Afirmada la unión de las provincias
y preservadas sus autonomías locales
llegaba la hora de dar forma de ley
a la organización del estado nacional
La tradición de un poder central fuerte
se combinó con división de poderes
y con representación del pueblo y las
provincias en la legislatura bicameral
Las ideas liberales de la época
aseguraron las garantías individuales;
equilibrando el poder del gobierno
se proyectaba el destino de República