Parece, en efecto, que Cristóbal Colón nació en Génova, hacia el año 1440 ó 45, aunque eso no esté confirmado.
Génova era una república independiente, con larga tradición marinera. No ha de extrañar, entonces, que Colón fuera un navegante consumado.
Estudió, según dicen, en la Universidad de Pavía, donde adquirió conocimientos de matemáticas y astronomía, indispensables para conducir una nave con buen rumbo. Combatió por su patria, comandando una expedición a Túnez y naufragó en otra, dirigida contra los venecianos. Navegó los mares del norte y conoció Islandia, habiendo quizá llegado a sus oídos noticias sobre ciertas aventuras corridas por los vikingos, al internarse en el “Mar Tenebroso”.
Era Colón un hombre profundamente religioso y la fe le resultó auxilio irreemplazable, en las empresas que protagonizó durante su agitada vida. Llevaba, por otra parte, un nombre premonitorio, ya que Cristóbal significa “el que lleva a Cristo”.
Y pronto supo que la tierra no era plana, sino redonda. De ello extrajo una conclusión: que navegando siempre hacia el oeste era posible alcanzar la India y China, dando la vuelta al mundo.Advertida la importancia que revestía dominar la mejor ruta para realizar el comercio marítimo con Oriente, Colón empezó por proponer a las autoridades de su patria poner en práctica el proyecto de llegar allí, avanzando con rumbo al poniente. Sus paisanos no aceptaron la propuesta.
Entonces se dirigió a Juan II, rey de Portugal, haciéndole el mismo ofrecimiento, que tampoco fue aceptado. De modo que se encaminó a España.
