desde 1800 hasta 1851
Protector del Perú
 
 
Pronto se empezó a formar la escuadra que transportaría el ejército hasta el Perú, reuniéndose 3 bergantines, una fragata, una corbeta y un navío de mayor porte. En octubre del 19, la flota chilena atacó y derrotó a otra española, llegada de Cádiz.

Tomás Alejandro Cochrane, un aventurero escocés que se había distinguido en las guerras contra Napoleón, poniéndose luego al servicio de quien mejor pagara su pericia marinera, su coraje bien probado y su falta de escrúpulos, fue designado jefe de la escuadra en formación y, valiéndose de diversos ardides, apresó numerosas naves españolas e incursionó a sangre y fuego en puertos controlados por los realistas.

Entretanto, las turbulencias políticas que agitaban la Argentina determinaron que el gobierno ordenara a San Martín repasar los Andes con sus fuerzas e intervenir en las luchas intestinas del país. San Martín no acató la orden. Y, el 2 de abril de 1820, recibía en Rancagua el mandato directo de su oficialidad, para mantenerse al frente del ejército y emprender la campaña del Perú.

El 20 de agosto, zarpó la expedición desde Valparaíso. Cochrane mandaba los buques y San Martín las fuerzas embarcadas, compuestas por 2.300 argentinos, 1.800 chilenos y 35 cañones. Las Heras era jefe del Estado Mayor. 8 navíos de guerra y 16 transportes formaban la flota.

El 7 de septiembre comenzó el desembarco en Paracas, al sur de Lima.

Enseguida se sucedieron los éxitos, obtenidos en encuentros que, a veces, no pasaban de escaramuzas. Las tropas patriotas entran en varias localidades, internándose parte de ellas en las sierras. La población las apoya. El 5 de octubre se realiza una reunión en Miraflores, entre representantes del virrey Pezuela y de los expedicionarios, sin llegarse a ningún acuerdo.

San Martín se reembarca a fines de octubre, para establecer su comando al norte de Lima, en Huaura. Arenales triunfa en Pasco. Cochrane captura la goleta española “Esmeralda”. El batallón “Numancia” se pasa al bando americano. Y se agudizan las controversias entre los realistas, que deponen a Pezuela reemplazándolo por La Serna.

Nuevas negociaciones infructuosas tuvieron lugar en Punchauca, durante el mes de mayo de 1821.

El 21 de julio, San Martín entra en Lima. Convoca un cabildo abierto, que proclama la independencia el día 28. Y el 3 de agosto asume el gobierno con el título de Protector del Perú.

Ni la ocupación de Lima, ni la declaración de la independencia, ni el cargo de Protector conferido a San Martín, ni la bandera diseñada por éste para el país –blanca y roja– indicaban, sin embargo, que la libertad peruana estuviera asegurada. Por el contrario, los realistas ocupaban buena parte del territorio y el Libertador tropezaba con serias dificultades, a raíz de disensiones internas que ponían en peligro los éxitos obtenidos.

El plan de San Martín incluía la venida de un ejército auxiliar, que debía ser enviado desde la Argentina para consolidar su posición. Inútiles fueron, no obstante, las gestiones y reclamos ante los sucesivos gobiernos de Buenos Aires, destinados a concretar aquel propósito. Absorbidos por los enfrentamientos internos y nublada su visión por cuestiones de corto alcance, esos gobiernos hicieron oídos sordos a los reclamos que les llegaban de Lima.