desde 1852 hasta 1899
una revolución liberal
 
 

Pronto, las cosas empiezan a complicarse de nuevo. Celos y rencillas separan a Derqui de Urquiza, ya que aquél ostenta el poder formal, mientras conserva éste el real. Mitre aprecia las formalidades y trata con Derqui, lo cual irrita a Urquiza. Por otra parte, pese a que Buenos Aires ya integra la Confederación, ni los porteños ni Mitre, que los rige, sienten mayor aprecio por el federalismo, arraigado en Urquiza e invocado por Derqui, pues constituye el sustento del alto cargo que inviste. Los sucesos que tendrán lugar en San Juan han de revelar la importancia de estos detalles, que saltarán del ámbito reservado de la intimidad personal a la superficie del acontecer público.


Después del asesinato del caudillo federal Benavídez, José Virasoro gobernaba San Juan. Era un coronel correntino enviado desde Paraná, malquerido por la juventud liberal sanjuanina y desprovisto de sustento en la provincia donde mandaba. En la mañana del 16 de noviembre de 1860, un grupo armado lo asesina en su casa, como primer paso para una revolución liberal.


El gobierno nacional se apresura a intervenir San Juan, cosa ya resuelta antes de ser ultimado Virasoro. Tal intervención estará a cargo de Juan Saa, gobernador de San Luis, a quien secundarían los militares mitristas Paunero y Conesa, amén de José María Lafuente, secretario de Mitre.


Saa, caudillo puntano que sería conocido como “Lanza Secaâ€, había decidido ocupar San Juan a sangre y fuego, coincidiendo con las preferencias de Urquiza en el caso. Sus adjuntos porteños, que sienten simpatía por la revolución liberal, prefieren una intervención contemporizadora, según los deseos de Mitre. Mientras tanto, impuesto por los revolucionarios, gobierna en San Juan el doctor Antonino Aberastain.


“Lanza Seca†hace prevalecer su criterio y Aberastain decide resistir, aunque no cuenta con fuerza para ello. Jugadas así las cartas, los adjuntos mitristas a la intervención, renuncian. Y, el 11 de enero de 1861, Saa deshace a las escasas tropas sanjuaninas en la Rinconada del Pocito. Los vencidos son ultimados sin piedad. Aberastain, prisionero, es puesto bajo la custodia del teniente coronel Clavero que, al día siguiente, ordena fusilarlo.


Una nueva guerra sobrevendrá a resultas de esta sucesión de crímenes, que eslabona trágicamente los nombres de Benavídez, Virasoro y Aberastain. Federales los dos primeros, liberal el último.


Así como las muertes de Benavídez y Virasoro encendieron los ánimos en Paraná, la de Aberastain los enciende en Buenos Aires. Para peor, surgen tropiezos con la incorporación de los diputados porteños al congreso de la Confederación, ya que se objeta el modo cómo han sido elegidos, diferente al prescripto por la Constitución. En vísperas de un estallido, Marcos Paz viaja al interior, con cartas de Mitre y dinero destinado a los gobernadores con inclinaciones liberales que, ante el enfrentamiento inminente, se supone que podrían apoyar a aquél contra Urquiza. Paz es detenido en Córdoba, Derqui se ve precisado a abrir las cartas que lleva en presencia de allegados a Urquiza y, enterado éste de su contenido, pone el grito en el cielo. Derqui navega a dos aguas.


Aunque muy pocos quieren la guerra, ésta resulta inevitable y el Congreso de Paraná la declara, el 5 de julio de 1861.


No obstante ello, Mitre, Urquiza y Derqui se reúnen en el buque inglés “Oberonâ€, surto en San Nicolás, a fin de buscar una solución que no logran. Otra reunión, sin resultados, tiene lugar en el vapor francés “Fulminanteâ€, anclado frente a la actual Villa Constitución.