desde 1852 hasta 1899
revolución de 1874
 
 

Próxima a concluir la gestión presidencial de Sarmiento, se realizan elecciones el 12 de abril de 1874. Confrontan en ellas el general Mitre –que lleva como candidato a la vicepresidencia al jurista correntino Juan Eusebio Torrent– y Nicolás Avellaneda-Mariano Acosta. Avellaneda era ministro de Sarmiento y Acosta gobernador de Buenos Aires. Detrás de éstos, está la mano habilidosa de Adolfo Alsina y la conformidad de Sarmiento.


Triunfa la fórmula encabezada por Avellaneda y un hervor revolucionario bulle en la filas mitristas.


Gravísimos sucesos tendrán lugar, no obstante, antes que Avellaneda ocupe el sillón de Rivadavia, donde aún está sentado Sarmiento, prolongándose después de su asunción.


Mitre, en efecto, no reconoce el resultado de las elecciones, que califica de fraudulentas, lanzándose a conspirar. Tiene mucha popularidad en Buenos Aires y lo apoyan militares de valor probado, como Arredondo, Rivas o Gelly Obes. Salvo en lo que se refiere al coronel Iwanowsky, que responde incondicionalmente a Sarmiento, el gobierno no tiene certeza respecto a la conducta que habrán de adoptar otros jefes, por ejemplo los coroneles Roca, Luis María y Julio Campos.


En la noche del 24 de septiembre de 1874, dos cañoneras comprometidas con la revolución levan anclas subrepticiamente, pero una de ellas vara y debe ser abandonada por su tripulación. El suceso delata la inminencia del estallido, resolviéndose los conjurados a iniciar las acciones de inmediato, mientras el gobierno adopta las primeras medidas para neutralizarlas.


De acuerdo con el plan trazado, la orden para comenzar el alzamiento se transmite mediante mensajes en clave, disimulados entre los avisos que publican La Nación y La Prensa, ya que aquel diario es propiedad de Mitre y el dueño de éste –José C. Paz– se cuenta asimismo entre los revolucionarios.


Mitre se embarca hacia el Uruguay, desde donde volverá para hacer pie en el Tuyú (cerca de la actual localidad bonaerense de General Madariaga) y reunirse con las fuerzas de Rivas.


Mediante un telegrama, Sarmiento ordena a Iwanowsky la detención de Arredondo, que está en Villa Mercedes. El telegrafista comunica la recepción del mensaje a Arredondo, quien envía un oficial para capturar a Iwanowsky. éste se resiste y lo matan.


Arredondo, eludiendo pasar por Río IV, pues allí se encuentra Roca, entra en Córdoba para unir sus tropas con las milicias que debía movilizar Taboada, desde Santiago del Estero. Las milicias no aparecen y Arredondo regresa a Villa Mercedes, sin ser hostilizado por Roca.


Mitre se ha quedado inexplicablemente inmóvil, en el sur de la provincia de Buenos Aires, con los 9.000 hombres de que dispone.


Arredondo marcha hacia Mendoza, venciendo a los milicianos mendocinos en Santa Rosa (29 de octubre de 1874). El teniente coronel Catalán, que manda las milicias, muere durante el combate.


En noviembre, Mitre se pone finalmente en marcha. Durante su avance topa con una pequeña fuerza, cuya existencia ignoraba. Se trata de 850 hombres, que incluyen algunos soldados de línea, 120 policías y más de 700 paisanos reclutados, carentes de artillería. Los manda un hombre pintoresco, poco amigo de la disciplina y dotado de un coraje temerario: el teniente coronel José Inocencio Arias, al cual secundan dos estancieros de Lobos, Francisco B. Bosch y Daniel Solier.


La exigua hueste de Arias está en un potrero defendido por zanjas, no lejos de Bragado. Mitre le intima rendición. Ante su sorpresa Arias no sólo rechaza la intimación sino que, por su parte, exige a Mitre deponer las armas.


Hasta 5 veces cargan los hombres de don Bartolo contra las posiciones ocupadas por Arias y los suyos. El fuego de los defensores causa estragos entre los asaltantes. Que, diezmados y perplejos, deben retirarse por fin. Fue éste el combate de La Verde y tuvo lugar el 26 de noviembre del 74.


Pero Arias no se da por satisfecho con su victoria. Resuelve perseguir a Mitre y, el 2 de diciembre, le da alcance en Junín, conminándolo a rendirse. Mitre se rinde.


El 7 de diciembre, Roca ataca a Arredondo, librándose así la segunda batalla de Santa Rosa. Triunfa Roca y es ascendido a general. Tenía 31 años.






Durante el banquete con que se celebró el triunfo de Roca en Santa Rosa, instado por los presentes improvisó un brindis el teniente coronel doctor José Ambrosio Cortés Funes. Tal brindis resultó en parte premonitorio y decía así:


El alférez de Pavón,


general por Santa Rosa,


aún será más grande cosa


cuando alcance su sazón.


Si tiene la precaución


de andar con paso prudente,


llegará a ser Presidente


y hará el bien de la Nación.


El referido brindis, conservado por tradición oral, me lo hizo conocer el Dr. Juan Olmedo Alba Posse, bisnieto de quien lo improvisara.