Estanislao López y el federalismo del litoral
La invasión portuguesa al Uruguay
En agosto del 816, doce mil portugueses invadían el Uruguay, so pretexto de defender la frontera del Brasil de las montoneras de Artigas, y en enero de 1817, hacían su entrada en Montevideo. Pueyrredón insinuó una protesta que fue contestada en forma altanera por Lecor. Todo respondía a combinaciones diplomáticas. El doctor Aldao me recuerda que Lecor, fue recibido en Montevideo bajo palio por la gente culta. Ya sabemos lo que representan esas gentes cultas en tales circunstancias. La gente inculta, el pueblo del Uruguay peleaba heroicamente con su gran caudillo defendiendo su suelo. La barbarie de Artigas salvaba el honor del país. Los “civilizados” llevaban bajo palio al extranjero invasor. Esas gentes “cultas” que llevan el palio, las hay desgraciadamente en todas partes en toda ciudad sojuzgada por el invasor. Siempre hay alguno que lleve el más fuerte bajo palio “Los que salvaron a España, —dice ángel Ganivet, a propósito de la invasión napoleónica— fueron los ignorantes, los que no sabían leer ni escribir. ¿Quién dio pruebas de mayor robustez cerebral: el que seducido por ideas brillantes aún no digeridas, sintió vacilar su fe en su Nación, y se dejó invadir por la epidemia que entonces reinaba en toda Europa; o el que con cuatro ideas recibidas por tradición, supo mantener su personalidad bien definida, ante un poder tan absorbente y formidable? España pudo entrar en la confederación familiar formada por Napoleón; gozar de un régimen más liberal y más noble que el que sufrió con Godoy y comparsas; tener nuevas y sabías leyes, mejor administración, muchos puentes y muchas carreteras; pero prefirió continuar siendo España y confiar al tiempo y a las fuerzas, todo eso que se le hubiera dado a cambio de su independencia. Y esta concepción, tan legítimamente nacional, que contribuyó a cambiar los rumbos de la historia de Europa, fue obra exclusiva de la ignorancia”. La lucha heroica de Artigas Artigas peleó bravamente, desesperadamente, contra los portugueses. Se mostró en los comienzos no sólo el gran caudillo que era, sino un gran militar. Mitre, su enemigo en la historia, confiesa que su plan de defensa honraría a cualquier general. Después hizo una guerra de recursos desesperada durante cuatro años, y al fin, aquel pueblo, hubo de someterse agotado e inerme. Era una víctima de la diplomacia culta. Mi replicante sostiene sin embargo, que el ejército de Lecor, vino al Uruguay llamado por las gentes cultas (!) para librarse de la barbarie de Artigas… Mitre, que muestra muy poca simpatía por los caudillos del litoral, opina lo siguiente: “La opinión pública irritada por la agresión brasileña reprobó la política de contemporizaciones del Gobierno Argentino con el invasor; y aún los que simpatizan con Artigas, la consideraban por lo menos sospechosa. Por último Artigas denunció públicamente al Director Supremo como traidor a la causa de los pueblos del Río de Después de leer estos antecedentes, ¿resulta o no contradictorio en Ese bárbaro, Artigas, en los últimos tiempos de su resistencia, acosado como una fiera, sin armas, sin soldados, recibe un día proposiciones de paz. Será coronel del ejército brasileño, tendrá una pensión vitalicia y pasará una vida regalada en Río de Janeiro. El bravo Uruguayo contesta a los que se lo proponen: “Díganle a su amo que cuando no tenga soldados con que pelearlo lo pelearé con perros cimarrones”. Entre tanto la “gente culta” de Montevideo, seguía agitando el incensario ante el Barón portugués. Política de Pueyrredón Pueyrredón callaba y toleraba, pero ya no se mostraba tan solícito con los portugueses. Era que parecía desengañado del protectorado portugués y había encontrado en Francia, en El candidato podía ser ahora el duque de Orleans. Después Pueyrredón destacó a don Valentín Gómez. Ya no es candidato el duque de Orleans, sino el príncipe de Luca, presunto heredero de Parma, aceptado por Buenos Aires. Hubo recelos internacionales porque ni Inglaterra ni Portugal se conformaban con que se coronase un francés en el Río de Por lo demás, |
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