Aún en trámite la Guerra del Paraguay, concluyó el perÃodo presidencial de Mitre. El 12 de junio de 1868, los colegios electorales consagraron la fórmula Domingo Faustino Sarmiento-Adolfo Alsina, que asumieron sus cargos el 12 de octubre.
El candidato de Mitre era su canciller Rufino de Elizalde. Quien fue resistido por considerárselo excesivamente vinculado con Brasil. Esa vinculación disgustaba a la opinión pública y molestaba a los militares argentinos, que habÃan tenido fuertes diferencias con sus pares brasileros y que observaban con disgusto las apetencias del imperio respecto al Paraguay, de cuyo territorio se quedó con un tercio, mientras la Argentina prácticamente no obtuvo rédito del sangriento conflicto. La habilidad polÃtica de Alsina y el influjo de los regimientos de lÃnea impusieron la candidatura de Sarmiento, determinando su éxito.
Sarmiento habÃa nacido en San Juan, el 15 de febrero de 1811. Talentoso, apasionado y egocéntrico, tuvo notables dotes de escritor. En sus primeros años no faltó a la escuela porque no fue a ella, ya que lo educó un clérigo que era tÃo suyo. Exilado en Chile durante el gobierno de Rosas, apoyó con sus artÃculos periodÃsticos los derechos chilenos sobre el Estrecho de Magallanes y la Patagonia, hasta el RÃo Negro. Fue “boletinero†del Ejército Grande, vencedor en Caseros. Con mano de hierro gobernó su provincia natal, bajo la presidencia de Mitre. Era embajador ante los Estados Unidos –paÃs por el cual sentÃa gran admiración– cuando resultó electo presidente de la República. Antes de asumir el cargo, la masonerÃa lo agasajó, junto con Mitre, por haber alcanzado ambos en ella el grado 33 (grado máximo). Sin embargo, ante el desconcierto del auditorio, Sarmiento expresó, durante el discurso que pronunció en la ocasión: “si la masonerÃa ha sido instituida para destruir el culto católico, desde ahora declaro que no soy masónâ€. Y agregó aún: “tengo el deber de anunciar a mis hermanos que de hoy en adelante me considero desligado de toda práctica o sujeción a estas sociedadesâ€. Tales eran, por lo visto, las intenciones del sanjuanino al iniciar el mandato, encaminadas a preservar su independencia de criterio, si bien finalmente no se desvincularÃa de las logias y morirÃa como masón. Su mejor obra literaria, Facundo, aunque plagada de inexactitudes –deslizadas frecuentemente a designio según él mismo reconocerÃa– es un cuadro costumbrista lleno de fuerza y color. Sus contemporáneos lo llamaron “el locoâ€, pero pronunciaban tal mote con cierta simpatÃa divertida, inspirada por el personaje. Le gustaban enormemente los árboles y trajo los gorriones al paÃs. Falleció en Asunción, el 11 de septiembre de 1888.
Sarmiento nombró ministros a Dalmacio Vélez Sarsfield (Interior), José BenjamÃn Gorostiaga (Guerra), Mariano Varela (Relaciones Exteriores), Nicolás Avellaneda (Instrucción Pública) y al general MartÃn de Gainza (Guerra). A lo largo de su gobierno, se promulgó el Código Civil, se erigieron numerosas escuelas, se prolongaron las vÃas del ferrocarril, se construyeron caminos y fue fundado el Colegio Militar, como asà también la Escuela de Náutica, hoy Naval.
En 1869, Sarmiento dispuso la realización de un censo, del cual surgió que la población de la República alcanzaba a 1.736.701 habitantes, la de Buenos Aires (ciudad) a 178.007 y que el número de extranjeros era de 211.000.