tras las especias
Rumbo al poniente, limitaba con el “Mar Tenebroso”, que de ese modo llamaban al Océano Atlántico. Conocíase al Atlántico como “Mar Tenebroso”, pues todo era oscuro a su respecto, ignorándose su extensión y suponiéndose que terminaba en un abismo insondable, desde donde caían al vacío los barcos que hasta allí llegaran. Se daba también por cierto que estaba poblado por sirenas, por monstruos y serpientes marinas, ocultando en sus profundidades la “piedra imán”, capaz de enloquecer las brújulas de los timoneles.
Además del abismo desde donde el “Mar Tenebroso” se precipitaría en el vacío; además del temible canto de las sirenas; además del riesgo que implicaría topar con la serpiente marina; además del efecto pernicioso de la piedra imán; además de todo ello, otras creencias, con alcances sobrenaturales, determinaron que los navegantes del siglo XV no se internaran más allá de "Las Columnas de Hércules", como se llamaba a Gibraltar. Pues se estremecían ante la posibilidad de encontrar, por ejemplo, a la isla de "San Satanasio", en la cual los marineros portugueses situaban las puertas del infierno. O con el purgatorio, en cuyo camino, según Dante, brillaban cuatro estrellas, que vendrían a coincidir con las de la Cruz del Sur. O con el ángel que, empuñando una espada de fuego, guarda el acceso al Paraíso Terrenal o Edén, que Colón creyó haber encontrado al dar con la desembocadura del Orinoco, en su tercer viaje.
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