desde 1800 hasta 1851
complot contra Rosas
 
 
En Montevideo, se ha creado la “Comisión Argentinaâ€, que reúne a los enemigos de Rosas allí exilados: unitarios, federales “lomonegros†y jóvenes de la “Asociación de Mayoâ€. Esta Comisión convence a Lavalle para que se haga cargo de una “Legión Libertadoraâ€, que deberá invadir la mesopotamia argentina, aceptando la “jefatura nominal†de Rivera. Las acciones se siguen demorando, sin embargo. Y, enterado del revés de Santa Cruz en Yungay, Rivera trata de arreglarse con Rosas, si bien persiste en alentar la empresa de los emigrados y en sacarles plata a los franceses.

Mientras Lavalle continúa alistándose en el Uruguay, aquí se teje un complot contra Rosas. Andan metidos en él Avelino Balcarce, Félix Frías y Ramón Maza. éste es teniente coronel, segundo jefe de un regimiento con asiento en Dolores e hijo de don José Vicente, presidente de la Junta de Representantes. Los hilos se mueven desde Montevideo, incluyendo el plan un desembarco de las fuerzas encabezadas por Lavalle y el alzamiento de varios estancieros, con campos en el sur de la provincia de Buenos Aires.

Rosas conoce pronto la existencia de tal conjura y el nombre de la mayoría de quienes participan en ella, dejándole seguir su curso. Procura que don José Vicente Maza se aleje del país, evitando así el escándalo de que su figura expectable aparezca involucrada en el asunto. Pero Maza no se va. Y, el 26 de junio de 1839, un militar a quien sondean para sumarse a la conspiración, Martínez Fontes, niega su concurso y denuncia el caso a las autoridades.

Al extenderse la noticia del complot, los federales ganan la calle. Grupos armados truenan amenazas y disparan contra puertas y ventanas de las casas donde viven familias unitarias. José Vicente Maza, acompañado por Juan Nepomuceno Terrero, que oficia de mediador, trata de entrevistarse con Rosas: mientras Terrero gestiona la entrevista, Maza es asesinado en su despacho de la Legislatura. Ramón Maza y un relojero extranjero, de apellido Tiola, fueron fusilados. La investigación no se profundizó, para permitir que fugaran numerosos conjurados; otros, jóvenes, fueron entregados en custodia a sus padres.