expediciones tierra adentro
Mendoza, que había resuelto regresar a España, se deja seducir por los relatos de Ayolas y –confiando el “real” a la custodia de un puñado de hombres– emprende viaje con el resto de la gente, conducidos por aquél. La travesía es penosa, el hambre vuelve a cundir y los yacarés devoran los cadáveres que son arrojados por la borda.
Llegados a Corpus Christi, encuentran a la guarnición alborotada por los relatos fabulosos que ha traído Jerónimo Romero, un sobreviviente de la incursión de César. Tanto fue así, que Ayolas decide continuar la navegación hacia las regiones descriptas por Romero, acompañado por la mayoría de los pobladores del fuerte. Mendoza, cuya enfermedad se ha agravado, queda en un campamento que establece cerca de Corpus Christi. Pero no aguanta mucho tiempo y opta por poner punto final a su desgraciada estadía americana. Arriba a Buenos Aires, dicta un testamento dejando el adelantazgo a Ayolas y embarca en la “Magdalena”, rumbo a Europa. No alcanza sus costas con vida, pues muere en alta mar, el 23 de junio de 1537.
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