lejanas elecciones
En febrero de 1976, Antonio Cafiero renuncia al ministerio de EconomÃa –donde habÃa reemplazado a Gómez Morales– y se hace cargo de la cartera Emilio M. Mondelli. El 5 de ese mes asesinan en Quilmes a José Miguel Tarquini, jefe de prensa de Bienestar Social, un nacionalista que se propuso combatir al marxismo desde el cargo que ocupaba, oponiéndose también a los oscuros manejos que allà tenÃan lugar. El 7, los radicales anuncian la inminencia de un golpe de Estado “ante la falencia del Poder Ejecutivoâ€. Un diputado peronista pide la renuncia de Isabel. El 11, la guerrilla asesina en Mar del Plata al coronel Reyes, jefe de la unidad local. Ese mismo dÃa, El diario BalbÃn se dirige a la nación por TV, el 16 de febrero. Y manifiesta no contar con soluciones para remediar la situación que se vive. ésta, en efecto, es decididamente grave. Si bien cabe apuntar que los medios de difusión, empeñados en una campaña contra el gobierno, contribuyen a magnificarla, reforzando la impresión ya casi unánime: sólo un gobierno militar podrÃa restablecer el orden. Todos esperan un golpe. Casildo Herreras abandona el paÃs. En Montevideo le hacen un reportaje y, según la versión periodÃstica, expresa: “me borréâ€. El Congreso está desierto, pues los legisladores, como Casildo, se han “borrado†en previsión de sucesos que se estiman muy próximos. Durante la madrugada del 23 al 24 de marzo de 1976, el helicóptero en que Isabel se retira de Dos dÃas después,
Aquel modesto asesor de gabinete que, en la noche del 8 de junio de 1970, viera frustrados sus deseos de saludar al general Onganía, depuesto horas antes, acompaña ahora al doctor Santiago M. de Estrada cuando éste ingresa al despacho que ocupará en adelante, como Secretario de Estado de Seguridad Social del flamante gobierno. Tal despacho ha correspondido al doctor Celestino Rodrigo, quien se desempeñara correctamente al frente del área previsional hasta poco antes y que, tal como podría sugerirlo su vinculación con López Rega, adhiere a los cultos esotéricos, igual que “el brujo”. Y ocurre que, en un sector de dicho recinto oficial, los visitantes hallan un curioso altar, montado con objetos extraños y provisto de velas, que recuerda los que improvisa la “macumba” brasileña para celebrar sus ritos. Nadie se ha atrevido a sacar de allí ese altar, durante los días corridos desde el alejamiento de Rodrigo. Cosa que hacen Estrada y su acompañante, con alguna aprensión. |
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