Grupos Políticos en la Revolución de Mayo
Tercera oportunidad: Independencia con Alzaga
 
 

Al cerrarse el año 8, el grupo de Castelli ha quedado desplazado por un nuevo fracaso, y por añadidura, seriamente comprometido en un proceso cuyas consecuencias no podían preverse claramente. El grupo de Saavedra, todavía leal a Liniers, seguía a su jefe, que opacamente cumplía con su deber de lealtad a la Corona española en un momento de gran confusión y desconcierto. Es entonces que va a entrar en juego el grupo de Alzaga, que desde las invasiones inglesas se ha mantenido a la expectativa, esperando su oportunidad.


“Los enemigos se acusaban recíprocamente de ser contrarios a la Metrópoli. Las acusaciones no eran infundadas. Cada bando tenía sus ideas particulares. Alzaga y los suyos aspiraban a instalar una Junta que debía convertirse en centro de un congreso de todos los cabildos del virreinato para declarar la independencia absoluta. Liniers y los suyos habían soñado con colocar esta parte de América bajo el protectorado de Napoleón. No hay constancias que todos los amigos de Liniers hubiesen abrigado ese propósito; pero, en lo que respecta, a Liniers, no faltaban los buenos indicios. Liniers estaba convencido que la instalación de la Junta que proponía Alzaga “era lo mismo que decretar la perdida de la América35.


Evidentemente, el grupo de Alzaga es el que en este momento esta mejor ubicado y ve con mayor claridad los acontecimientos. En cambio, en lo que se refiere a los otros dos grupos, como expresa Mitre: “... su actitud era por el momento indecisa, por cuanto carecía de objetivo claro. Su proyecto de independencia con la princesa Carlota por heroína [grupo Castelli] había quedado en la nada, y sus vagos anhelos en tal sentido, despertados por la probable desaparición del gobierno de la metrópoli en 1808, se había amortiguado con los recientes triunfos de las armas españolas en la península. Agréguese a esto que el prestigio de Liniers, muy decaído en el pueblo, también se había enfriado en ellos [grupo Saavedra], no esperando ya nada de su carácter inconsistente, enervado por la posición falsa en que desde la misión napoleónica y la sublevación de Elío quedó colocado''36.


Se había llegado a un punto en que, Liniers y Alzaga estaban enfrentados y, por distintos motivos, “...viciados y sindicados de sospechosos. Liniers por partidario de Bonaparte, y Alzaga por Jefe del partido Republicano37.


Es en esas condiciones que la invasión francesa en España, la abdicación de Carlos IV, la nacionalidad de Liniers, sus cartas con Napoleón, la visita del Marqués de Sassenay, fueron hechos que exacerbaron los ánimos de los alzaguistas, concluyendo en los preparativos de revolución, cuyas últimas consecuencias están claramente expresadas en estas palabras de un documento de la época: “.. .El resultado de las nocturnas tenidas en casa de Alzaga, es de quedar independientes en caso de que la España experimentase suerte contraria, para lo cuál están resueltos a pedir la protección de la Gran Bretaña, para que sostenga la Nueva República38.


Proyectado el movimiento primeramente para el 17 de octubre de ese año, estalló el 1 de enero del siguiente, quedándose simplemente en una asonada.


En la gestación del proyecto estuvieron presentes en los primeros momentos, los integrantes del grupo de Castelli, pero posteriormente, debido a la primacía que Alzaga quería dar a los europeos, se separaron de la causa, volcándose y aun estimulando a las fuerzas de represión. [Castelli] “...en 1809 —dice Ignacio Núñez— se separó del acuerdo en que estuvo con don Martín de Alzaga para la convulsión del 1° de enero contra el virrey Liniers, por la tenacidad con que aquel español resistió incorporar los regimientos de americanos.


En un comentario inserto en la Gaceta Mercantil del 25 de mayo de 1826, se dice al respecto lo siguiente: “Todas estas causas, (invasión napoleónica, abdicación de Carlos IV, etc.) produjeron un movimiento el día 1 del año 9, en que estuvieron de acuerdo los primeros padres de la patria porque creyeron, con justicia, que dado el primer paso, se salvaba el escándalo y la independencia comenzaba en el suelo americano. Entonces, como dijo Castelli, se ganaba perdiendo y si se ganaba, se ganaba, porque debiendo dar el resultado la fuerza que consistía en las milicias urbanas, y si se formaba la junta y no era puramente americana, por la influencia que le dio la existencia se haría que acabase y comenzaría el gobierno independiente y del país; y si las milicias se oponían y preponderaban, a la sombra de su poder podría trabajarse para que, sin máscara, se elevase el gobierno patrio” 39. Los hechos posteriores demostraron la exactitud de la predicción de Castelli.


Saavedra, en sus Memorias, se refiere a la conjuración en estos términos: “El poder de éste (Napoleón), y sus empresas de apoderarse y dominarla les hizo temer que la España europea sería presa de aquel invasor; y con tiempo acordaron los medios de no perder su predominio en esta parte. En una palabra, se propusieron la idea de formar otra España americana, en la que ellos y los muchos que esperaban emigrasen de la Europa continuarían mandando y dominando''40


Por ello Saavedra y su grupo se opusieron al movimiento y fueron los encargados de reprimirlo. “Ciertamente, —afirma Abascal— ya es preciso confesar que los revolucionarios del día 1° de enero de 1S09, tienen razón en decir que Saavedra los vendió, pues aunque él, en ese día, sostuvo la autoridad real y se manifestó en favor de ella con el mayor entusiasmo y heroísmo, no fue virtud sino que no era tiempo; de que se deduce evidentemente, que, no fue el objeto de Saavedra sostener al señor virrey, como tampoco era el único de la revolución el separar a éste por su accidental nacimiento; sino que aquella revolución era como la del 20 de mayo, igual en todas sus partes y objetos, pero Saavedra la juzgó intempestiva y sostuvo el empleo del señor Liniers, para sacrificar luego su persona, como lo hizo”. Y luego” agrega: “Saavedra tuvo buen cuidado de no denunciar entonces a Castelli, Vieytes y demás que ahora cita41.


Efectivamente, en la carta que sirve de motivo a Abascal para sus apostillas, Saavedra se pronuncia en esta forma sobre los miembros del grupo carlotista comprometidos en esta nueva aventura: “Es verdad que Peña, Vieytes y otros, querían de antemano hacer la revolución; esto es, desde el 1 de enero de 1809; y que yo me opuse; porque no consideraba tiempo oportuno. Es verdad que ellos y otros, incluso Castelli, hablaron mucho de esto antes que yo, pero también lo es que ninguno se atrevió a dar la cara en público, aun cuando yo les decía que lo hiciesen, y que aseguraba no hacer oposición a nada. En sus tertulias hablaban, trataban planes y disponían; mas personarse para hacer lo mismo que aconsejaban o querían. ¿Quién lo hizo? ¿Se acuerda usted que mis respuestas fueron siempre no es tiempo, y lo que se hace fuera de el no sale bien?42.


Como hemos dicho, los carlotitas primero adhirieron al movimiento de álzaga, pero luego, cuando advirtieron sus verdaderas intenciones corrieron a los cuarteles en búsqueda de los saavedristas para paralizar la acción. De ello nos da testimonio el general Martínez: “Mientras se debatía en la fortaleza la separación del Virrey Liniers, los señores Peña, Vieytes, Castelli, Belgrano y otros más, andaban de cuartel en cuartel, viendo al comandante Saavedra, al jefe de Arribeños, Ocampos; al comandante Rodríguez, de Húsares, y otros más, para decidirlos a que sostuvieran a Liniers; concibieron que era preciso dar por ese medio un golpe a la influencia de los españoles, para así hacer que la de los hijos del país desde entonces, valiese más que la de aquéllos: mas se consideraba que era el comandante Saavedra quien debía tomar la iniciativa como el jefe de los patricios 43.


Desde entonces data la jefatura de Saavedra sobre este grupo, debido a la inoperancia de Liniers. Francisco Saguí lo recoge pristinamente en sus memorias: “Entonces resuelven inmediatamente los comandantes conferir el primer lugar a don Cornelio Saavedra; para que al frente de los patricios y artilleros marchase a la plaza a dispersar a los amotinados y reponer al Virrey en su cargo”44.


Ramón Manuel de Pazos, en carta a Francisco Juanicó, vecino de Montevideo, fechada en Buenos Aires el 26 de mayo de 1810, le dice con referencia a las razones que movieron a los americanos a oponerse al levantamiento de álzaga: “ ...pero he visto después que los europeos vamos a pasarlo muy mal, y como los yerros deben confesarse, creo que la oposición que estas tropas hicieron el día 1° fue por que no había hijos del país mezclados que pudiesen esperar mejor de fortuna; y que ahora es a la inversa, y que el interés personal dirigió estas operaciones45.


En un extenso informe referente a la asonada del 1 de enero en Buenos Aires, Felipe Contucci, hace un extracto de una carta que le había dirigido Belgrano, a través del cual se puede apreciar el sentido que para los carlotinos habían tenido los recientes acontecimientos, como asimismo la identificación que se advierte con el partido de los Patricios. La carta está fechada en Buenos Aires el 8 de enero de 1809 y dice lo siguiente: “Después de haber estado a las orillas de un gran precipicio, el Domingo anterior por los partidarios de Junta, hoy hemos tenido el gusto de que se haya prestado el juramento de obediencia a la Central de España, y de conservar la constitución monárquica. Con este motivo se han retirado las tropas y artillería que se situó para la conservación del orden y tranquilidad de este pueblo. Liniers ha experimentado lo que le aman estas gentes, y cada vez se ha asegurado más de que le quieren por su caudillo. Sus amigos, y al mismo tiempo amantes del sosiego nos regocijamos y mucho más cuando consideramos la suerte que hubiéramos corrido si los bárbaros hubieran prevalecido. No sé que pruebas les quedan que dar a los Patricios de ser amantes de su Soberano, y de que saben respetar a sus representantes. ¡No, Fernando VII ni su Augusta Casa tendrán que quejarse de ellos!”46.


Es interesante reparar, para fijar la composición de los grupos, cuál hubiera sido la formación de la Junta en caso de que hubiera triunfado el movimiento. Norberto Quirno la enuncia así: “Ruiz [Huidobro] por Presidente, don Martín de álzala, primer vocal y Director General del Comercio y otros varios Europeos, con exclusión de todo otro Patricio...”47


Corbellini, al relatar los pormenores de la asonada, dice al respecto lo siguiente: “Una vez reunidos en el palacio el Virrey se opuso a la formación de una junta y manifestó su conformidad con ceder el puesto al oficial de mayor jerarquía; pero los concurrentes insistieron en su petición y se comenzó a levantar el acta con la designación de un cuerpo colegiado, presidido, a lo que parece, por Ruiz Huidobro; y cuyos secretarios eran don Mariano Moreno y don Julián de Leiva''48.


Para comprender la razón de la designación de Ruiz Huidobro como Presidente de la Junta fallida, es menester señalar que este militar había acumulado señalados méritos en ocasión de la defensa de Montevideo, del cual había sido Gobernador militar durante las invasiones inglesas. Luego, habiendo sido tomado prisionero, por los invasores fue remitido a Londres, y después de excarcelado pasó a España, desde donde había arribado recientemente a Buenos Aires con el nombramiento de Virrey del Río de la Plata, otorgado por la Junta de Galicia.


En cuanto al sentido de este pronunciamiento del grupo de Alzaga, conviene reproducir estas palabras de Enrique de Gandía, celoso reivindicador de esta jornada: “No pueden subsistir dudas: la revolución del 1° de enero de 1809, organizada por don Martín de Alzaga, con el apoyo del Cabildo, del Consulado, de la mayor parte del pueblo y de algunos regimientos criollos y españoles, tuvo por fin declarar la independencia del Virreinato del Río de la Plata, como reconocieron Cornelio de Saavedra y Manuel Belgrano, para sacudir el yugo de la España absolutista y no ser súbditos de Napoleón. La fidelidad de los jefes militares, a quienes el pueblo llamaba traidores por su adhesión al francés Liniers y su antipatía a las Juntas democráticas, cambió el curso de la historia argentina y de America e impidió que el primero de enero de 1809 fuese la fecha más gloriosa de nuestra Patria'' 49.


Evidentemente de Gandía, llevado por su ferviente admiración a Alzaga, exagera las proyecciones de este episodio, pero no obstante es forzoso aceptar su notorio significado, silenciado hasta ahora por la historia oficial. En los jefes saavedristas no hubo tal traición, sino una exacta valoración de las circunstancias. No podían adherir a un movimiento que hubiera sido capitalizado exclusivamente por los españoles europeos. Enrique Williams Alzaga, que ha estudiado muy bien esta asonada, lo expresa claramente: “...el 1° de enero no fue una reacción española. Era una revolución que iba a la independencia, mas, pese a los criollos que en ella intervinieron, su espíritu era español, era promovida por españoles, ellos serían siempre los dirigentes: álzaga, de acuerdo con Elío, respaldado por el partido peninsular”50.


El grupo de Saavedra salió altamente beneficiado de estos sucesos por cuanto a partir de entonces se convirtió en el árbitro de la situación. “Desde ese momento —apunta Dámaso Uriburu en sus Memorias— data (1º/1/1809) la verdadera revolución moral que se efectuó en Buenos Aires contra el dominio español, pues toda la fuerza pública quedó en poder de los criollos, sin contrapeso alguno y el orgullo de esta fácil victoria, unido a la imitación que habían producido las insolentes y exclusivas pretensiones de los españoles europeos iban desvaneciendo el débil prestigio en que se fundaba aquél, y el poder de esa aristocracia mercantil, que había abandonado el campo y sus soberbios proyectos al solo amago de las fuerzas que se dirigieron contra él''51.


Liniers, como en el caso de los carlotinos, hace iniciar contra Alzaga y sus seguidores, el denominado Proceso por Independencia.