Los comisionados federales
El Presidente empleó con frecuencia los comisionados federales. Para asegurar la libertad electoral en las provincias, actualizó el sistema que había empleado el Presidente Avellaneda y su Ministro del Interior Bernardo de Irigoyen. Eran agentes del gobierno central que iban a las provincias a estudiar la situación política y presenciar las elecciones, con el propósito de informar al Poder Ejecutivo Nacional si funcionaban regularmente los tres poderes que establecía la Constitución y si realmente existía libertad electoral. No tenían funciones ejecutivas. Carecían de jurisdicción y ejercicio de autoridad. 1 Eran simples observadores o veedores. El Ministro del Interior Gómez sostuvo en la Cámara sus ventajas. Si la Constitución no los autorizaba, dijo, tampoco los prohibía. Existían al respecto precedentes reiterados y los han empleado los hombres de estado más reputados del país. 2
Durante la presidencia de Sáenz Peña el Poder Ejecutivo envió comisionados federales a las provincias de Santa Fe, San Juan y Salta, y se negó a mandarlos a Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Tucumán y Mendoza.
La reforma determinó una gran actividad cívica. El partido Unión Cívica Radical resolvió presentarse a los comicios. Las viejas agrupaciones provinciales y la Unión Nacional que habían votado por Sáenz Peña, apoyada por los oficialismo locales, reforjaron sus cuadros, provocaron reuniones y coaliciones para concurrir a los comicios con nuevo vigor popular. Era necesario actuar sobre las grandes masas de electores y realizar una propaganda electoral activa, movilizando todos los elementos en los distintos núcleos sociales, ofreciendo programas atrayentes, gravitando directamente sobre la conciencia del votante.
La elección de Santa Fe
Santa Fe es la primera provincia donde el Presidente pondrá en práctica la reforma electoral.
La Liga del Sur, el partido local que presidía el Dr. Lisandro de la Torre, denunció al gobernador la introducción en el padrón de electores falsos en los departamentos de Rosario y San Lorenzo, en Constitución y San Gerónimo, preparados para los comicios del 5 de marzo de 1911, para renovar autoridades. 3
El gobernador resolvió archivar el pedido. La Liga del Sur denunció al Presidente los actos fraudulentos y solicitó la presencia de un comisionado federal. El gobernador protestó de su imparcialidad y la legalidad de sus disposiciones. 4 El Presidente respondió nombrando comisionado al Dr. Carlos Salas, para que el Gobierno Nacional y la opinión del país fuera informada por un testigo fidedigno e imparcial sobre los próximos comicios. 5
A medida que se acerca la fecha de la elección la situación política de Santa Fe se complica y las pasiones agitan a los partidos. La Liga del Sur, en un manifiesto, denuncia el desastre político de la provincia. 6 Un grupo de diputados provinciales solicitó la intervención nacional fundado en el “mal desempeño del cargo del gobernador”, Dr. Crespo, y “su incapacidad servil”, que había delegado la autoridad en los ministros así como su “intromisión descarada en los comicios”. Simultáneamente iniciaron en la Legislatura el juicio político al gobernador. 7 El gobernador ocupa policialmente la legislatura para “impedir actos subversivos” y también solicita al Presidente la intervención nacional explicando en una extensa comunicación la situación política de la provincia. 8 La legislatura provincial denuncia los atropellos del gobernador y solicita, a su vez, la intervención nacional. El Presidente, frente al conflicto planteado entre los poderes, decreta la intervención con facultades amplias para presidir una nueva elección y elegir al gobernador y legisladores en comicios libres de toda sospecha de presión oficial. Designa al Dr. Anacleto Gil, Interventor Federal, quien asume el mando el 25-IV-1911. 9
El Presidente y su Ministro del Interior pusieron especial empeño en que el acto eleccionario se desenvolviera dentro de la ley, observando una actitud de completa prescindencia con relación a los partidos en lucha. 10
Tres partidos concurrieron a los comicios. El viejo Partido Nacional, la Liga del Sur y la Unión Cívica Radical, que en su convención provincial de marzo de 1912 decidió concurrir a los comicios. Este partido que desde hace años había practicado la abstención para consagrarse a conspirar, se presenta por primera vez; en los comicios, confiando en las promesas del Presidente.
Nunca el país presenció una actividad política tan intensa. La provincia estaba agitada por la propaganda, en tal forma, que muy pocos ciudadanos permanecieron alejados o indiferentes a la contienda electoral. La exaltación partidaria adquirió manifestaciones violentas. Si los altos funcionarios del gobierno mantenían una posición imparcial no fue posible que los empleados menores, habituados a otras épocas y tratando de defender sus propias posiciones, no se inclinaran por alguno de los partidos en lucha. La intervención federal y el Ministro del Interior se vieron acechados por multitud de reclamos y críticas, desde la confección del padrón hasta la conducta de los comisarios de campaña. Por pedido de la Unión Cívica Radical se dejó sin efecto el viejo padrón provincial y se puso en vigencia el padrón de 1902 que, posteriormente, se substituyó por el nuevo padrón nacional recientemente confeccionado en 1912, al que ninguno de los partidos podía objetar. 11
El acto electoral desarrollóse con entusiasmo y dentro del mayor orden. Nunca fue más alto el número de votantes. Esta primera elección fue libre y auténtica.
Triunfó la fórmula de la Unión Cívica Radical: Manuel Menchaca-Ricardo Caballero. La simple pluralidad de sufragios vencía a la mayoría adversaria que se presentó dividida.
El éxito del radicalismo tuvo enorme repercusión. Hipólito Yrigoyen, su jefe, que había vivido conspirando en la penumbra, apareció como el primer caudillo popular.
La reforma política del Presidente adquirió mayor prestigio en esta primera experiencia y su autoridad se levantó sobre los partidos, demostrando que el compromiso de prescindencia electoral que había contraído con el pueblo no era una palabra vana.
Elecciones de diputados nacionales
El estado político del país, en menos de un año, se ha transformado. Existe una aspiración general y una presión colectiva para realizar comicios auténticos. Los gobernadores y sus partidarios, representantes del viejo sistema electoral, rivalizan en su empeño por demostrar que sirven honestamente la reforma. La convocatoria para elegir diputados nacionales pondrá a prueba, en un escenario más extenso, la experiencia de Santa Fe. La concurrencia a los comicios de todos los partidos políticos, anuncia un evidente renacimiento cívico. 12
Las elecciones realizáronse el 7 de abril de 1912. El resultado superó las mejores previsiones. La prensa independiente hizo el elogio de los comicios. “El pueblo ha respondido con una espontaneidad sin reservas al llamado del Presidente”. “Jamás se ha presenciado un movimiento cívico más intenso”. “Orden perfecto, cifras de votantes inverosímiles”. “No se puede hacer una elección más perfecta”. Triunfó ampliamente la Unión Cívica Radical. 13
Cuando la Cámara juzgó los diplomas de los electos, la oposición no pudo comprobar cargos que pudieran viciar la elección. Las críticas se concentraron en la Provincia de Buenos Aires. El diputado Federico Pinedo (conservador) afirmó que el acto eleccionario significó el afianzamiento de la democracia, que no hubo presión oficial ni venalidad. La experiencia del voto obligatorio y secreto “había sido un éxito”. El diputado Alfredo Palacios (socialista) saludó la nueva era política. A pesar de las objeciones que formulara reconoció los fructíferos resultados del nuevo sistema en la capital y algunas provincias. El diputado Vicente Gallo (radical) dijo que “se vivían días históricos”. 14 Renovóse el elenco de la clase dirigente con indudable beneficio para el gobierno de la república. Por primera vez en el Congreso se sentaron representantes de todos los partidos. En la Capital y Santa Fe fueron elegidos un representante socialista (Palacios) y otro de la Liga del Sur (De la Torre).
La reforma política prestigiada por el Presidente estaba en marcha. Bien pudo decir más tarde el Ministro del Interior: “la vuelta a la legalidad, el respeto de la libertad, se está practicando, no por los que se creían llamados a ocupar el puesto de los que serían desplazados, sino por éstos mismos. ¿Quiénes han hecho la ley electoral? ¿Los representantes de los partidos gobernantes? ¿Quiénes han presidido las mejores elecciones provinciales que haya habido en el país desde muchos años atrás?”. Son precisamente los círculos dominantes, la oligarquía de Salta, Córdoba y Tucumán.
Elecciones provinciales
Diversas provincias renovaron sus autoridades, reformaron la ley electoral, y adoptaron el padrón nacional. Algunas modificaron la Constitución, como Córdoba, para dar testimonio y garantía a la política iniciada por el Presidente Sáenz Peña.
Después de Santa Fe, tres provincias importantes se aprestaron para los comicios: Córdoba, Tucumán y Salta. En todas ellas la Unión Cívica Radical se dispuso a librar intensa lucha. Los partidos tradicionales se reorganizaron para defenderse de sus adversarios que aparecían prestigiados por el triunfo de Santa Fe y los numerosos votos que obtuvieron en la Capital Federal.
La Unión Cívica Radical conducía la propaganda con habilidad y eficacia levantando la bandera de la pureza del sufragio, la lucha contra el fraude y los privilegios de la vieja oligarquía, para atraer y apoyarse en la gran masa de la clase media, obreros y jornaleros del campo, prestigiando hombres nuevos, reputados en diferentes actividades y círculos. Su excelente disciplina, los cuantiosos fondos de que disponía, el entusiasmo de sus partidarios, estimulados por la posibilidad del triunfo, le permitió organizar desde la capital y provincias verdaderas invasiones de partidarios a las circunscripciones donde se realizaban elecciones, impresionando vivamente al electorado, colaborando de esta manera con los recursos y elementos locales.
La reacción de la oligarquía es vigorosa. Tres provincias dieron un ejemplo de resistencia y capacidad para hacer frente a la “ola radical” que llega del litoral. La experiencia de Santa Fe la obliga a olvidar resentimientos, concertar evoluciones y alianzas para evitar que una minoría radical conquistara el gobierno.
La elección en la provincia de Córdoba ofrecía una importancia fundamental en el panorama político nacional. Gobernaba entonces una tendencia conservadora secular que se distinguía por la calidad de los hombres que la constituían. Se aprestó a la lucha. El candidato Ramón J. Cárcano logró reunir a los diferentes núcleos del Partido Autonomista Nacional, y Constitucional, agrupaciones locales independientes, comerciantes y estancieros, en un partido que se llamó Concentración Popular. Sostuvo como programa de gobierno la consolidación de la libertad electoral y la autonomía provincial; la promoción de la autonomía municipal; además, auspició reformas sociales, un plan de vialidad y subdivisión de la propiedad rural. 15 Promovió la reforma de la Constitución Provincial para “asegurar las garantías de la vida republicana, y la práctica libre del sufragio”, que propugnaba en su plataforma. 16
La Unión Cívica Radical, con su jefe Hipólito Yrigoyen y numerosos dirigentes, prestigiados por sus recientes éxitos, invadieron la provincia levantando tribunas en todos los pueblos y repartiendo dádivas y beneficios con sus poderosos recursos. La lucha se trabó con mucho ardor y hasta con violencia. Los candidatos Ramón J. Cárcano y Félix Garzón Maceda de la Concentración Popular y de la Unión Cívica Radical, Amenábar Peralta y Víctor Noriega, recorrieron varias veces la provincia en franca y apasionada campaña proselitista, en una acción democrática intensa y prestigiosa.
La Unión Cívica Radical solicitó del Poder Ejecutivo el envío de un Comisionado Federal. El Presidente negóse en nombre de su imparcialidad política. “El nombramiento del comisionado, por una aberración partidaria, se considera como una hostilidad al gobernador y un apoyo a la oposición. El Poder Ejecutivo toma los hechos tal cual son. La resolución sería juzgada como un acto parcial. Por eso también se ha negado a enviar un comisionado, a Mendoza, Corrientes, Tucumán y Entre Ríos”. El Presidente lamenta los hechos aislados producidos por los ánimos encendidos y elementos extraños a la provincia, que el comisionado pedido no podría evitar o prevenir. En lugar de buscar en estos hechos la solución por el envío de un representante del gobierno federal, debe dejarse que los comicios se realicen con los elementos de la provincia en la seguridad de que el gobernador presidirá una elección libre. 17
En la elección realizada triunfó la Concentración Popular. Córdoba fue el exponente de la lucha electoral que se libró en las otras provincias, donde el choque se produjo entre dos grandes tendencias de opinión más que entre dos partidos. Una, formada por los hombres que ejercían el gobierno y habían heredado la experiencia de la clase dirigente que contribuyó a realizar el progreso económico y social del país, expresión de un sentimiento conservador que había asegurado el orden social, “arraigando el respeto a la autoridad, formando las instituciones que daban el equilibrio y garantía de estabilidad”. La otra, animada por un fuerte espíritu de renovación y de juventud, pretendía ser la intérprete de la clase media y de las masas populares, de quienes se decía ser vocera. Propiciaba una mejor distribución de la propiedad del suelo y de la riqueza, luchaba por un nacionalismo que exaltaba la soberanía y los sentimientos patrióticos. 18
En este primer encuentro de estas dos grandes fuerzas en las tres provincias mediterráneas, el triunfo correspondió al grupo tradicionalista, que venció con sus mejores hombres después de una intensa lucha comicial. Ernesto Padilla, en Tucumán; Robustiano Patrón Costas, en Salta; Ramón J. Cárcano, en Cordoba, fueron los gobernadores electos. Vencieron a las fuerzas radicales que entonces parecían imbatibles.
Los gobernadores de provincia, exponentes de la vieja oligarquía, colaboraron con eficacia y buena fe en la reforma electoral que prestigió el Presidente y presidieron comicios libres, si se comparan con los actos electorales anteriores. El Ministro del Interior dijo en la Cámara que los gobernadores no habían sido creídos en su conducta pública como consecuencia de antiguos errores. “Es necesario hacer lo posible para que el pueblo crea a los gobernadores y que éstos no mientan jamás”. 19
Los senadores nacionales y la autonomía provincial
La reforma política implantada también influye en la elección del Senado Nacional. En las provincias el gobernador presionaba a las legislaturas para elegir los senadores que habrían de representarlas. Era común que el mandatario provincial fuera elegido senador nacional al expirar su mandato, o renunciara a sus funciones con anterioridad para el mismo propósito, o hiciera elegir a algún miembro de su familia o amigo íntimo para el cargo, que oportunamente le cedía su banca. Al hacerse cargo de la presidencia Sáenz Peña consideró que este hábito constituía una verdadera corruptela y abuso de autoridad que debía cesar. 20
A pesar de la gravitación de su personalidad que sobre los gobernadores ejerció el presidente, fue sin embargo celoso guardián de las autonomías provinciales. Vigorizó el federalismo que los gobiernos anteriores habían desvirtuado con su centralismo político administrativo. Cuando se trató de intervenir alguna provincia, ya porque existía un conflicto real entre la legislatura y el gobernador, como en Santa Fe; o porque se proponía un determinado gobierno invadir a otra provincia, como en La Rioja; o porque se había alterado el libre funcionamiento de los poderes, como en Salta y Jujuy, en todos los casos el Poder Ejecutivo Nacional estuvo presente en el Congreso para ilustrar el debate y plantear su invariable doctrina de respeto a las autonomías provinciales.
Interventores federales o enviados especiales cumplieron fielmente las instrucciones del presidente. Los gobernadores eran respetados en su condición de altos representantes de la voluntad popular y el presidente observaba una conducta a ese respecto que no omitió hasta detalles de consideración personal.
Cuando los gobernadores viajaban a la capital el presidente ordenaba que un edecán suyo fuera a recibirlos a su llegada; luego les facilitaba una audiencia en la Casa de Gobierno, sin demora, agasajándolos con una comida o invitándolos al teatro Colón, preservándoles un asiento en el palco presidencial. Al respeto por la ley se unían las buenas maneras indicadas por la cultura.
Las elecciones de 1914
Una nueva experiencia de la reforma política se realiza en las elecciones de diputados nacionales. En la capital el acto se desarrollo sin tropiezos, en un ambiente de cultura. En las provincias, en general, los resultados reflejaron cabalmente el estado de la opinión en cada una de ellas. En la capital obtuvo la mayoría el Partido Socialista, con más de 45.000 votos, conquistados con el aporte de la opinión independiente. La Unión Cívica Radical calificó la elección como el resultado de una “confabulación tramada en el Ministerio del Interior contra las más gloriosas de las reivindicaciones humanas y que el triunfo había sido con el concurso del voto de inmigrantes sin arraigo”. El hecho no era exacto porque los ciudadanos naturalizados no sumaban 14.000 y el margen del triunfo fue mucho mayor. 21
La discusión de los diplomas de los diputados electos ocupó varias sesiones de la Cámara (11 al 21-V-1914). Fue un engorroso debate durante el cual los partidos organizaron sus posiciones iniciando su propaganda para la próxima campaña presidencial. Hiciéronse mutuas inculpaciones radicales y conservadores; los socialistas y la Liga del Sur. Con raras excepciones, los discursos fueron apasionados y violentos. Las expresiones vertidas revelaron el deficiente grado de cultura alcanzado por los partidos políticos. Los radicales y los socialistas llevaron un duro ataque al gobierno de la provincia de Buenos Aires; Horacio Oyhanarte, el joven y batallador caudillo radical de La Plata, se inició en la Cámara con un discurso que duró cuatro sesiones, denunciando los atropellos del gobernador. Le respondió el diputado José Arce (conservador de Buenos Aires) con un discurso que duró dos sesiones. Lisandro de la Torre (Santa Fe, Liga del Sur) criticó al flamante gobierno radical santafesino, denunciando el empleo del fraude y la violencia contra la libertad, electoral. Le respondió Rogelio Araya (radical de Santa Fe) haciendo el proceso de la Liga del Sur. El diputado Justo, socialista por la capital criticó con igual vehemencia a la Unión Cívica Radical y al partido Conservador. 22
La discusión en la Cámara reveló una renovación de valores electorales, la participación de una gran masa de opinión en los comicios y un mejoramiento apreciable en el desarrollo de los mismos. El diputado Costa (Conservador de Buenos Aires) apreciaba estos hechos, diciendo: “amanecen los tiempos para nuestra democracia incompleta”. La ausencia de partidos de principios, la tendencia de los gobiernos, de cualquier partido que fueren, a presionar al electorado para mantenerse en el poder, la persistencia del vicio y fraudes reiterados en algunas provincias, la falta de cultura cívica y de autonomía comunal, revelaban que la reforma electoral no era suficiente para ordenar y robustecer una vida democrática sana y vigorosa.