El 4 de junio de 1946, tercer aniversario de la revolución, Juan Domingo Perón asumió la presidencia del paÃs.
Durante el lapso corrido desde las elecciones donde obtuviera la victoria, el gobierno de Farrell le ha facilitado a Perón los comienzos del suyo, mediante varias medidas: nacionalizó el Banco Central, poniendo a su frente al hombre que comandarÃa la acción económica peronista, que es Miguel Miranda, un empresario impetuoso y afortunado en sus negocios; autorizó una emisión de bonos del tesoro, por 250 millones de pesos; intervino la Universidad; estableció el control de cambios y creó el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), que manejarÃa en adelante el comercio exterior. Además, puso a Perón nuevamente en actividad militar, dejando sin efecto su retiro y ascendiéndolo a general de brigada.
Perón nació en Lobos (alguien dice que en Roque Pérez) el 8 de octubre de 1895. De manera que contaba 50 años al hacerse cargo de la presidencia, edad que no representaba, retinto el pelo, redonda la cara y aún elástico el paso. Era robusto, tenÃa los brazos cortos y sonreÃa con facilidad, quizá con excesiva facilidad. Su carrera militar fue brillante, habiéndole tocado en suerte reprimir los desórdenes de la Semana Trágica y participar en la revolución de 1930. Estudioso, fue profesor de la Escuela Superior de Guerra y pasó algunos años en Europa, analizando las realizaciones de los movimientos nacionalistas triunfantes en la época, especialmente el fascismo, cuya doctrina influirá profundamente en sus concepciones. Llevaba escritos varios libros sobre temas castrenses y luego los escribirá sobre temas polÃticos. Al igual que Rosas de la lengua pampa, compuso un diccionario de la araucana. Viudo de Aurelia Tizón y sin hijos, se casó con MarÃa Eva Duarte antes de asumir el gobierno. La revolución del 43 y el papel preeminente que su habilidad y su enorme capacidad de trabajo le reportaron en el GOU, lo elevaron a un primerÃsimo plano en la vida nacional. Nivel que probablemente no supuso alcanzar cuando, hasta poco antes, era apenas un oficial maduro que no abrigaba certeza alguna respecto a coronar su trayectoria luciendo los soles de general que ahora llevaba sobre sus hombros.