desde 1492 hasta 1800
tras las especias
 
 



La gente del siglo XV creía vivir en un mundo plano. Aunque los estudiosos y los navegantes ya supieran que la cosa no era así.



Rumbo al poniente, limitaba con el “Mar Tenebroso”, que de ese modo llamaban al Océano Atlántico.


Conocíase al Atlántico como “Mar Tenebroso”, pues todo era oscuro a su respecto, ignorándose su extensión y suponiéndose que terminaba en un abismo insondable, desde donde caían al vacío los barcos que hasta allí llegaran. Se daba también por cierto que estaba poblado por sirenas, por monstruos y serpientes marinas, ocultando en sus profundidades la “piedra imán”, capaz de enloquecer las brújulas de los timoneles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Además del abismo desde donde el “Mar Tenebroso” se precipitaría en el vacío; además del temible canto de las sirenas; además del riesgo que implicaría topar con la serpiente marina; además del efecto pernicioso de la piedra imán; además de todo ello, otras creencias, con alcances sobrenaturales, determinaron que los navegantes del siglo XV no se internaran más allá de "Las Columnas de Hércules", como se llamaba a Gibraltar. Pues se estremecían ante la posibilidad de encontrar, por ejemplo, a la isla de "San Satanasio", en la cual los marineros portugueses situaban las puertas del infierno. O con el purgatorio, en cuyo camino, según Dante, brillaban cuatro estrellas, que vendrían a coincidir con las de la Cruz del Sur. O con el ángel que, empuñando una espada de fuego, guarda el acceso al Paraíso Terrenal o Edén, que Colón creyó haber encontrado al dar con la desembocadura del Orinoco, en su tercer viaje.