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La fundación de ciudades constituÃa la estrategia fundamental para cumplir el objetivo de controlar vastÃsimos espacios con los reducidos recursos humanos que se poseÃan.
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Cada fundación se hacÃa con escrupulosa legalidad, se levantaba un acta del acontecimiento y se realizaba el repartimiento de tierras entre quienes acompañaban al fundador, haciéndoseles propietarios del fundo sobre el que habrÃan de edificar sus viviendas.
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La traza urbana de la ciudad se dividÃa en cuadrados tan perfectos que en plano se podÃa ver un damero, con calles rectas para optimizar las condiciones defensivas. Además de los solares que se distribuÃan para
[+]Plano fundacional de
San Juan de la Frontera
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las casas de las familias, se destinaban las manzanas centrales para constituir la Plaza Mayor, la Iglesia y el Cabildo. También, se proyectaba un espacio libre llamado "ejido" de la ciudad en previsión a su desarrollo futuro. Luego se proyectaban las “chacras", dedicadas a tierras de labranza, que se divididÃan en "pagos de arriba y pagos de abajo".
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Por su ubicación fundacional la Plaza constituÃa el corazón de la ciudad, dónde se producÃa una variada y bulliciosa actividad vecinal, que se adaptaba a las diversas circunstancias: juego de cañas, espacio para un alarde militar, o un cabildo abierto, un lugar para las ceremonias de las principales festividades religiosas, y muy de vez en cuando eran el marco para los castigados por la ley.
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El mismo dÃa de la fundación se formaba al Cabildo, es decir al gobierno de la ciudad, cuyos funcionarios eran designados por primera y única vez por el fundador, dejándose constancia en un acta fundacional que se labraba. Al finalizar sus perÃodos aquellos funcionarios eran reemplazados por los elegidos entre los propios vecinos.