¡tierra a la vista!
Los preparativos de esa expedición tropezaron con muchos inconvenientes. Pues los fondos puestos a disposición del Gran Almirante eran relativamente escasos y éste tuvo que asociarse con los hermanos MartÃn Alonso y Vicente Yáñez Pinzón para poner en marcha su empresa.
 La “Santa MarÃa†era el buque insignia de la pequeña flota. Se trataba de la mayor de aquellas carabelas y de la única que contaba con puente. 120 hombres formaban las tripulaciones, que estaban compuestas por parientes y amigos de los Pinzón, marineros conchabados en las dársenas y aventureros de mala catadura, acaso buscados por la justicia pero atrapados todos por la ilusión de ver hecho realidad el sueño acariciado por Colón.
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        Una carabela desplazaba entre 60 y 90 toneladas. Un portaviones moderno puede desplazar 85.000. Estaban aquéllas construidas en madera y contaban con tres palos: trinquete, mayor y mesana. Desde la proa avanzaba el bauprés. Cuando la “Santa MarÃa†navegaba a todo trapo, llevaba izadas las velas siguientes: en el bauprés, una pequeña, rectangular, llamada cebadera; en el trinquete, una vela cuadra denominada trinquetilla; en el más alto, la vela mayor, y una gavia; en el palo mesana, una vela latina, que facilitaba la acción del timón para dirigir la nave. Las velas cuadras se colocaban de manera transversal al eje del casco; las latinas, paralelas a dicho eje. Además de las carabelas, hacia la época del descubrimiento de América se utilizaban también las urcas –de origen holandés– como barcos de carga. Y los galeones, de alto bordo, empleados para hacer largas travesÃas y como buques de guerra. En las velas de estas naves se solÃan pintar cruces, escudos o imágenes de santos. |
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