hacia la constitución
La situación de Urquiza, en Buenos Aires, no era cómoda. Como vencedor militar, investÃa su autoridad en base al “Protocolo de Palermoâ€, que le prestaba una frágil base formal. Los unitarios lo apoyaban por haber derrocado a Rosas, aunque desconfiaban de él por ser un caudillo federal. Los brasileros lo tenÃan como aliado, pero el entrerriano –sobre quien ya pesaba la responsabilidad de dirigir las relaciones exteriores argentinas– deseaba sacárselos de encima. Para los porteños, sin distinción de bando, era un huésped forzoso y algo molesto en su ciudad. Mediante el Acuerdo de San Nicolás, firmado el 31 de mayo de 1852 en esa localidad por los gobernadores provinciales, se le otorga a Urquiza el tÃtulo de “Director de la República Argentinaâ€, se le confieren grandes poderes y se convoca a un Congreso General Constituyente. |
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