Irala
Ayolas prosiguió su esforzado avance. Luego de remontar 100 leguas el rÃo Paraguay, se mete tierra adentro. Antes, construye en la costa un fortÃn que denomina Nuestra Señora de la Candelaria, dejando a su frente un hombre dotado de notables condiciones personales: Domingo MartÃnez de Irala, natural de Guipuzcoa, valiente, sagaz y prestigioso entre sus compañeros.
 Mientras Irala permanece en la Candelaria, llega allà Juan de Salazar, enviado por Mendoza antes de dirigirse éste a España, con el encargo de notificar a Ayolas que le ha legado la dignidad de Adelantado. Irala y Salazar buscan inútilmente a Ayolas. Por fin, vuelve Salazar sobre sus pasos y, a orillas del rÃo Paraguay, en una bahÃa profunda que está cerca de un cerro, levanta la fortaleza que llama de Nuestra Señora de la Asunción, hoy capital paraguaya. Ello tuvo lugar un 15 de agosto de 1537.
 Como Ayolas no retorna, Irala se hace cargo del mando en Asunción. Desde allà organiza otra entrada, en busca de aquel Adelantado que jamás se enterarÃa de haber recibido tal tÃtulo como legado. Por un indio sobreviviente, se entera Irala del fin de Ayolas.
 HabÃa ocurrido que éste, en su temeraria incursión, luego de mil peripecias alcanzó las Sierras de la Plata. Y, cargado con el precioso metal, llegó de vuelta a la Candelaria, abandonada por Irala. Buscó y halló una calabaza enterrada en un sitio convenido de antemano y, dentro, un papel en que obraban las instrucciones dejadas por Irala para permitirle llegar a Asunción. Puestos en camino, Ayolas y los suyos fueron muertos por los payaguás, salvándose de la matanza tan sólo el indio que informó sobre los tristes sucesos que pusieron fin a la vida aventurera de Ayolas. |
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