el bloqueo anglo-francés
El gobierno nacional no reconoce categorÃa diplomática al vicecónsul Roger, que ha efectuado la protesta. El 9 de febrero de 1838, éste arrÃa la bandera de su paÃs en el consulado y viaja luego a Montevideo. El 28, aparece frente a Buenos Aires una goleta francesa de guerra, a la que se suman otros siete buques. El 7 de marzo, Rosas recibe a Roger, que ha regresado del Uruguay, concluyendo la entrevista abruptamente. Francia establece con su flota un formal bloqueo de la Confederación. Inglaterra, a través de su ministro Mandeville, procura solucionar el problema. Pero, ante la intransigencia francesa y la firmeza de Rosas, terminará por ponerse del lado de Francia pues, pese a contar con el mencionado acuerdo comercial favorable a sus intereses, prefiere apostar a la caÃda del Restaurador y la consiguiente derogación de la Ley de Aduanas dictada por éste, que grava la entrada de mercaderÃas de ultramar al paÃs. Además, la liga con Luis Felipe el “entendimiento cordialâ€. Aunque la mayorÃa de los unitarios emigrados se pone de acuerdo con los franceses, varios de ellos olvidan rencores y optan por apoyar a su patria, enfrentada con una potencia extranjera. Es el caso del coronel Chilavert y de los generales Soler, Lamadrid y Espinosa que regresan para ponerse al servicio del gobierno. Los Varela mantienen su oposición a Rosas, pero se pronuncian contra la agresión francesa, postura que cambiarÃan luego. El general San MartÃn escribe a don Juan Manuel, felicitándolo y ofreciendo su espada para defender la causa argentina. El 11 de octubre de 1838, tropas de desembarco francesas ocupan la isla MartÃn GarcÃa, que defendÃan 110 hombres, al mando del teniente coronel Jerónimo Costa. El jefe francés Daguenet devuelve los prisioneros, con una carta dirigida a Rosas, donde deja constancia del valor que han demostrado. Ese mismo mes de octubre, Rivera se alza con el poder en la Banda Oriental, desalojando a Oribe. El general Lavalle continúa a las órdenes de aquél. |
|