desde 1492 hasta 1800
descubrimiento de América
 
 
El 3 de agosto de 1492 zarparon tres carabelas del puerto de Palos, en la provincia española de Huelva. Se llamaban “La Niña”, “La Pinta” y la “Santa María”.

los reyes despiden a Colón  

La expedición estaba al mando de Cristóbal Colón. Y las naves pusieron rumbo al oeste.
La navegación fue azarosa. Calmas y tempestades se abatieron sobre los barquitos. Hasta hubo conatos de motín, ya que algunos tripulantes, asustados, exigían dar vuelta en redondo y regresar al punto de partida.
Sin embargo, el “Mar Tenebroso”, en el que se habían adentrado, no presentaba el panorama aterrador que pintaban los relatos, corrientes en las tabernas próximas a los puertos europeos de ultramar. No se hacía oír el canto temible y seductor de las sirenas; la línea del horizonte no se ondulaba con el perfil sinuoso de la serpiente marina y, a través de la transparencia del agua, no se adivinaba la vecindad de monstruo alguno. Mientras, la aguja de las brújulas seguía indicando el norte, sin sufrir perturbaciones por acción de la “piedra imán”; no advirtiéndose tampoco, finalmente, que la isla de “San Satanasio” estuviera cerca.
Más de sesenta días se prolongó la travesía. Y si bien los viajeros no habían topado con aquel abismo por el cual, según algunos, se desbarrancaba el océano, tampoco se presentaban ni rastros de las costas chinas, que Colón se proponía alcanzar.
El agua dulce iba bajando en los barriles que la contenían. Y agotábanse las provisiones de galleta y tasajo con que se alimentaba la tripulación.
El 11 de octubre, los marineros experimentados olfatearon la proximidad de tierra: el temple del aire había cambiado y un pájaro pasó volando. Por la noche, Colón creyó ver una luz en el horizonte. Y, al rayar el alba, uno de los vigías apostados en lo alto gritó por fin: ¡tierra a la vista! Aseguran que ese vigía fue un grumete llamado Rodrigo de Triana. Era el 12 de octubre de 1492.

Una isla cubierta de vegetación se presentó ante la mirada de los expedicionarios, con su playa blanca festoneada de palmeras.  

Las naves se aproximaron lentamente, sorteando el riesgo de los arrecifes, hasta fondear cerca de las rompientes. Varios botes encallaron en la arena. Colón desembarcó y agradeció a Dios haber coronado con éxito su extraordinaria empresa.Algunos indios, ocultos entre los árboles, observaban la escena, sorprendidos.

La isla se llamaba Guanahaní y forma parte del archipiélago de las Bahamas. Colón la bautizó San Salvador.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cristóbal Colón en cubierta

 

Cristóbal Colón

 

 

rebelión en la Santa María

 

 

Rodrigo de Triana divisa tierra