El año 1810 encontró al joven Virreinato del RÃo de
Esta división polÃtica-administrativa creada en 1782 por el rey Carlos III no respondÃa las efectivas necesidades de las mismas, sino más bien al deseo real de centralizar el poder polÃtico y económico y controlar eficazmente el extenso territorio que conformaba el virreinato.
Dentro de las intendencias existÃan ciudades tan antiguas o importantes como sus capitales, cuyos cabildos ejercÃan una gran influencia en toda la zona que los rodeaba. Las grandes distancias que separaban a las ciudades entre sÃ, los escasos medios de movilidad y de comunicación con que se contaban en la época, hacÃan que sus pobladores debieran solucionar solos los problemas que las aquejaban, sin posibilidad de esperar ayuda. Con el establecimiento de las intendencias, al cabildo, que hasta entonces habÃa funcionado como la autoridad comunal más importante, se le quitaron poderes que pasaron manos de los gobernadores intendentes.
Producida
En cada intendencia se fue produciendo la división, bajo el influjo de los cabildos de las ciudades más importantes, de los territorios que estaban en su área de influencia, convirtiéndose en provincias que tomaban como nombre el de las ciudades que las encabezaban. Las primitivas trece provincias argentinas surgieron de los trece cabildos que existÃan en el virreinato del RÃo de
De la extensa intendencia de Buenos Aires se separaron tres provincias litorales: Santa Fe, Corrientes y Entre RÃos y
Se formaron cinco provincias de la intendencia de Córdoba del Tucumán,: Córdoba,
La intendencia de Salta se disgregó en las provincias de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Salta y Jujuy.
Esta división fue paulatina y no respondió a cálculos polÃticos, ni a una equitativa distribución de la población, ni de las fuentes de riqueza, sino a la polarización que ejercÃan las principales ciudades en sus territorios de influencia con sus instituciones comunales. Por esta razón existieron desde sus orÃgenes provincias ricas†y “provincias pobresâ€, y esto quizás fue lo que dificultó que el sistema federal que comenzaba a reclamar la mayorÃa de ellas no se pudiera constituir sobre un pie de igualdad, aunque todas rechazaban con vigor todo intento centralizador que tratara de avasallarlas y desconocer la vigencia de sus peculiares caracterÃsticas históricas.