La coalición internacional que derrocó a Rosas
¿Qué ocurrió en Caseros?
 
 
En los días anteriores al encuentro de los campos de Morón faltó plan y hubo vacilaciones en el Estado Mayor argentino. Hacia fines de 1851, el general Mansilla fue víctima de un ataque cerebral y, bajo sus efectos, adoptó disposiciones incoherentes que contribuyeron a la dispersión de sus fuerzas. El general Pacheco, por su parte, daba órdenes contradictorias que causaban la impresión de favorecer al enemigo. Al general Lagos, que estaba dispuesto a resistir, se le ordenó retirarse. A ello deben agregarse las dudas sobre la fidelidad de Pacheco y la sospecha de su entendimiento con Urquiza, hechos que fueron denunciados por Eugenio Bustos 65. Al fin, el general Pacheco resignó el mando (era el 30 de enero de 1852), con cuyo acto brindó “al enemigo el primer triunfo, completando la derrota de 5.000 hombres y desmoralizando a todo el ejército” 66.

La ausencia de plan y las indecisiones de la Confederación, facilitaban el éxito de los aliados. El día anterior de Caseros hubo una junta de guerra porque aún no se tenía en claro y con precisión qué debía hacerse 67. Aunque la mayoría de los jefes argentinos aconsejaban eludir el encuentro, Rosas prefirió enfrentar al enemigo. Opina Antonino Reyes que en esta decisión influyó la presencia en Colonia de la división mercenaria alemana que cruzaría el río para plegarse a los argentinos 68. Reyes agrega que al finalizar la junta de guerra. Rosas le dijo: “No hay remedio, es preciso jugar el todo. Hemos llegado aquí y no se puede retroceder” 69. Recuerda Sarmiento que en la víspera de la batalla, Rosas dijo: “Estoy abandonado de todos: el pueblo me aborrece; porque mis generales y mis hermanos lo han saqueado; y mis generales me abandonan porque están hartos de fortuna y quieren guardarla” 70. Pero esta obligada decisión lo perdió.

En el palomar de Caseros la batalla fue muy breve. Cuenta el diplomático inglés Gore: “En realidad no hubo batalla, pues las tropa de Rosas arrojaron sus armas y huyeron”71. Le Predour, comandante francés en Montevideo, al referir la batalla de Caseros dice: “Hubo un simulacro de batalla, un pêl-mêle confuso, durante el cual Rosas fue abandonado por sus tropas, a pesar del coraje y sangre fría que demostró” 72. Sarmiento, que era el “boletinero” del ejército de Urquiza, dijo: “No habría habido, pues, batalla de Monte Caseros porque nadie, ni Rosas mismo, ni sus jefes, ni sus soldados querían resistir” 73. El historiador Sierra pregunta: “¿Se puede llamar batalla a lo ocurrido en Caseros el 3 de febrero de 1852?”. Y responde él mismo a continuación: “En Caseros no hubo una auténtica batalla, sino operaciones preliminares para un combate que terminó antes de entablarse por la defección de uno de los bandos: el de la Confederación, mal mandado, sin cohesión entre los jefes, y actuando dentro de planes improvisados...” 74. Debido a este motivo, Saldías califica a la batalla “la dispersión de Caseros”75.

Cuando todo concluyó, el comandante de las tropas brasileñas, conde de Caxias, informó a su ministro de Guerra Souza e Mello sobre la terminación de la campaña y el éxito alcanzado por el ejército aliado. Dijo que sus tropas hicieron “prodigios de valor recuperando el honor de las armas brasileñas perdido el 20 de febrera de 1827” 76. La batalla a la que se refiere el jefe brasileño es la de Ituzaingó (20 de febrero de 1827), en que las armas argentinas derrotaron completamente a las brasileñas al finalizar la guerra (1825-1828) 77. Además, el conde de Caxias y el marqués de Souza quisieron llevarse al Brasil los trofeos de Ituzaingó, que se encontraban en la catedral de Buenos Aires. Este propósito, aunque Urquiza aceptó en un primer momento, después retrasó la decisión final a la par que desde Río de Janeiro Andrés Lamas, representante uruguayo ante la corte del Imperio, destacó al emperador y a su ministro Soares de Souza que tal reclamo causaría un efecto desfavorable en Argentina y Uruguay si llegaba a concretarse. De cualquier manera, los trofeos quedaron en Buenos Aires 78.