desde 1800 hasta 1851
combate de San Lorenzo
 
 


Una escuadrilla realista se mueve a su antojo en el río, a las órdenes de Rafael Ruiz y teniendo como jefe de las tropas de desembarco al capitán Juan Antonio Zabala. Para obtener víveres destinados a Montevideo, que está sitiada por tierra, captura barcos mercantes y asalta pueblos costeros. Se encomienda a San Martín que, con parte de sus granaderos, proteja la ribera entre Zárate y Santa Fe.

En la tarde del 2 de febrero de 1813, el futuro Libertador recibe noticias sobre un inminente desembarco a la altura de San Lorenzo, donde la escarpada barranca presenta una brecha que lo permite. Esconde sus 125 hombres en el cercano convento franciscano de San Carlos, que fuera visitado anteriormente por los incursores, quienes se han llevado de allí sólo algunas gallinas y unos cuantos melones.

Vuelve a desembarcar la gente de Zabala en la mañana del 3, para reforzar el magro botín obtenido. Se trata de 250 infantes, que cuentan con un par de cañones. San Martín divide sus fuerzas en dos columnas, reteniendo el mando de una y confiando el de la otra al capitán Justo Bermúdez. Aparecen súbitamente desde atrás de las tapias del convento, cargando a galope tendido. Una bala de artillería mata el caballo que monta San Martín, cayendo el animal sobre una pierna del jinete. Al advertir la situación, corre a ayudarlo Juan Bautista Cabral, sargento correntino de gran fortaleza física. Apenas logrado su propósito, un soldado contrario lo ataca por la espalda, atravesándolo de un bayonetazo. Antes de entregar su alma a Dios, dirá el bravo granadero: “muero contento, hemos batido al enemigoâ€. El éxito es completo. Los realistas, antes de lograr reembarcarse, sufren 40 muertos y dejan 14 prisioneros, los cañones y su bandera. Entre los nuestros, suman 15 los muertos, incluido el capitán Bermúdez.