desde 1800 hasta 1851
expediciones armadas
 
 
A todo esto, comenzado el mes de julio, se ha puesto en marcha la expedición al Alto Perú. Está a su frente el coronel Francisco Ortiz de Ocampo y es su segundo el también coronel Antonio González Balcarce. En calidad de “comisario político” de la Junta (como diríamos hoy), va Hipólito Vieytes.












Mariano Moreno Secretario de la Junta



La primera resistencia se espera en Córdoba, donde la organizan el ex virrey Liniers, el intendente Gutiérrez de la Concha, el jefe de las milicias Allende y el obispo Orellana.

Inspirada por Moreno, la Junta ordena fusilar a Liniers y los suyos en cuanto sean apresados. Lo cual ocurre pronto, ya que la resistencia no llega a concretarse. Pero Ortiz de Ocampo y Vieytes, conscientes de que la orden es cruel y desmesurada, optan por remitir los presos a Buenos Aires, para que allí se resuelva sobre su suerte definitiva. Enterada la Junta, despacha a Castelli para hacer cumplir lo dispuesto por ella.

Castelli alcanza a los prisioneros y su escolta en Cruz Alta, al sur de Córdoba, haciéndolos “arcabucear” en un montecito situado junto a la posta de Cabeza de Tigre. Así termina sus días don Santiago de Liniers, un marino francés que llegó a ser caudillo entre los criollos y que pagó con la vida su lealtad al rey de España. Dicen que, en un árbol próximo al lugar donde fueron fusiladas, quedó grabada la palabra clamor, compuesta con la letra inicial del apellido de las víctimas (Concha, Liniers, Allende, Moreno, Orellana y Rodríguez). Aunque Orellana no fuera finalmente ejecutado, en homenaje a su investidura episcopal.

Como consecuencia de la actitud adoptada, Ortiz de Ocampo pierde el mando, siendo sustituido por Balcarce. Castelli ocupa el lugar de Vieytes. Y el Ejército del Norte sigue su marcha hacia el Alto Perú.

A fines de octubre, Balcarce ataca las tropas del general Córdoba, en Cotagaita, y su ataque es rechazado. Se retira hasta el río Suipacha, recibiendo refuerzos. Allí es atacado a su vez, obteniendo la primera victoria lograda por las armas argentinas. Era el 7 de noviembre de 1810.












Batalla de Suipacha



Castelli pretende seguir adelante, hasta Lima. Moreno se opone desde Buenos Aires, ordenando la Junta no atravesar el río Desaguadero. De modo que la fuerza expedicionaria queda detenida allí, acampando en Laja.

Contemporáneamente a estos sucesos, otra expedición se dirige al Paraguay. Está al mando de don Manuel Belgrano, un patriota que, forzado por las circunstancias, ha trocado su oficio de abogado por el de militar. Promedia diciembre cuando Belgrano está en Candelaria, Misiones. La noche del 18 al 19, un oficial suyo cruza subrepticiamente el Paraná y sorprende a los realistas en Campichuelo: ese oficial se llamaba Manuel Francisco Artigas y era hermano del futuro caudillo oriental José Gervasio.












Manuel Belgrano al mando en la batalla de Paraguarí



Pese a este éxito inicial, las tropas de Buenos Aires son luego derrotadas en Paraguarí y más tarde en Tacuarí. Demuestran no obstante gran valor y logran una capitulación honrosa, retirándose con banderas desplegadas, mientras los triunfadores les presentan armas.


















































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