad de habitantes, históricamente hubo en la localidad un buen número de talleres e industrias que hicieron que los niveles de desocupación fueran siempre insignificantes.
Del mismo modo trascendieron por su desarrollo, mecánicos y empresarios como los hermanos Ives y Ronald Long, dos exitosos hombres de negocios nativos del lugar, que instalaron concesionarias de automotores en San MartÃn de las Escobas, Rafaela, San Francisco, Las Rosas y San Jorge.
Además de la fama de los productos lácteos de una firma local, las fábricas de máquinas para la construcción, de repuestos para automotores, de perforadoras de banco y de compresores de aire, hacen trascender a nivel nacional el nombre de la localidad en los ámbitos de la industria metalmecánica.
Un humedal para cuidar el futuro
A cinco kilómetros al sur de la población está la antigua estación del ferrocarril Federico Wildermuth. A su alrededor se erigen antiguas casonas construidas cuando los trenes se encontraban en actividad. Allà viven unas 190 personas que desarrollan principalmente tareas agropecuarias. Este poblado depende de la administración comunal de Colonia Belgrano.
También, con el nombre de Federico Wildermuth, funciona una fundación que regentea un humedal catalogado por el Estado como reserva provincial.
En esta unidad, de 1.283 hectáreas de superficie, se privilegian la compatibilidad entre la explotación agropecuaria y la conservación de zonas naturales, y se permite la permanencia de especies exóticas y la explotación de los recursos, pero sin utilizar agroquÃmicos.
Confusión en torno a un nombre histórico
En 1999, el entonces presidente comunal Javier Ceaglio presentó un proyecto ante la Cámara de Diputados para subsanar un “error histórico†cometido con el nombre de esta localidad ubicada en el centro santafesino.
Ceaglio sostuvo que el verdadero nombre es Bel Grano, que en italiano significa bello o hermoso trigo y corresponde a una condición que “actualmente se sigue observando ya que en la zona se levantan cosechas de trigo de gran rinde y alta calidadâ€.
Hasta hoy, muchos pobladores expresan incertidumbre sobre el nombre correcto. Algunos optan por utilizar “el original†y otros “el oficialâ€. Durante la gestión de Ceaglio, en el acceso al pueblo se podÃa leer en el cartel carretero: “Colonia Bel Granoâ€. Ahora, la inscripción fue cambiada por el apellido del prócer.
Al ingresar al bulevar principal de la localidad, una placa define: Colonia Belgrano; no obstante, al transponer la plaza central se lee en un monolito construido para conmemorar el cincuentenario, el nombre en italiano.
Lo mismo sucede con diversas instituciones; la mayorÃa utiliza el nombre oficial, pero el hogar de ancianos se llama “Colonia del Bel Granoâ€. También se puede observar que para los autores de algunos escritos institucionales, la forma de estampar el nombre los tiene sin cuidado, utilizan los dos sin ningún reparo.
Luis Emilio Blanco l La Capital l Miércoles 9 de abril de 2008 (fragmentos principales)