Las reducciones jesuíticas de indios guaraníes / 1609-1818
La Fundación de Montevideo
 
 

Apuntó dicha fundación a la defensa del territorio de España. Y fue providencial como fuerte de avanzadas contra las pretensiones portuguesas en toda la banda oriental.



1) Antecedentes


Tomada y arrasada la Colonia en febrero de 1705, pareció resuelto definitivamente el pleito hispano-portugués sobre la posesión de tan estratégica zona.


Pero interesaba al gobierno lusitano dicha posesión, de importancia capital para su política ultramarina; y logró ponerla otra vez sobre el tapete de la política internacional a la vuelta de pocos años.


Hubo consultas y referencias; y pese al dictamen de 3 de julio de 1713 del Real Consejo de las Indias, contrario a que los portugueses recuperasen la Colonia, firmaba Felipe V el 6 de febrero de 1715 el tratado de Utrecht, cuyo artículo 6º era un regreso al tratado de Alfonza de 1701.


“Su Majestad Católica —así el citado artículo— no solamente volverá a Su Majestad Portuguesa el territorio y Colonia del Sacramento, situado a la orilla septentrional del río de la Plata, sino también cederá en su nombre y en el de todos sus descendientes, sucesores y herederos toda acción y derecho que Su Majestad Católica pretendía tener sobre dicho territorio y Colonia.”


Consiguientemente a este tratado y a la real cédula firmada en Aranjuez el 15 de junio de 1715, que ordenaba pasar a los portugueses la posesión, se efectuó en noviembre de 1716 la desdorosa entrega. 138


Fue, sin duda, un mal paso, que se convirtió en la pesadilla del Rey, como un cargo de conciencia que había que reparar.


Durante los tres o cuatro años siguientes de 1715, encontramos copia grande de documentos que nos hablan de cómo el Rey, hipocondríaco y celoso de su gobierno, fatigó a sus consejeros de Estado en Indias, a sus embajadores y enviados extraordinarios, y aun a su mismo confesor, para ver de tranquilizar su conciencia en lo referente a aquel territorio americano... Todas cuantas personas y consejos fueron consultados por el rey Felipe, contestaron acordes que no podía quedar la Colonia en manos portuguesas.139


Don Baltasar García Ros, gobernador interino de Buenos Aires, que debió formalizar la entrega, por oficio de 7 de diciembre de 1715 mostraba a Su Majestad los graves inconvenientes que traía aparejada. Tres actuaciones eran concebibles en la interpretación de las palabras “territorio y Colonia” del Sacramento del tratado de Utrecht, todas tres sumamente perniciosas para España. Al fin adoptó la forma menos comprometedora, de cederles “únicamente la situación en que estuvo la fortaleza y su circunvalación, a distancia de tiro de cañón, que es sólo de lo que han tenido posesión los portugueses”. 140


Asintió sin titubear Felipe V; y por real cédula de 11 de octubre de 1716 ordenó a García Ros:


No debéis permitirles más extensión ni territorio que el que comprende el tiro de cañón; que, si lo intentaren, se lo procuraréis embarazar, arreglándoos al expresado artículo sexto.141



2) Malas consecuencias


Pero no estaban los habitantes de la Colonia para llevar vida monástica, ni dispuestos los de Buenos Aires a desatender sus ofertas.


Comenzó, pues, el contrabando, pese al decreto de García Ros, con “pena de la vida”, para ahuyentar los tratos y contratos y la venta de caballada a los portugueses.142 Tampoco produjo efecto sensible la real cédula de Madrid, el 13 de noviembre de 1717, inhibitoria de toda forma de comercio, “aun en la cosa más leve”, entre ambas capitales.


Y como quiera que al contrabando se sumaban las incursiones de los portugueses, dispuso Su Majestad estar sobre aviso y acudir a “los religiosos de la Compañía de Jesús, para que tengan disimuladamente prontos a mi real servicio los pueblos de las doctrinas, que en otras ocasiones se han experimentado sumamente útiles, y pueden ser necesarios en las ocurrencias que puedan sobrevenir”.


Aludía esta real cédula de 1717 a la población y fortificación de Montevideo; lo mismo que la ulterior de San Lorenzo del Escorial de 25 de octubre de 1718. 143


Tan premiosos requerimientos no lograron, con todo, sosegar la real conciencia; y quiso Felipe V oír una vez más la voz de su confesor, que no fue menos determinante:


Hizo ver Su Paternidad cómo “la instancia que los portugueses hacen por el territorio que pretenden, es por labrar las campañas, y conducir los frutos al Brasil...; y desde la dicha Colonia los conducen en diez días; como asimismo se debe tener presente que, si se les concediesen las tierras que piden, fueran dueños de todas las vacas de aquellas tierras, sacando navíos cargados de cueros.


Y concluía con este apercibimiento de enorme trascendencia:


Algunos sujetos muy versados en esta materia son de sentir... que el modo de perder las Indias es dar un palmo de tierra a cualquier extranjero; porque como son los territorios tan dilatados y las fuerzas casi ningunas, cuando se quiere acudir al remedio, no se puede.144


Para bien de España y de su rey Felipe V, era gobernador de Buenos Aires don Bruno Mauricio de Zavala; quien, por ser mucho personaje, manipulaba, como cosa propia, la incondicional ayuda militar de las reducciones.


Cabalmente dos años después de las prevenciones del confesor de Su Majestad, pedía Zavala 500 indios de armas “para desalojar a los portugueses de la Colonia del Sacramento, de una estancia que habían fundamentado con muchos ganados en territorio de Vuestra Majestad, de donde le hicieron retirar y ceñir en los límites de su Colonia”. 145



3) La nueva fundación


El hecho anterior fue una simple escaramuza, a la que siguió otra acción de mucho más aliento. El 1° de diciembre de 1723, el capitán de navío don Pedro Gronardo comunicaba al Gobernador la presencia de naves portuguesas al pie del cerro de Montevideo, con dotación de trescientos hombres y un despliegue de dieciocho tiendas de campaña junto a la costa.


Era que el maestre de campo Manuel de Freitas da Fonseca se había posesionado de la tierra, en nombre del rey de Portugal, con vista a una población estable.


Hubo un cruce de notas entre ambos Jefes. A las Intimaciones del gobernador de Buenos Aires replicó Fonseca como volviendo la cara, que “su amo le había mandado a establecerse en estas tierras, sin disputa pertenecientes a su Corona; y que como soldado no podía abandonarlas sin esperar órdenes de su gobierno”.


No se aturdió Zavala; y a vuelta de varios mensajes contestó por igual tono:


Las órdenes que tengo del Rey son de mantener la mejor correspondencia con los súbditos de Su Majestad Fidelísima, como lo he practicado; pero para defender el país hasta perder la vida no necesito de ningunas.146


Y sin parar mientes en las protestas del gobernador don Antonio Pedro de Vasconcelhos, movilizó a los hombres de guerra, solicitó la ayuda de las Misiones y dispuso el cerco de la Colonia.


Por orden del mismo Gobernador —anotaba el padre Herrón—, salieron de las referidas doctrinas 3.000 indios de guerra armados, para desalojar de el puerto de San Felipe de Montevideo a los portugueses que se habían poblado en dicho paraje.147


Más no fue menester batirse; como que, atemorizado Fonseca, levantaba el campo por enero de 1724, después de enviar a Zavala un escrito de protesta por sus disposiciones hostiles.


Felipe V seguía en tanto con sus apremios a Zavala. A las reales cédulas de Aranjuez, de 10 de mayo de 1723, y San Ildefonso, de 20 de diciembre ulterior, acopiaba luego la de Buen Retiro, de 20 de junio de 1724. Había que fortalecer y poblar a Montevideo y Maldonado antes que lo intentase Portugal, según noticias fidedignas de sus preparativos.


El desalojo de la estancia inmediata a la Colonia hacía suponer —expresaba Su Majestad a Zavala— “que no habrá llegado el caso de que los portugueses hayan principiado la mencionada fortificación en Montevideo ni en otro paraje de esas costas, y que aun cuando lo hayan intentado les habréis vos embarazado”. 148


Pero ya para entonces trabajaba don Bruno en los reductos junto al cerro, con la ayuda de los indios de las reducciones.


Me valí —expresó al Rey— de 1.000 indios tapes, que llegaron a Montevideo el día 25 de marzo para continuar en el trabajo de la fortificación; sin cuya asistencia fuera imposible proseguirle, por ser los únicos dispuestos a permanecer, sin que sea dable el que otros ningunos en este país se sujeten por más conveniencia que se les haga”. 149


Y no era la sola faena a ellos encomendada por aquellos días. Según expuso en Madrid el padre Herrén, cuando el 11 de febrero de 1725 tomaba navío para España 160 Indios construían el fuerte de Buenos Aires, 100 defendían a Santa Fe contra los abipones, y 6.000 esperaban armados a don Bruno Mauricio de Zavala, para la pacificación del Paraguay.


El 28 de agosto de 1726, el gobernador Zavala suscribía en Buenos Aires el llamado auto de erección de la ciudad de San Felipe de Montevideo, y el 24 de diciembre se fundaba la ciudad. 150