Así como llama la atención la inclusión de determinados nombres en la Junta, no se explica claramente la omisión de otros, que fueron actores de primera línea durante la gestación y ejecución del movimiento: Martín Rodríguez, Viamonte, Ocampo, Balcarce, Chiclana, del grupo de Saavedra; Rodríguez Peña, Vieytes, French, Beruti, del grupo de Castelli, fueron dejados de lado para dar lugar a Azcuénaga, Larrea, Matheu o Moreno, que no habían participado activamente en la promoción de los últimos acontecimientos. Evidentemente, hubo una transacción e integración entre los grupos, que exigió el sacrificio de varios de los principales. Estos debieron esperar el curso de los hechos o aceptar otros cargos de no menor importancia.
Martín Rodríguez fue designado en junio coronel del Ejército, y en febrero de 1811 se le ordena que se traslade a Entre Ríos al frente de sus Húsares para acudir en apoyo del general Belgrano que estaba en el Paraguay. Debido al fracaso de este jefe, regresa al poco tiempo a Buenos Aires, donde encabeza el movimiento popular del 5 y 6 de abril de 1811 en apoyo del Presidente de la Junta.
Viamonte también es ascendido a coronel, el 3 de noviembre de 1810, y pocos días después es designado segundo Jefe del Ejército del Norte, bajo las órdenes del general Balcarce, en cuyas filas tuvo un brillante desempeño.
Ortiz de Ocampo fue nombrado Jefe del Ejército enviado a las provincias del interior del Virreinato, y como tal le cupo una destacada actuación en los acontecimientos que se sucedieron. Como se negara a ejecutar a Liniers, por el que conservaba un antiguo afecto, fue relevado del mando y reemplazado por Antonio González Balcarce. Pero, no obstante, tiempo después fue designado Gobernador Intendente de Charcas.
Juan Ramón Balcarce fue protagonista de dos episodios de importancia y responsabilidad: El primero, la expulsión del país del ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia, que constituían el principal foco de resistencia a la Revolución en la Capital. El segundo, la ejecución de los conspiradores de Córdoba. En agosto fue ascendido a teniente coronel. Según Belgrano, fue el "principal promotor" del movimiento del 5 y 6 de abril.
Chiclana fue nombrado auditor de guerra del Ejército del Norte y posteriormente ascendido al grado de coronel. Fue Gobernador Intendente de Salta, desde el 19 de julio de 1810 hasta el 24 de diciembre de ese año en que pasó a serlo de Potosí.
Campana fue secretario privado de Saavedra y luego uno de los primeros protagonistas de los sucesos del 5 y 6 de abril de 1811.
Rodríguez Peña fue designado secretario y ayudante mayor de campo de Castelli, cuando éste se hizo cargo del Ejército Auxiliar del Perú. Habiendo regresado a Buenos Aires por motivos de salud, el 2 de febrero de 1811, fue nombrado vocal de la Junta en reemplazo de Alberti que había fallecido. En este cargo permaneció hasta el movimiento del 5 y 6 de abril que lo depuso, juntamente con Vieytes, Azcuénaga y Larrea.
Vieytes fue nombrado secretario político y administrativo del general Ortiz de Ocampo, jefe del Ejército Auxiliar. Pero fue separado con éste a raíz del problema creado con la ejecución de Liniers. Inicialmente fue propuesto para ejercen la representación diplomática de la Junta en Inglaterra, pero posteriormente fue reemplazado por Moreno, por lo cual entró en su lugar en la Junta. Como ya hemos dicho fue desplazado de este cargo con motivo del movimiento de abril del año siguiente.
French fue ascendido al grado de coronel y tuvo a su cargo la formación del regimiento de infantería de América o también llamado de la Estrella, por llevar sus componentes una estrella roja sobre la manga de sus uniformes. Al frente de este novel cuerpo se dirigió a Córdoba para apoyar la acción del Ejército Auxiliar. De regreso en Buenos Aires intentó sin éxito promover un levantamiento contra Saavedra. Después del 5 y 6 de abril fue privado del mando de su regimiento y confinado a Patagones.
Beruti fue ascendido a teniente coronel y nombrado el 27 de junio de 1810 segundo jefe del Regimiento América, formado en base a la Legión Infernal que actuó durante los días de mayo. Debido a loa sucesos de abril del 11, fue desterrado.
Como ha podido apreciarse, no sólo dentro de la Junta, sino también fuera de ella se procuró mantener el equilibrio entre los grupos intervinientes, por lo menos en los primeros meses de acción revolucionaria. El primer ejército en salir de Buenos Aires va a las órdenes de Ortiz de Ocampo y Antonio González Balcarce y lleva como auditor a Chiclana, los tres saavedristas; pero también va con ellos como secretario del Jefe del Ejército un conspicuo miembro del grupo de Castelli, Hipólito Vieytes. Hay mayoría saavedristas, pero cuando se produce la primera desinteligencia, a raíz de la situación de Liniers, marcha el propio Castelli desde Buenos Aires; acompañado de su más importante colaborador, Rodríguez Peña. Además parten Juan Ramón Balcarce y French, uno por cada grupo, con mando de tropas.
Cuando sobreviene la designación de nuevos gobernadores intendentes en las distintas jurisdicciones del virreinato que se van incorporando al movimiento revolucionario, se prefiere a miembros del grupo de Saavedra, probablemente porque éste seguía manteniendo supremacía sobre la Junta, o simplemente por el hecho de ser militares. Ortiz de Ocampo es nombrado primero gobernador de Córdoba, luego de Charcas y por último de La Paz. En los primeros cargos fue reemplazado por Pueyrredón que, como hemos dicho había regresado a Buenos Aires poco después del estallido revolucionario. Chiclana es nombrado gobernador de Salta y posteriormente de Potosí.
Cuando sale la expedición al Paraguay, va al mando de Belgrano, el tercero de la Junta; y cuando es necesario mandar una fuerza en su apoyo, ésta es comandada por Martín Rodríguez, uno de los principales colaboradores de Saavedra.
Se podrá argüir que todas estas circunstancias apuntadas fueron meras coincidencias, pero nos parecen demasiado sistemáticas para que se las pueda tener como tales. De todas maneras sobre la tesis expuesta en el curso de este trabajo, como es obvio, queda abierta la polémica. Quizá un nuevo aporte de documentos, ahora desconocidos, o una interpretación distinta de los utilizados, pueda modificar esta perspectiva.