Hernán Cortés
El Viernes Santo de 1519, una expedición al mando de Hernán Cortés llegaba a las costas de Méjico, territorio del Imperio Azteca que presidía Moctezuma. Allí Cortés fundó un pueblo que, para conmemorar la fecha, llamó Villa Rica de la Vera Cruz, hoy Veracruz.
Cortés vino al mundo en la ciudad española de Medellín, estudió en Salamanca y pasó a Indias con sólo 19 años de edad. Fue funcionario de menor cuantía en La Española e intervino en la conquista de Cuba.
El gobernador Velázquez había resuelto armar una flota considerable, para explorar el país que se extendía hacia el norte de aquel istmo que atravesara Balboa, poniendo a Cortés al frente de ella. Quien, además, se asoció a la empresa con hombres y barcos (de los 10 que componían la armada, 7 fueron fletados por él).
Al zarpar Cortés, ya Velázquez sospechaba que intentaría sobrepasar sus instrucciones, iniciando una formal conquista bajo su responsabilidad. Intentó detenerlo en varias oportunidades sin éxito, pues Cortés contaba con gran prestigio entre los suyos, que ni atendían a los emisarios del gobernador.
Fundada Veracruz y con el propósito de demostrar que su decisión de seguir adelante era irrevocable, rompiendo a la vez todo vínculo con Velázquez, Cortés mandó destruir las embarcaciones que lo habían llevado. Desde entonces, para referirse a un gesto que determina la imposibilidad de retroceder luego, se dice que quien lo protagonizó “quemó las naves”. Aunque parece que Cortés no incendió las suyas, sino que les hizo barrenar el fondo, echándolas a pique.
Con suma habilidad lograría Cortés el apoyo de algunas tribus enemigas de los aztecas (totonacas, tlascaltecas) y negoció con los enviados del emperador Moctezuma. En cuanto a éste, lo paralizaba la convicción de hallarse ante el cumplimiento de una vieja profecía. Quetzacoatl (Serpiente Emplumada), dios que adoraban los aztecas, habría anunciado, en efecto, que unos hombres blancos llegarían desde el mar para dominarlos.
Las tratativas eran realizadas por Cortés valiéndose de la bella Marina, una india que se le había unido en la isla de Tabasco y que oficiaba de intérprete.
El 19 de agosto de 1519, Cortés abandonó Veracruz, ocupó luego Tlaxcala y se dirigió a Cholula, de camino hacia Méjico. Era Cholula una ciudad considerada sagrada, donde había más de 300 templos dedicados a los cultos sangrientos que se practicaban en el Yucatán. Cultos éstos que incluían sacrificios humanos, durante los cuales el sacerdote arrancaba el corazón de sus víctimas y lo ofrecía, palpitante, para aplacar a sus crueles divinidades.
En Cholula se tramó un levantamiento contra Cortés. Que, enterado por medio de Marina, adelantóse a los hechos, hizo una tremenda matanza entre los conjurados, derribó a golpe de espada los ídolos de sus altares y se encaminó a Méjico.
Estaba la ciudad construida en medio de un lago –el Texcoco– y varios terraplenes la unían con tierra firme. Allí entró, luego de parlamentar con Moctezuma.
Mientras tanto, Veracruz fue atacada por los aztecas. Como represalia, Cortés encarceló a Moctezuma. Y, aunque éste le diera satisfacciones, se le obligó a abdicar su soberanía en favor del rey de España, por ese entonces el emperador Carlos V, nieto de Fernando el Católico y de Isabel, e hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca.♦
El imperio azteca se sumó así a la corona de España. Muchos sucesos ocurrirían, sin embargo, hasta que esa conquista quedara consolidada.
Una escuadra que enviara Velázquez, al mando de Pánfilo de Narváez, se aproximaba a Veracruz. Cortés marchó para enfrentarla, dejando en Méjico a uno de sus capitanes, Pedro de Alvarado.
Al regresar Cortés, luego de triunfar sobre Narváez, halló a los aztecas sublevados. Moctezuma, convocado por Cortés, murió a manos de sus propios súbditos. Los españoles fueron expulsados de la capital, luego de una jornada trágica, conocida como “ Ahora sí, había quedado consumada la conquista de Méjico. Hernán Cortés murió en Sevilla, el 2 de diciembre de 1547, a los 62 años de edad. Según palabras suyas, dio a Carlos V “más provincias que villas había heredado de sus padres y abuelos”.
♦ “El Salto de Alvarado” fue una proeza atlética que aún resulta asombrosa. Durante aquella sangrienta confusión que fue “ La embestida de los numerosos guerreros aztecas era ya incontenible y unos pocos españoles quedaban en pie. Alvarado acudió a un recurso extremo. Herido, cubierto con su pesada armadura, en medio de la oscuridad, tomó impulso y, utilizando su lanza como si fuera una garrocha, saltó sobre el agua negra de la brecha, salvando así su vida para seguir combatiendo y participar más tarde en la reconquista de esa ciudad que era capital del imperio.
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