La gravedad que había adquirido la inestable situación política en el Río de la Plata volvía temerosos a muchos congresales. Advirtiendo José de San Martín la situación, se decidió a influir poderosamente en las decisiones del Congreso. Vinculado por lazos amistosos con los diputados cuyanos, les escribía para alentarlos a una pronta determinación, logrando inclinar a los diputados a tratar rápidamente la declaración de la independencia de España.
Desde Mendoza, San Martín estaba organizando un ejército para realizar su vasto plan de cruzar la cordillera de los Andes y liberar a Chile, pasando de allí pasar al Perú, extendiendo hasta allí revolución, pues consideraba que el único modo de asegurar una duradera independencia de su patria era afirmar también la de las nacientes hermanas de América. Al hacerse cargo del Ejército del Norte se había dado cuenta de que la poderosa resistencia española estaba radicada en el Perú y que todo triunfo sería transitorio mientras no se expulsara a los ejércitos realistas de allí.
Para poner en marcha su plan continental eranecesario previamente asegurar los destinos de las Provincias del Río de la Plata. No podía pretenderse extender una revolución que no estaba reafirmada en su propia cuna, San Martín sabía que no era lo mismo intentarlo sin tener detrás el apoyo de una nación decidida, y para ello era necesaria la declaración de independencia. Deseaba ser pronto el general de un país independiente, pues no era lo mismo que ser un militar rebelde contra su rey.
En testimonio de sus esfuerzos por la causa de la independencia, le escribía a Tomás Godoy Cruz, representante de Mendoza: “… Hasta cuando esperamos para declarar nuestra Independencia. Es ridículo acuñar moneda, tener pabellón y escarapela nacional, y por último, hacer la guerra al soberano de quien dependemos y permanecer a pupilo de los enemigos. ¿Qué más tenemos que decirle? Con este paso, el estado ganará un cincuenta por ciento. Y si tiene riesgos, para los hombres de coraje se han hecho las empresas.”